El refugio paradisíaco del Alentejo: la península de Troia
Arenales infinitos, naturaleza, delfines… a un paso de Lisboa
Conocida y, al mismo tiempo, no tan conocida, la península de Troia es uno de esos destinos recurrentes para los viajeros locales pero que escapan de las listas de los lugares altamente masificados por turistas.
Bajo la influencia del área metropolitana de Lisboa, no es de extrañar que este sector del centro de Portugal sea bastante célebre para los habitantes del país vecino. Sin embargo, es grato observar que aún es posible disfrutar de una estancia en total tranquilidad en gran parte del territorio que engloba la península.
Un accidente geográfico de la costa de Alentejo que es lo más parecido a un espacio paradisíaco que podemos encontrar sin salir de las fronteras ibéricas. El destino a descubrir si tenemos la suerte de dejarnos ver por la vecina Setúbal.
Playas interminables de arena blanca: la esencia de Troia
Ya sea en ferry – la opción más popular - o en catamarán, llegar a la península de Troia desde el puerto de Setúbal supone adentrarse en unas tierras que parecieran pertenecer a otra parte completamente diferente del mundo. La larga lengua de arena que separa el océano Atlántico del estuario del río Sado – uno de los más importantes de Portugal -, nos da la impresión de transitar sobre la superficie de una isla hasta que, al llegar a la playa de Comporta, caemos finalmente en la cuenta de estar andando, en realidad, sobre una península.
Kilómetros y kilómetros de playas de fina arena blanca que contrastan llamativamente con el azul de las aguas, mientras dunas y manchas de pinos van perfilando la espina dorsal de esta increíble restinga. Los complejos turísticos de lujo del norte y el famoso campo de golf de Troia nos dan la bienvenida en esa parte de la península y, sumados a las villas vacacionales que ocupan toda la parte central, conforman la parte residencial y hotelera más exclusiva del lugar.
Precisamente junto a estas concentraciones de alojamientos y servicios turísticos es donde se sitúan los desembarcaderos que reciben a las líneas de transporte marítimo procedentes de Setúbal. Desde esta parte se puede aprovechar para hacer una incursión al estuario en busca de las numerosas bandadas de aves y, especialmente, del grupo de delfines mulares que habita esta reserva natural.
Asimismo, en el norte podemos encontrar el punto más histórico de Troia, las ruinas romanas de Cetobriga, que pertenecen a las antiguas construcciones donde se llevaba a cabo toda una industria de salazón de pescado, con restos que van desde los siglos I al VI. Declaradas Monumento Nacional desde principios del siglo XX, representan un interesante vestigio del pasado de la península.
El sur de Troia y el Puerto Palafítico de Carrasqueira
Si bien la parte central y, sobre todo, el norte de la península son la parte destinada a un turismo de lujo, es cierto que a lo largo de los kilómetros de playas paradisíacas y la franja central de dunas y pinos podremos sentirnos fácilmente alejados de cualquier sensación de exclusividad si así lo deseamos. Además, hacia el sur el ambiente se relaja y los servicios disponibles son más asequibles para todo tipo de bolsillos.
La playa de Comporta es quizás la zona más popular y frecuentada por los turistas, aunque es fácil evadirse del bullicio avanzando un poco más lejos a lo largo del arenal.
Ya en el extremo de la península y a la altura de Comporta en dirección del estuario, encontramos el que seguramente sea el lugar más auténtico de la zona, el Puerto Palafítico de Carrasqueira, un embarcadero enclavado entre marismas levantado a base de postes y pasarelas de madera con un encanto especial, al estilo de los puertos pesqueros tradicionales asentados en este tipo de ecosistemas.
La imagen evocadora de todo el conjunto, con las barcas encalladas en el barro, forma uno de los paisajes más genuinos de la costa portuguesa y uno de los reclamos con mayor encanto que podemos admirar si visitamos la espectacular península de Troia.
Síguele la pista
Lo último