Invierno en Laponia

CAPITALES SAMI.

Karasjok y Kautokeino (en la imagen) son epicentros de la población sami. Hay miles de renos en sus aledaños y el carril-bici está concebido para ir con las motonieves. Ahora tanto en estas poblaciones como en la más grande de Alta los niños pueden optar por estudiar tanto en idioma sami como en noruego.

/ luis davilla

La lengua sami se las ingenió para engendrar nada menos que cuatrocientas palabras para referirse a los renos y alrededor de trescientas para la nieve y el hielo. Cierto que hoy pocos conocen tan en profundidad este idioma de misterioso origen ugrofinés, pero la necesidad de tantos conceptos para designar a los grandes protagonistas de sus dominios se basta y se sobra para plasmar la adaptación de este pueblo tradicionalmente nómada a la naturaleza extrema en la que no le quedó otra que aprender a sobrevivir.

Nadie se atreve a asegurar si llegaron desde Asia o de Centroeuropa ni hace cuántos miles de años se quedaron por lo más remoto de Escandinavia subsistiendo de la caza y la pesca. Hoy la nación Sami se desperdiga por las zonas árticas de las actuales Noruega, Suecia, Finlandia y la península rusa de Kola. Las fronteras, que poco a poco les obligaron a irse sedentarizando y adoptar costumbres ajenas, nunca habían existido para estos indígenas a los que primero denominaban finns, después lapps o lapones -un término que ellos sienten como despectivo- y que hoy se reconocen como samis.

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