
Castillos, montañas y quesos: el encantador pueblo suizo oculto entre los Alpes donde nació un queso que todos hemos probado
Nos perdemos entre castillos medievales, vacas pintadas y aromas de queso fundido para descubrir Gruyères, una de las paradas de la Expedición Viajar a Suiza que tendrá lugar el próximo octubre.
Los Alpes siempre guardan sorpresas. Entre prados verdes y laderas majestuosas, al abrigo de las montañas Moléson y Dent du Chamois, aparece Gruyères, una joya medieval detenida en el tiempo, donde el presente huele a historia y sabe a queso.
Sus callejuelas empedradas, su castillo de cuento y ese aroma inconfundible que lo envuelve todo convierten esta pequeña ciudad, cerrada al tráfico y abierta al asombro, en una parada imprescindible de la Expedición Viajar a Suiza, que tendrá lugar el próximo octubre, y en la que nos trasladaremos, junto al escritor Use Lahoz a descubrir la naturaleza, cultura y recovecos del país centreoeuropeo.
| Información expedición a Suiza | |
|---|---|
| Correo Electrónico: | info@club-viajar.es |
| Teléfono: | 933 23 34 23 |
| Sitio web: | www.club-viajar.es/expediciones |

El sabor de Gruyères
Además de regalar a nuestros ojos un festín con las vistas, en Gruyères hay una fragancia que delata el verdadero protagonista local: el queso Le Gruyère AOP.
La ciudad da nombre no solo al queso más icónico de Suiza, sino también a un precioso lago artificial que se abre paso rodeado de paisajes alpinos y con los picos de Friburgo como telón de fondo. Si nos desviamos prado adentro, no es raro encontrarnos con alguna vaca friburguesa, reconocibles por sus manchas negras y famosas por la leche con la que se elabora este aromático queso.
La experiencia no estaría completa sin visitar la quesería de demostración, donde ver de primera mano cómo se produce ese queso lleno de agujeros que tantas veces has probado sin preguntarte de dónde venía.

Y es que, por si no te has dado cuenta, Gruyères no solo entra por los ojos, también se cuela por el olfato. Basta cruzar la puerta de La Maison du Gruyère para entender que aquí el queso no es solo un producto, sino que forma parte de su personalidad. En este pequeño templo de la tradición local uno descubre los secretos de la receta que ha pasado de generación en generación. El silencio con el que los visitantes observan el proceso solo se rompe cuando llega el momento más esperado; la degustación.
Qué ver en Gruyères
Además de unas callejuelas medievales encantadoras, Gruyères puede presumir no de uno, sino de dos castillos. El más imponente de los dos y uno de los más reconocidos de toda Suiza, el castillo de Gruyères, se encuentra rodeado de murallas coronando la colina y narranso ocho siglos de historia, arquitectura y cultura de la región.
Residencia de 19 condes entre los siglos XI y XVI, fue testigo del auge y caída de la dinastía local: el último conde, Miguel, cayó en bancarrota y sus tierras fueron repartidas entre acreedores. Desde entonces, el castillo pasó de manos de los corregidores de Friburgo a los prefectos y jefes de distrito, hasta que en 1938 fue adquirido por el Estado para convertirlo en museo de historia de la región y, más tarde, en 1993, puesto bajo el cuidado de una fundación.

Muy cerca se alza el Château St. Germain, reconvertido en el Museo HR Giger. Aquí se exponen cuadros, esculturas y piezas icónicas del artista suizo conocido mundialmente por haber creado el universo visual de Alien, la película de Ridley Scott. La experiencia se completa en el inquietante HR Giger Bar, un espacio que parece sacado directamente de una escena de ciencia ficción.

Qué comer en Gruyères
La pregunta se responde sola. Fondue, raclette y postres con doble nata son algunas de las delicias imprescindibles que puedes probar en sus restaurantes tradicionales. Y si el queso no fuera suficiente tentación, muy cerca, en la vecina localidad de Broc, espera la Maison Cailler, la histórica fábrica de chocolate suizo.
Atravesada por el río Sarine y mimada por la naturaleza, Gruyères es mucho más que el alimento favorito de los ratones de dibujos animados. Es un destino con alma, donde la historia, la naturaleza y la gastronomía se funden entre castillos, vacas y chocolate. Un lugar donde los Alpes cuentan cuentos y el aroma lo envuelve todo.