Sicilia en clave barroca: una ruta plagada de secretos

Noto, Ragusa, Modica y Scicli forman un conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por concentrar los más bellos monumentos de este arte

Ragusa Ibla, Sicilia

Ragusa Ibla, Sicilia.

/ Vladislav Mikhailov

Renacieron de la fatalidad para levantarse con una nueva carga dramática, un exceso de ornamentación intensa, exuberante, que demostraba cómo las ciudades podían concebirse también como auténticas obras de arte. Así ocurrió en la esquina suroriental de la isla de Sicilia cuando el terremoto de 1693 devastó todo el Valle de Noto hasta dejarlo reducido a cenizas.

Catania, Sicilia

Catania, Sicilia.

/ helovi / ISTOCK

En lugar de reparar, se optó por reconstruir según el estilo imperante en el resto de Europa. Nacieron entonces, al calor de la Corona española que por entonces controlaba este territorio, algunas de las más bellas ciudades del sur italiano, los más espléndidos ejemplos del urbanismo barroco llevado a su máximo esplendor.

Palazzolo Acreide, Sicilia

Palazzolo Acreide, Sicilia.

/ JannHuizenga / ISTOCK

Ocho ciudades

Noto, Ragusa, Modica y Scicli son las muestras más deslumbrantes de las llamadas ciudades barrocas del Valle de Noto. Un conjunto en el que también se incluyen Caltagirone, Catania, Militello in Val di Catania y Palazzolo Acreide.

Caltagirone, Sicilia.

Caltagirone, Sicilia.

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Estas ocho ciudades, que ya existían en la Edad Media pero que resucitaron después del seísmo, conforman uno de los cinco Patrimonios de la Humanidad con los que ha sido agraciada Sicilia, esa isla capaz de aglutinar en tan escaso territorio el más variopinto álbum de contrastes paisajísticos y mística grecolatina, de ese estilo de vida mediterráneo aliñado con el arte de todas las épocas.

Militello Val di Catania, Sicilia

Militello Val di Catania, Sicilia.

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Placeres y alegría

El barroco siciliano está revestido del hedonismo de la iglesia y la aristocracia española, que compitieron por construir los edificios más impactantes sin disimular su rendición a los grandes placeres. Por eso goza de una desbordante alegría y de un refinamiento orgulloso. Marcado por la influencia neoclásica y rococó, el acabado de estas ciudades supone una vuelta de tuerca a su aspereza habitual. Todo es más lúdico, festivo, amable. Arbitrario, pero planificado; enrevesado, pero armónico. Y profundamente teatral.

Scicli, Sicilia.

Scicli, Sicilia.

/ ROMAOSLO / ISTOCK

Recorrer estas tierras que se agarran a las colinas entre campos de chumberas y algarrobos es sumergirse en uno de los últimos periodos de este arte escenográfico como pocos que encierra en sí mismo un culto al poder.

Noto, Sicilia.

Noto, Sicilia.

/ ROMAOSLO / ISTOCK

Piedra amarilla

La ruta incluye la mágica Noto, extendida a pocos kilómetros de la costa, sobre una ladera escalonada a los pies de los montes Ibleos. Será imposible no sucumbir al embrujo de su tonalidad amarillenta, la que le otorga la piedra local que exhiben sus edificios: una toba calcárea suave que al anochecer, bajo la luz de los faroles, adquiere unos brillos escénicos.

Noto, Sicilia.

Noto, Sicilia.

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También Ragusa, a unos veinte kilómetros, merece una visita con sus dos ciudades en una. Es lo que quedó establecido después del terremoto cuando, por encima del asentamiento original, se creo Ragusa Alta y por debajo, aferrándose al espolón montañoso, quedó la bella Ragusa Ibla.

Ragusa Ibla, Sicilia

Ragusa Ibla, Sicilia

/ elxeneize / ISTOCK

Vueltas y revueltas

Módica, con sus espléndidas vistas del Duomo o Iglesia de San Giorgio presidiendo el casco histórico desde su interminable escalinata, es otra parada fundamental. Como también lo es la pequeña Scicli, donde la vida se desliza lentamente. Sus calles son una maraña y merece la pena desmadejarlas, perder el tiempo en ellas.

Modica, Sicilia

Modica, Sicilia

/ e55evu / ISTOCK

En todas y cada una de estas ciudades hay que abrir mucho los ojos para no perder detalle. Porque a la vuelta de cada esquina aguarda una extravagancia: escalinatas, terrazas, desniveles, grandes avenidas simétricas aderezadas con plazas, iglesias con retablos prolijamente decorados, palacios rebosantes de columnas y estatuas, conventos ajardinados, casonas de piedra… Así son estas joyas del Valle de Noto con las que darse un atracón de barroco.

Ragusa Ibla, Sicilia

Ragusa Ibla, Sicilia.

/ Vladislav Mikhailov / ISTOCK

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