Namibia, calor de África

Sossusvlei, una abstracción natural

Sossusvlei, una abstracción natural

Érase una vez un desierto tan antiguo, que vio extinguirse a los dinosaurios; tan hermoso, que se convirtió en la imagen soñada del resto de desiertos del mundo. El Namib, con sus dunas de más de trescientos metros, es pura poesía geométrica. Para descubrir sus rincones más increíbles hay que comenzar por Sossusvlei, una alineación exquisita de montañas de arena de colores anaranjados, amarillos, ocres. La más fotogénica y visitada es la Duna 45, aunque tampoco hay que perderse la llamada Big Daddy (la más alta del mundo, según los namibios), coronando al resto desde sus 325 metros de altura. No hay nada más espectacular que contratar un viaje en globo para salir al alba y ver cómo poco a poco los colores se encienden. Esencial es también continuar más allá de Sossusvlei, hasta llegar a Deadvlei. Se trata de una antigua laguna que se secó dejando esqueletos de acacias, aún sin descomponer, que ponen el contrapunto irreal a un paisaje exquisitamente dibujado.

/ Enrique López-Tapia

Montar en globo sobre el desierto más longevo del planeta y después brindar con champán al pie de las olas. Esperar junto a un abrevadero a que una leona venga a nuestro lado con su prole. O llenar el depósito y conducir horas cruzándonos solo con lobos marinos, elefantes y árboles extraterrestres... Namibia es toda una constelación, y estos son sus planes estelares.

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