Hong Kong, las 8 caras del dragón

Puerta de entrada a la China milenaria, Hong Kong mantiene algunas de las tradiciones más arraigadas de su cultura, paradójicamente salvaguardadas durante su periodo más occidental, mientras permaneció como colonia británica, acogiendo, entre otros, a los últimos maestros del Feng Shui. Cuajada de vanguardistas rascacielos al resguardo del Mar de China, ha sabido destilar lo mejor de ambas civilizaciones en una simbiosis absolutamente única.

Hong Kong, las 8 caras del dragón

En la cultura china los números adquieren valores añadidos según su sonoridad; así, por ejemplo, el ocho, como suena igual que "prosperidad", se ha convertido en el dígito de la buena fortuna y muchos están dispuestos a pagar fuertes sumas por incluirlo en sus números de teléfono o en sus matrículas.

La situación de Hong Kong también se benefició en sus orígenes del número mágico al estar rodeada por ocho colinas, las cuales, sumadas al emperador, conformaban, según la mitología legendaria, un total de nueve dragones, animal que también augura buenos auspicios. Hoy el dragón forma parte del diseño de la marca promocional de Hong Kong, lo que nos da pie a intentar un rápido recorrido por la urbe fijándonos en ocho de sus facetas más singulares. Para mantener los buenos designios.

En la elección del emplazamiento de Hong Kong se tuvieron muy en cuenta las leyes del Feng Shui, una sabiduría ancestral que considera de suma importancia los recorridos del chi -el hálito vital de las energías-, las direcciones cardinales, la geomancia, y la naturaleza de los cinco elementos: aire, agua, fuego, tierra y metal.

El lugar se sigue considerando afortunado por su orientación a mediodía, con el curso del río Perla a sus pies, y la protección trasera de los ocho montes. El Peak Tram, un funicular que funciona sin averías desde 1888, sube a uno de ellos, el Victoria Peak, apodado la Espalda del Dragón, hoy coronado por una audaz construcción arquitectónica que incluye restaurantes y tiendas junto al amplio mirador desde donde se obtienen las mejores vistas de Hong Kong. Otra de las maneras tradicionales de acercarse a la ciudad es navegando por la que podríamos considerar la Fuente del Dragón, el curso del río Perla, por donde aún se ven, convertidos en poderosos iconos, los clásicos juncos, con sus velas coloradas destacando sobre el agresivo perfil de los rascacielos. El Star Ferry que desde 1888 surca a diario la distancia entre la isla y Kowloon, la parte continental de Hong Kong, brinda panorámicas fabulosas del litoral urbano, especialmente al anochecer, cuando los edificios más emblemáticos adquieren su mayor brillo vibrando con infinidad de neones, rayos láser y sonidos combinados.

Los rascacielos de Hong Kong se apoyan en los principios del Feng Shui. Los edificios más poderosos, asentados sobre la que llaman la Vena del Dragón, procuran "no impedir el paso de los dragones hacia el agua"; si ésta no se ve desde sus interiores, suplen su flujo beneficioso con fuentes o peceras, se inauguran en fechas de buen augurio y se construyen sobre cifras afortunadas, como el Centro Financiero Internacional, de 88 pisos. Las nuevas torres compiten entre sí lanzándose dardos invisibles a través de aristas o líneas dibujadas en sus fachadas, y se defienden colocando espejos o cañones defensivos en sus azoteas. El más exitoso de momento, el Banco de China, imita el crecimiento del bambú mientras lanza unos triángulos- flecha a sus competidores más próximos.

Los más sutiles captarán también las estrategias de los comerciantes, la abundancia de llamativos rojos y dorados en la decoración, o la casualidad de que casi todos los carteles de precios lleven algún que otro ocho entre sus cifras. Si desde la noche de los tiempos los chinos han destacado por su capacidad mercante, en este caso las Tentaciones del Dragón suponen un auténtico paraíso de compradores por la variedad de productos, por las constantes ofertas y por la posibilidad de adquirir las modas más caras de Occidente a precios inferiores.

El bullicio de las galerías comerciales -algunas de ellas nocturnas, como la de Temple Street- se complementa con el barullo de sus mercados de alimentación y con una variedad inagotable de restaurantes, cuya gastronomía está catalogada entre las más ricas del mundo, pues en el Estómago del Dragón se fusionan acertadamente los sabores de Oriente y Occidente.

Pasear por los mercados culinarios supone uno de los hitos de cualquier visita, aunque conviene advertir que no es una experiencia apta para todas las sensibilidades. La pasión china por la máxima frescura de los alimentos desemboca en la exposición de infinidad de criaturas mantenidas vivas hasta el último momento, flotando en angostos barreños o bajo ataduras que las inmovilizan. Probablemente, la maravilla de Hong Kong reside precisamente en la inteligencia con que integra nuevas tradiciones sin perder la Memoria del Dragón.

Hong Kong es uno de los pocos lugares del mundo donde se pasa con una absoluta naturalidad del típico ritual inglés del té de las cinco de la tarde a la exquisita ceremonia japonesa del té, de un gimnasio equipado con las últimas tecnologías a practicar con enorme lentitud los estudiados y cadenciosos movimientos del tai chi, y donde podemos acudir al único museo (el Museum of Medical Sciences) donde se explican en paralelo las ventajas de la medicina occidental y de la tradicional china .

La Sabiduría del Dragón también se expande a lo largo de ciertas calles monotemáticas convertidas ya en pasaje ineludible, como la Ko Shing Street, dedicada por completo a la venta de hierbas, ungüentos e inquietantes productos de la más arcaica alquimia medicinal; o la Des Voeux Road West, que se ocupa de los pescados y frutos de mar deshidratados; o la Bonham Strand West, donde se compran los codiciados nidos de golondrina, tan apreciados en la gastronomía local; o la Wing Lox Street, donde hay una infinidad de clases de ginseng, esa raíz que supone el remedio de la salud por antonomasia.

A la hora de copiar el Sueño del Dragón, en Hong Kong podemos contar con varios establecimientos con el soñado lujo oriental. The Peninsula (hongkong.peninsula.com) es el mejor ejemplo, seguido del mítico Mandarín Oriental (www.mandarinoriental.com/hongkong), totalmente renovado, el Grand Hyatt (hongkong.grand.hyatt.com) o el Island Shangri-La (www.shangri-la.com), con amplias piscinas, espectaculares suites y spas y salones de belleza donde sentirse como emperadores mandarines.

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