Playa de la Casita Azul. Descubrimos uno de los paraísos de Huelva

El nombre te llama. ¿Por qué La Casita Azul? Y entonces decido cambiar el rumbo. Sin darnos cuenta estamos sumergidos entre pinares. Enseguida entenderás el nombre. Y encontrarás mil y un motivos para escaparte hasta esta playa de Huelva.

Casita Azul
Casita Azul / Yolanda Guirado

Colores de bandera

Casita Azul
Casita Azul / Yolanda Guirado

Por sus colores la reconocerás. Blanca y azul. Como la bandera de Huelva. Casualidad o no, nos encanta esta casita. Antes era una vivienda de guardeses de estos pinares de Isla. Hoy, entrada a una de las playas paradisíacas del litoral andaluz y centro de Interpretación de la Naturaleza.

Casita Azul
Casita Azul / Yolanda Guirado

Conserva todo el encanto. Hechiza. Y bajo la sombra de los centenarios árboles no podrás dejar de mirarla. Atravesamos los pinares. Y un cordón de dunas se abre ante nuestros ojos. Frente a frente, la inmensidad del mar.

Casita Azul
Casita Azul / Yolanda Guirado

Hoy las aguas están algo más bravas y la brisa no deja que pasemos mucho calor. Mejor. Estamos muy cerca de la aldea del Rocío. Y un poco más al oeste, el Algarve deja su huella en el horizonte.

Casita Azul
Casita Azul / Yolanda Guirado

Si hay una cosa de la que Huelva presuma, es de kilométricas playas de arena fina. Suave. Dorada. Y no muy conocidas. (Por el momento). 120 kilómetros de Atlántico puro. Desde Punta Umbría al Rompido. Desde La Antilla a la Punta del Moral.

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Casita Azul / Yolanda Guirado

Pasando por Ayamonte e Isla Canela. Y por supuesto, Isla Cristina. 13 kilómetros de playas para elegir. En este municipio que multiplica sus habitantes en verano, encontramos esta joya de la naturaleza. Y la elegimos a ella.

La ruta más camaleónica

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Casita Azul / Yolanda Guirado

Aunque la sombrilla nos espera, antes queremos descubrir la Ruta del Camaleón. Así se le conoce al sendero que va entre Isla Cristina y el municipio de Islantilla. Empezamos el camino en el espigón de Isla Cristina. Las dunas. Los pinos y las retamas. Nos sobrevuelan el mirlo, la abubilla o el rabilargo. Y bajo nuestros pies; no podía faltar el que da nombre a esta ruta: el camaleón.

Casita Azul
Casita Azul / Yolanda Guirado

Aprovechamos que el viento viene de cara y nos dejamos llevar por el surf. En las inmediaciones de la playa, una escuela para aprender algunos pinitos e iniciarnos en este deporte. (Tendremos que volver o desistir. Una cosa hemos aprendido, y no ha sido subirnos a la tabla y mantenernos de pie. La lección de hoy es que con un día no es suficiente.)

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Casita Azul / Yolanda Guirado

Y para lo que viene ahora necesitamos una cometa y una tabla. El kitesurf arrasa en las costas andaluzas. Y el litoral onubense no iba a ser menos. Si nos lanzamos a la aventura, aquí va una pista: ¿Quién dijo sombrilla?

Huelva la marinera

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Casita Azul / Yolanda Guirado

La boca se nos hace agua. Porque Huelva es marinera de principio a fin. El litoral se refleja en una gastronomía con sabor a mar. Y a raíces. Productazo de origen. Los langostinos, las ortiguillas de mar. Los boquerones fritos o en vinagre. Las coquinas, las navajas o las chirlas.

Los chocos y sus diversas y exquisitas formas de prepararlos. Rebozados o en albóndigas. (Otro de los platos que definen el recetario de esta tierra). No puede faltar la reina de la casa: la gamba blanca. Son los placeres del chiringuito en plena playa.

Casita Azul
Casita Azul / Casita Azul

El paseo llega al caer la tarde. Más de un kilómetro para recorrer a pie estas orillas, lugar de asentamientos de pescadores que llegaron del Mediterráneo para explotar los caladeros de especies como el atún. Siglos después, el atardecer nos pilla saboreando una copa de vino del Condado de Huelva. Disfrutando de esta playa cuya casita le da el nombre. Y a la que volveremos. Pronto. Muy pronto.

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