La vieja península de Anatolia alberga muchísimo más que la belleza de Estambul. Ochocientos mil kilómetros cuadrados repletos de sorpresas esperan nuestra visita.
El encanto de las villas y las islas que rodean al Mar de Mármara -entre los disputados estrechos de los Dardanelos y del Bósforo-, las mitológicas costas del Egeo, con sus aldeas pesqueras y sus ruinas, las blancas playas del Mediterráneo bañadas por la luz de 300 días al año de sol, la memoria de civilizaciones antiquísimas, el agreste litoral del Mar Negro con sus azulados montes a la espalda, y el inmenso interior que conserva el nombre antiguo de Anatolia, cuna de la Humanidad y tierra de profetas, con imponentes montañas en su parte más oriental, y en su corazón la intrigante Capadocia, una curiosa zona resultado de erupciones volcánicas que la Naturaleza y la mano del hombre han ido tallando hasta crear paisajes lunares y fascinantes arquitecturas rupestres, amén de iglesias, monasterios y ciudades enteras. Y, por supuesto, Estambul.
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