Rubjerg Knude o el faro sepultado que se ha convertido en un símbolo de Dinamarca

Conoce la emotiva historia del rescate de este faro centenario

Rubjerg Knude, Dinamarca

Faro Rubjerg Knude, en Dinamarca

/ PhotographerCW

Al norte de Dinamarca, en la isla de Vendsyssel-Thy, un faro ha escrito sobre dunas de arena una de las historias recientes más emotivas del patrimonio del país escandinavo.

El faro de Rubjerg Knude se ha convertido, gracias a su lucha contra las fuerzas de la naturaleza, en todo un símbolo y una de las atracciones que más popularidad ha adquirido en los últimos años en esta amplia región del mar del Norte.

Rubjerg Knude, Dinamarca

Dunas en las que se encuentra el Rubjerg Knude

/ PhotographerCW / ISTOCK

Más de un siglo de lucha contra los elementos

El extremo septentrional de la península de Jutlandia está coronado por varias islas. La más grande de todas ellas y segunda en extensión de Dinamarca, la isla de Vendsyssel-Thy o Jutlandia Norte, acoge en el municipio de Hjørring el faro de Rubjerg Knude.

Construido en 1899 y puesto en funcionamiento por primera vez a finales de 1900, este faro de 23 metros de altura se ubicó en una elevación a más de doscientos metros del borde del mar. Sin embargo, los fuertes vientos de la zona provenientes del mar del Norte fueron desplazando la arena tierra adentro formando dunas de grandes dimensiones que asolaron la construcción a un ritmo imparable.

Rubjerg Knude, Dinamarca

Faro Rubjerg Knude, en Dinamarca

/ rpeters86 / ISTOCK

El irremediable avance de las dunas provocaba que los operarios del faro tuvieran que remover constantemente la arena con palas e incluso maquinaria, llegando incluso a colocar vallas de madera para frenarlas, aunque resultaron muy poco efectivas. De esta forma se llegó a 1968, año en el que la altura de las dunas hacía invisible la bombilla del faro y, por tanto, resultaba imposible guiar a los barcos y cumplir con su función originaria.

Rubjerg Knude, Dinamarca

Faro Rubjerg Knude, en Dinamarca

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En 1980 se reacondicionó el conjunto – el faro y sus edificios colindantes – como museo. Sin embargo, y dado lo infructuoso de los esfuerzos por ralentizar el avance de la arena, se optó por dejar definitivamente que la naturaleza siguiera su curso. Como consecuencia, en 2002, y puesto que varias de las construcciones están ya completamente sepultadas, se cierra el museo y en 2009 se acaba por derribar estos edificios, permaneciendo el faro como la única estructura en pie aún visible.

El rescate del faro

Las dunas, que alcanzan ya el centenar de metros de altura en algunos puntos, avanzan en una dirección que recortan la línea costera con una media de tres metros por año. Este hecho hacía peligrar la integridad del faro, que corría el riesgo de acabar derrumbándose ante la cada vez menor distancia que lo separaba del mar. Es por ello que las autoridades locales y el gobierno danés tuvieron que plantearse el encontrar una solución que salvase una construcción que ya gozaba de una gran popularidad y cariño por parte de los daneses, recibiendo hasta 250000 visitantes al año.

Rubjerg Knude, Dinamarca

A lo lejos el Rubjerg Knude, en Dinamarca

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Calculando el avance de la duna y dando por sentado que alrededor de 2023 se derrumbaría, se tomó la decisión de trasladar el edificio tierra adentro para evitar la catástrofe. Así, en octubre de 2019, y cuando solo separaban el faro del mar seis metros, fue desplazado, mediante un complejo sistema de raíles y un sistema hidráulico, setenta metros desde su ubicación original.

Rubjerg Knude, Dinamarca

Faro de Rubjerg Knude, en Dinamarca

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Las más de 700 toneladas del faro emprendieron un viaje hacia el interior a un ritmo de diez metros a la hora, escapando de un fatal destino que condenaría a sus cimientos a sucumbir ante el mar del Norte. La operación, que pudo ser seguida en directo a escala internacional, fue un gran acontecimiento que no hizo sino ahondar en la ya de por sí gran popularidad del faro, convirtiéndolo, como bien señaló el gobierno danés en ese momento, en un símbolo nacional.

Gracias a esta hazaña de la ingeniería y la voluntad del pueblo de Dinamarca – que dedicó 670.000 euros a la salvación del faro -, se prevé que se pueda disfrutar sin riesgo de esta torre otros cuarenta años más, hasta que sea necesario volver a replantearse un nuevo desplazamiento tierra adentro.

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