Seis regalos de la madrileña Sierra del Rincón.
A menos de una hora de Madrid, en la esquina noroeste de la Comunidad, se esconde la majestuosa y montañosa Sierra del Rincón, un espectacular y desconocido entorno natural. Su gran riqueza paisajística, la representatividad de sus ecosistemas mediterráneos, y su modelo de conservación de la biodiversidad, han hecho que la UNESCO la haya declarado Reserva de la Biosfera. En este Rincón también se esconde el Hayedo de Montejo, que celebra su primer aniversario como Patrimonio Natural de la Humanidad. ¿Hay un rincón mejor?

Entre bosques, puertos y sendas recorremos la Sierra del Rincón y los municipios que la componen, Prádena del Rincón, Horcajuelo de la Sierra, Montejo de la Sierra, La Hiruela, y Puebla de la Sierra. Son pueblos pequeños de pizarra y piedra, que están dentro de valorado club del Patrimonio Natural de la Humanidad, y del reconocido ateneo de Reserva de la Biosfera. Este edén, que durante siglos los vecinos han utilizado con sabiduría sus recursos naturales, se despliega entre el Puerto de Somosierra y la Sierra de Ayllón, a través de cerca de 15.500 hectáreas.

Es un singular y desconocido espacio madrileño que goza de una gran diversidad biológica, un rico patrimonio natural, y una belleza paisajística sin igual. Apartada de cualquier camino de paso, y a caballo entre dos mesetas, su abrupta orografía, y el escaso suelo cultivable no permitieron el asentamiento de grandes poblaciones.
Así que la poca fertilidad del terreno, y la dureza de su clima, han sido las claves para la aparición de un paisaje dominado por los bosques y el ganado. La actual Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón perteneció durante siglos al Señorío de Buitrago, y sus leyes de Villa y Tierra, preservaban los valores naturales del Señorío, y fomentaban la ganadera.

Este Señorío sólo permitía a sus habitantes desarrollar una economía de subsistencia. Así que La Sierra del Rincón es uno de los pocos lugares del planeta donde la escasa huella humana ha pasado desapercibida, y donde sus pobladores obtenían provecho de su entorno, respetando su hábitat. Hoy, este paraíso madrileño, es un inmenso escaparate de bosques de roblealbar, de pino silvestre, tejos, y arboledas de ribera, perfectamente conservados.

Posee dehesas de rebollo y fresno, en valles y laderas bajas; roquedos, pinares de repoblación y piornales, en las zonas altas; y sauces, álamos temblones, abedules, alisos y especies de ribera, a lo largo de sus cursos de agua. Y por si todo esto fuera poco, en ella se preserva el Hayedo de Montejo, un bosque de cuento donde reinan las hayas, y viven los duendes.
Antes de adentrarnos en el mágico rincón, nos detenemos en el recinto fortificado de Buitrago de Lozoya, y, unos kilómetros más allá, en la estación de seguimiento de satélites de Gandullas, que aparece, como por arte de magia, en mitad del camino. Más adelante, nos adentramos en un dominio único, donde la riqueza del entorno convive con la escasa y singular arquitectura serrana. Bienvenidos a la Sierra del Rincón.
1 Prádena del Rincón

Prádena del Rincón es, junto a Horcajuelo, una de las puertas de entrada a la Sierra del Rincón, donde casi todas las casas, de piedra y pizarra, desembocan en cuidados y apetecibles huertos.

Quizá sea por su abundancia en agua gracias al río de la Nava, y a la reguera de Paredes. En Prádena lucen sus potros de herrar, sus chozos, y su magnífica iglesia de Santo Domingo de Silos, una de las más antiguas de la zona del XIII con un interesante pórtico mudéjar.
2 Horcajuelo de la Sierra

Pasear por sus calles es una delicia, ya que los vecinos han respetado su construcción autóctona. Los primeros edificios se levantaron en la zona más alta, lo que indica que cuando Horcajuelo de la Sierra empezó a poblarse, la zona todavía sufría incursiones moriscas. Allí están las casas más antiguas, articuladas en torno a una oscura cocina que sólo recibía luz por la chimenea. Muy interesante su iglesia dedicada a San Nicolás de Bari, y su Museo Etnológico, una puerta al pasado donde se entiende la forma de vida tradicional de sus habitantes.
3 Montejo de la Sierra

Montejo aparece en medio de un terreno montañoso, rodeado de praderas y bosques. Aquí el agua es generosa, como muestran sus antiguas fuentes, y los nombres de sus calles: De la Casa de la Fuente, Del Pozo, y Calle del Río, entre otras. La Plaza de los Tres Caños, es el centro de reunión de los vecinos, y desde ella, se observan los curiosos machacaderos. Son maderos de gran grosor ubicados en las puertas de las casas. Antaño se utilizaban para machacar el lino que, junto a la lana, eran excelentes y abundantes en la zona.
4 La Hiruela

Es uno de los pueblos con más encanto, y más desconocido, quizá por su bella pero sinuosa carretera de acceso, donde hay que cruzar el Puerto de La Hiruela, con cerca de 1.500 metros de altitud. En un paraje de cuento, en las faldas del alto de Bañaderos, rodeado por los Picos de La Morra de la Dehesa, y Cabeza del Burrial, en un accidentado terreno se extiende el pequeño municipio. La Hiruela se conserva prácticamente igual desde el XVIII con sus edificios de piedra, barro, adobe, carpintería de roble, y anchas puertas de madera.
5 Puebla de la Sierra

Puebla de la Sierra concentra un encanto irresistible, pero es uno de los más aislados y menos transitados por su revirada carretera, cuajada de curvas y contra curvas. Puebla, fue agrícola y ganadera, y conserva intacta su arquitectura tradicional y parte de sus antiguos oficios. Se puede visitar, pidiendo la llave en el Ayuntamiento, la fragua de 1.570 que ha funcionado hasta hace poco. Exclusivo y sorprendente el Valle de los Sueños, un itinerario escultórico al aire libre con casi 100 obras. Impactante es mirador de buitres, a las afueras de Puebla de la Sierra.
6 El Hayedo de Montejo

Antes de entrar en el reino de las hayas, hay que acudir al Centro de Recursos e Información de la Reserva de la Biosfera del Rincón, que se ubica en Montejo de la Sierra. En este centro se obtienen las entradas al emblemático Hayedo, que es gratuita, y siempre guiada y para un máximo de 20 personas. Esta joya natural, el más meridional de Europa, es un paraje húmedocuajado de hayas que conviven con robles, y acebos. Con más de 250 hectáreas, es Patrimonio Natural de la Humanidad.
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