Hoces del Ebro y el Rudrón, un lugar de ensueño para amantes de lo bonito

En el norte de la provincia de Burgos, el parque natural de los Hoces del Alto Ebro y Rudrón es un mundo de tesoros para todos los gustos: dibujamos la hoja de ruta básica para disfrutarlo al máximo

Hoces del rio Duraton, Burgos

Hoces del rio Duraton, Burgos

/ LucVi

En el norte de la provincia de Burgos, el parque natural de los Hoces del Alto Ebro y Rudrón es un mundo de tesoros para todos los gustos: dibujamos la hoja de ruta básica para disfrutarlo al máximo

Al norte de la provincia de Burgos, los ríos Ebro y Rudrón han horadado el páramo calizo durante milenios. El resultado es un impresionante paisaje de cañones abruptos llenos de biodiversidad, con unas pintorescas paredes que son además hogar de diferentes especies de aves rupícolas, entre ellas los buitres leonados.

Burgos, Hoces del Duratón

Mirador del Cañón del Río Ebro, Burgos

/ CARMEN MINGUEZ

En este parque natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, el agua ha creado parajes de gran belleza: el Pozo Azul, el manantial que emerge en la localidad de Covanera, la Cueva de los Moros en Barrio- Panizares, donde el río Rudrón resurge de nuevo, o la unión de los ríos Ebro y Rudrón a la altura de Valdelateja, son sólo algunos de los puntos clave en un mapa lleno de tesoros por descubrir. Y no sólo naturales.

Burgos, Hoces del Duratón

Mirador del Cañón del Río Ebro, Burgos

/ CARMEN MINGUEZ

Los pueblos que salpican estas tierras poseen un inmenso patrimonio monumental y cultural y son testigos de miles de historias : Pesquera de Ebro es famoso por sus casas blasonadas, Miguel Delibes ambientó muchas de sus novelas en los núcleos del Valle de Sedano y el petróleo dotó a Sargentes de la Lora de una singularidad muy especial. Lugares bonitos para descubrir con la calma y el sosiego que despiden los sitios rodeados de naturaleza.

A pie, en bici o en piragua por las hoces

Decenas de caminos conectan los miradores, los pueblos y los parajes más bellos de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón. Los hay para todos los gustos: más cortos o más largos, lineales o circulares, de distinta dificultad, para recorrer caminado o sobre dos ruedas y a pie de río o a vista de pájaro.

Burgos, Hoces del Duratón

Cañón del río Ebro, Burgos

/ CARMEN MINGUEZ

El más largo es el Camino Natural del Ebro, una gran ruta que acompaña al río durante unos 900 kilómetros. Algunas de sus etapas permiten descubrir esta obra de arte caliza creada por el Ebro, entre ellas las que conectan Pesquera de Ebro con Manzanedo y las que unen Pesquera y Orbaneja del Castillo, pasando por Valdelateja o por Turzo.

También entre Valdelateja y Orbaneja del Castillo existe un sendero circular de 17 kilómetros que se conoce como la ruta del Cañón del Ebro (PRC BU 1). Ofrece algunas de las panorámicas más bellas del desfiladero y permite apreciar la diversidad biológica y botánica de este territorio que combina vegetación atlántica, mediterránea y de ribera y cuenta con la presencia de especies como el cangrejo de río, nutrias, águilas reales o alimoches, entre otras.

Burgos, Hoces del Duratón, Orbaneja del Castillo

Orbaneja del Castillo, Burgos

/ MIGUEL A. MUNOZ ROMERO

Unos valores, los de esta ruta, que comparte el itinerario circular del desfiladero del río Rudrón que arranca en Hoyos del Tozo y avanza durante 9 kilómetros. Los más aventureros pueden unirse a las rutas en piragua que organizan algunas empresas de turismo.

Pequeños pueblos rodeados de naturaleza

En las 45.767 hectáreas de este parque natural, se alzan más de sesenta núcleos de población que pertenecen a una decena de municipios. Ubicados en parajes de gran belleza natural, cada uno de ellos tiene sus particularidades, pero existen varias paradas básicas.

Ebro, Orbaneja del Castillo, Burgos

El ebro a su paso por Orbaneja del Castillo

/ cineuno / ISTOCK

A orillas del río, el patrimonio de Pesquera de Ebro incluye casas solariegas de sillería caliza con arcos en sus entradas y soberbios escudos nobiliarios en las fachadas, de los siglos XVI y XVII. También merecen una visita la iglesia de San Esteban y la ermita de San Antonio, al otro lado del puente medieval que cruza el Ebro. Cerca se halla uno de los miradores más espectaculares sobre el cañón.

Cañón del Ebro, Burgos

Cañón del Ebro, Burgos

/ J2R / ISTOCK

Paisajes y patrimonio también compiten en belleza en Escalada, otra de las localidades ribereñas. Fundada en el siglo IX por los condes castellanos para repoblar esta la zona, atesora varias casonas solariegas, como el magnífico palacio de los Gallo. En lo alto, la iglesia de Santa María la Mayor conserva algunos elementos románicos como su magnífica portada.

Burgos, Valdelateja, Rio Rudron

El río Rudrón a su paso por Valdelateja, Burgos

/ Txiriguili / ISTOCK

En Valdelateja, el río Rudrón acude al encuentro con el Ebro en un hermoso paraje de cortados, a pocos pasos de la localidad. Sus calles estrechas y las casas de piedra con tejados rojos a dos aguas crean una estampa muy pintoresca, coronada además por una ermita prerrománica dedicada a las santas Elena y Céntola.

Y de allí a Sedano, el Sedano de Delibes, que cautivó un verano y secuestró de por vida.

El territorio Delibes

A pesar de haber nacido en Valladolid, Miguel Delibes se convirtió en uno de los vecinos más ilustres del Valle de Sedano: «Yo me enamoré de Sedano casi al mismo tiempo que de mi mujer» confesó el escritor. Su esposa, Ángeles de Castro, veraneaba aquí y un joven Delibes recorría, desde Molledo, en Cantabria, 100 kilómetros en bicicleta para visitarla.

Sedano, Burgos

Iglesia de Sedano, Burgos

/ Mariano Villalba

El idilio con esta zona burgalesa le duró toda su vida. En 1958 se construyó una pequeña cabaña para pasar los veranos y, años después, con la familia creciendo a buen ritmo, adquirió una casona de piedra. Su estío familiar transcurría entre salidas al campo, lecturas, paseos en bicicleta y visitas al río Moradillo para coger cangrejos.

La huella de Sedano se percibe en su obra. Personajes, lugares o situaciones aparecen en libros como “Pegar la hebra, “Castilla habla” o “El disputado voto del señor Cayo”, ambientado en el pequeño pueblo de Cortiguera, y llevado al cine con Francisco Rabal como protagonista.

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