Quebec: bistrós y aroma a croissant en la ciudad más francesa de América

Un paseo por la metrópoli más bonita de Canadá

Quebec, Canadá

Quebec, Canadá

/ stockphoto52

Es una isla francófona dentro de un mar de cultura anglófila, una ciudad donde la vida se toma a pequeños sorbos como el intenso café au lait de la mañana que se acompaña siempre de un croissant. Quebec no sólo es una metrópoli americana con diseño europeo sino también, para muchos, el más encantador entramado urbano de Canadá.

Quebec, Canadá

Quebec, Canadá

/ FilippoBacci / ISTOCK

Más de 400 años de antigüedad carga a sus espaldas esta ciudad, la única amurallada al norte de México, que sorprende con sus vistosas fachadas victorianas, sus callejuelas empedradas y sus catedrales de infinitas agujas. El toque chic que distingue a la parte francófona del país se expresa sin ningún complejo y por eso no cuesta encontrar coquetos cafés donde suena un melancólico jazz en vivo o románticos bistrós que desprenden aroma a pan horneado.

Amor a los superlativos

Quebec es, además, una ciudad que ostenta diversos superlativos históricos. Aquí se construyó la primera iglesia parroquial, la primera catedral anglicana, el primer museo, la primera escuela femenina y la primera universidad de corte francés dentro del continente. Todo ello y el carácter apasionado de sus gentes la convierten en una deliciosa rara avis a la que merece la pena poner atención.

Ciudad Vieja, Quebec

Ciudad Vieja de Quebec

/ Steven_Kriemadis / ISTOCK

Hay que perderse por la Ciudad Vieja, un conjunto del siglo XVIII declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. Y hay que hacerlo tanto por las recoletas plazas de su parte baja, un laberinto de ladrillo rojo y piedra desnuda, como por las grandes explanadas de su parte alta, asentada sobre los acantilados de Cap Diamant, allí donde se erige La Citadelle, la mayor fortaleza de América del Norte con 2,3 km2.

El hotel más fotografiado

Es aquí, en la llamada alta Ciudad Vieja, donde se esconde el Barrio Latino, la parte más típica de la ciudad y la que concentra, además del alboroto de los turistas, los museos y restaurantes. También el famoso paseo panorámico que se extiende bajo Le Château Frontenac, que tiene el honor de ser el hotel más fotografiado que se conoce.

Le Château Frontenac, Quebec

 Le Château Frontenac, Quebec

/ grandriver / ISTOCK

Es, además del top de los alojamientos de Québec, agraciado con el sello de Fairmont, un monumento histórico. E incluso podemos decir que el gran símbolo de la ciudad con un historial de huéspedes en el que figura la reina Isabel II, Charlie Chaplin y Grace Kelly.

Un bocado típico

En este paseo por laberínticas calles, entre intérpretes callejeros que otorgan una agradable atmósfera, no hay que olvidarse de las calles San Luis y San Juan, cuyos sofisticados comercios se mimetizan con la arquitectura histórica. Tampoco el pequeño callejón Du Trésor, animado por puestos de anticuarios. Y si tanto caminar despierta el hambre, bueno será probar las típicas poultine, unas calóricas patatas fritas bañadas en requesón y salsa.

Rue du Petit-Champlain, Quebec

Rue du Petit-Champlain, Quebec

/ diegograndi / ISTOCK

Después está la Baja Ciudad Vieja, a los pies de los barrancos, para la que se puede tomar un funicular o bien bajar por Côte de la Canoterie hasta el Puerto Viejo. Aquí lo que encontramos (en ese afán de lo superlativo) es la calle más estrecha de Norteamérica (la Rue du Petit-Champlain) y el barrio comercial más antiguo del subcontinente (siempre excluyendo a México. Pero sobre todo encontramos una esencia histórico-festiva alrededor de la Place Royale a cargo de numerosos artistas en plena calle, incluso cuando aprieta el frío.

Síguele la pista

  • Lo último