Navidad en Vilna: cena de 12 platos, un árbol con secreto y un viaje a la Edad Media

La capital de Lituania, además de una despampanante belleza, mantiene unas bonitas tradiciones en Navidad

Navidad en Vilna
Navidad en Vilna / RomanBabakin

Agradable y discreta, Vilna no sólo es la capital de un país con una de las historias más convulsas de Europa, sino también un enclave abrazado por una naturaleza extraordinaria y, sobre todo, un bello entramado urbano de casas góticas, renacentistas, neoclásicas y especialmente barrocas. Una ciudad que, incluso en los tiempos que corren, conserva su autenticidad y que, por todo ello, goza del título de Patrimonio de la Humanidad.

Navidad en Vilna
Navidad en Vilna / ljphoto7 / ISTOCK

Es en la época navideña cuando la capital lituana viste sus mejores galas. De pronto el escenario se transforma hasta convertirse en una especie de cuento medieval. Hay que dirigirse a la Plaza de la Catedral, que irrumpe al final de la calle Gedimino, que es una suerte de Gran Vía con museos, hoteles, tiendas y teatros. Aquí donde reside el templo neoclásico más importante de la ciudad se sitúa el epicentro de las fiestas.

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Navidad en Vilna / aleksask / ISTOCK

Para empezar, el famoso mercadillo, uno de los más grandes de la Europa del Este, compuesto por casetas que ofrecen bebidas calientes (vino, pero además chocolate, té y otras infusiones especiadas), pasteles, quesos, conservas y galletas de jengibre. También puestos en los que encontrar ornamentación para decorar la casa en Navidad, así como regalos típicos tales como los guantes o calcetines de gruesa lana (tan prácticos para el gélido invierno) o las artesanías elaboradas a mano.

Un abeto especial

En esta misma Plaza de la Catedral es donde se sitúa el gran árbol de Navidad. Y aunque luce engalanado con iluminación de colores como en todas las ciudades, no se trata de un abeto cualquiera. Su peculiaridad reside en que, cada año, ofrece una temática distinta que no es desvelada hasta el día del encendido oficial (el 26 de noviembre), cuando locales y forasteros se reúnen en torno a él para descubrir el secreto mejor guardado de Vilna. El asunto en el que se basa su decoración viene acompañado de un mensaje.

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Navidad en Vilna / flavijus / ISTOCK

Raro es el día en que esta plaza no se ve llena de niños y mayores, que acuden para comprar en las casetas, merodear alrededor del bonito pesebre y, con suerte, encontrarse con Santa Claus o tal vez con los Tres Sabios que son el equivalente a nuestros adorados reyes magos. Pero no se trata del único mercadillo de la ciudad. Otro, más hermoso si cabe, se monta cerca del Ayuntamiento con un tamaño más pequeño y un carácter más contemporáneo. Y es que, en lugar de puestos tradicionales de madera, los puntos de venta son impresionantes iglúes de vidrio, algunos de los cuales con comida y bebida, y otros tantos con regalos originales. Todo esto se puede disfrutar a bordo de un simpático tren navideño, que parte cada media hora de la plaza principal para recorrer todas las atracciones de la ciudad relacionadas con la magia de estas fechas.

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Navidad en Vilna / flavijus / ISTOCK

Simbolismo en la mesa

Otra de las curiosidades de Vilna reside en la llamada cena Kūčios, que tiene lugar la noche del 24 de diciembre y que es una de las tradiciones más importantes para los lituanos. En ella cada elemento de la mesa tiene tanto un simbolismo como un significado. Desde el mismo mantel que recubre la mesa, que ha de ser blanco y colocarse sobre una cama de heno, hasta los ingredientes de las comidas que deben ser, todos, productos procedentes de la naturaleza: cereales, semillas, frutos secos, fruta, pescado y verduras.

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Navidad en Vilna / Mindaugas Dulinskas / ISTOCK

Otra cuestión es el número de platos que se sirven en esa noche, que deben ser exactamente 12 puesto que simbolizan tanto los meses del año como los 12 apóstoles. Además, cada comensal tiene que degustarlos todos, sin ningún tipo de excusa. Y aunque cada familia diseña su propio menú, no pueden faltar el kūčia (un plato de cereales hervidos con frutos secos y miel) ni el kūčiukai (una especie de nuggets dulces elaborados con masa fermentada y servidos con leche de semillas de amapola). Eso sí, no se consume carne, productos lácteos ni huevos porque la antigua tradición fomenta el ayuno de estos productos. Lo que no cambia bajo ningún concepto es que esta cena se consume en casa, en familia y con los amigos más cercanos.

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