Ubicada junto al mar Mediterráneo y al lado de las elevaciones de la Sierra de Tramontana, Palma atrae por su situación, historia y patrimonio. Una ciudad en la que se disfruta, además, el arte, la cultura, las compras y la gastronomía y que atrapa por la vida que emerge de sus calles. Por ello, se pueden realizar planes diferentes para cada uno de los meses del año y tener así, de enero a diciembre, una excusa para viajar allí, como, por ejemplo:
1. Visitar su catedral, iglesias, casas y palacetes
Palma cuenta con una amplia riqueza histórica y cultural. Sin duda, el edificio más representativo es la Seu, su catedral. La Catedral de Palma es una visita que por sí sola merece el viaje a la ciudad. Una de las catedrales góticas más espectaculares del mundo, con una ubicación simplemente extraordinaria, con su silueta reflejándose en el Parc de la Mar y definiendo el ‘skyline’ de la ciudad.

2. Degustar sus productos típicos
Como sus famosas ensaimadas, que se realizan diariamente en forns y pastelerías de toda la ciudad. Según la mayoría de historiadores, nació como un pan o pasta dulce para celebrar el fin de año en la comunidad judía. Su legado es tan antiguo que está calificada como producto con denominación de origen.

3. Visitar sus museos
Como por ejemplo el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo Es Baluard o la Fundación Pilar y Joan Miró, dedicada a la figura del genial artista catalán que construyó un fuerte vínculo con la capital balear en la última etapa de su vida.

4. Ir de compras por su Milla de Oro, el corazón comercial de Palma
En esta zona, comprendida entre el Paseo del Born, la calle de Sant Feliu y la amplia y señorial Avenida de Jaume III, se concentran grandes firmas comerciales, nacionales e internacionales, que se alternan con bares, cafeterías y restaurantes para todos los gustos.

Palma, la ciudad de los cien patios
5. Recorrer sus mercados tradicionales y gastronómicos
Como el Mercat 1930 u otros con una larga trayectoria, como es el caso de Santa Catalina y L’Olivar, espacios que permiten sentir el ritmo de la ciudad, conocer de primera mano los ingredientes locales y comprar productos tradicionales.

6. Zambullirse en las cristalinas aguas de sus playas
Por ejemplo, las de la Playa de Palma, de arena blanca y fina. Un paraíso concurrido y animado al lado del Paseo Marítimo, que además cuenta con todos los servicios y con una amplia oferta para practicar todo tipo de deportes de agua: surf, pádel-surf, o kayaks, entre otros.

7. Hacer un plan con niños
Como, por ejemplo, visitando el Palma Aquarium para descubrir los tesoros mejor guardados del mundo submarino. Una fantástica experiencia para toda la familia que permite conocer los increíbles hábitats marinos y la labor de rescate, protección y preservación que, desde su fundación, realizan.

8. Disfrutar de sus terrazas y azoteas
Comenzando por las de la Catedral, un lugar idóneo para observar, a vista de pájaro, la ciudad y su entorno. Y por supuesto, las azoteas de algunos de los hoteles boutique del centro histórico, que combinan singularidad y descanso con atardeceres mágicos.

9. Descubrir el Barrio Judío de la ciudad
Palma fue una importante ciudad medieval y como tal, contó con su propia judería. De hecho, el barrio judío de Palma, conocido como ‘Call Maior’, conformaba una especie de ciudad independiente, también amurallada y con entradas propias a su interior.

10. Visitar los Baños árabes
Se trata de uno de los monumentos más emblemáticos de Palma y, sin duda, uno de los grandes legados de la arquitectura musulmana en toda Mallorca. Se puede ver la gran sala central, rodeada de columnas, dedicada a los baños de vapor y que formaba parte de una residencia particular.

11. Deleitarse con alguno de los restaurantes con estrellas Michelin
Establecimientos que aúnan ingredientes y productos de primera calidad con el saber hacer de sus chefs como Santi Taura, Adrián Quetglas, Marc Fosh o Fernando P. Arellano, con su restaurante Zaranda.

12.Vivir sus tradiciones navideñas
Por ejemplo, asistir al Canto de la Sibil·la, un canto navideño declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, o realizar la Ruta de los Belenes, que descubre a los visitantes una tradición artesanal en la que participan anualmente numerosos comercios y asociaciones.
