La Habana esencial

La capital de Cuba sigue reinventándose con nuevos restaurantes y alojamientos, y mantiene sus clásicos paseos por el Malecón y la Ciudad Vieja. La Habana cautiva a todo aquel que la visita. Estos son sus lugares esenciales.

Gran Teatro de La Habana
Gran Teatro de La Habana / Eduardo Grund

LA HABANA VIEJA La calle Obispo, O’Reilly y la Avenida del Puerto

Muchas fachadas de edificios de La Habana Vieja o Centro Habana parecen estar a punto de desmoronarse. La iniciativa privada y un grupo de autónomos, conscientes de que este espacio habanero constituye uno de los conjuntos coloniales mejor conservados de América, impulsan su resurgimiento. De sus más de tres mil construcciones, novecientas están consideradas de importancia histórica y alrededor de un tercio han sido rehabilitadas.

La Ciudad Vieja sigue siendo ese entrañable espacio urbano de las cuatro plazas emblemáticas –Armas, Vieja, Catedral y San Francisco– y de los baluartes militaresespañoles de La Fuerza y La Cabaña. La Avenida del Puerto, que partía del castillo de San Salvador de la Punta hasta los viejos muelles y la estación de tren, se ha convertido en un encantador paseo, presidido en la Alameda de Paula por la Columna de O’Donnell y la estatua del gran poeta cubano Nicolás Guillén, por donde caminan los habaneros divisando al otro lado de la bahía las vistas de la iglesia de Nuestra Señora de Regla y de las antiguas refinerías. Todo el paseo ha recuperado ese esplendor que conoció la alta sociedad cubana antes de la Revolución, su lugar preferido para exhibirse en la ciudad intramuros.

La Habana Vieja aparece ahora repleta de bares y restaurantes, donde actúan pequeños grupos musicales mientras los turistas bailan al son del clásico Guantanamera o del chachachá Vacilón, que rico vacilón, a solo unos pasos de las nuevas galerías de arte que se confunden con los patios de las casas y palacios coloniales. Con continuas sorpresas, inesperadas salvo en un lugar como La Habana. La librería antigua Victoria, en la calle Obispo, principal arteria de la Ciudad Vieja, es centro de reunión de intelectuales, con ejemplares que son joyas históricas. En la misma vía, la escuela de niños Centro José Martí, solo protegida por una reja de hierro, permite ver a sus profesores y alumnos en clase. El bar Bilbao, en el 302 de O’Reilly, es propiedad de seguidores del Athletic desde antes de la Guerra Civil española. Y están los jardines que ejercen de pequeños oasis para leer y huir del bullicio turístico en este casco histórico declarado Patrimonio Mundial de la Unesco en 1982.

Faro del Castillo del Morro y el Malecon

Faro del Castillo del Morro y el Malecon de La Habana

/ Eduardo Grund

EL MALECÓN Y LA RUTA HEMINGWAY La Bodeguita, el Floridita y el hotel Ambos Mundos

Inevitablemente hay que parar, con puro habano o sin él, en la Bodeguita del Medio y en Floridita, cunas del mojito y del daiquiri (5 y 6 CUC la pieza). Es La Habana de Hemingway, que atrapa tanto a los seguidores del escritor norteamericano como a todos los extranjeros. Los cubanos prefieren, sin embargo, concentrarse los fines de semana por la tarde-noche en el Malecón para pescar, celebrar un cumpleaños, darse un chapuzón –aunque esté prohibido–, comprar una botella de ron y sentarse en el muro o simplemente dar rienda suelta a las primeras pasiones amorosas.

Muy cerca de esos dos locales emblemáticos se puede visitar la habitación 511 del hotel Ambos Mundos por 2 CUC, la estancia favorita de Hemingway entre 1928 y 1939, antes de que se mudara a su última residencia, Finca Vigía, en las afueras de La Habana. En esta pequeña habitación con baño comenzó a escribir en Cuba. Fundamentalmente artículos de pesca para la revista Esquire, cuentos cortos y algunos libros como Muerte en la tarde o Las verdes colinas de África. Llaman la atención en el cuarto sus objetos personales: las cañas de pescar, su máquina de escribir y la mesa de trabajo que subía y bajaba de altura, pues Hemingway trabajaba de pie tras ser herido en la rodilla durante la I Guerra Mundial.

A solo unos pasos del hotel Ambos Mundos, que puede servir de parada para descansar y tomar un mojito en su terraza-mirador de la planta sexta, se alza la Plaza de Armas, el embrión de la ciudad, con su histórico Templete, donde se celebró la Misa inaugural y se organizó el primer cabildo tras la fundación de La Habana en 1519. La iglesia original de la ciudad se levantó en esta plaza en el solar que hoy ocupa el Palacio de los Capitanes Generales, actual Museo de la Ciudad, con una bella estatua de mármol blanco dedicada a Cristóbal Colón en el patio central. Se dice que es este el edificio histórico más importante de la ciudad, pues fue la residencia de los capitanes generales españoles entre 1791 y 1898. También son destacables el castillo de la Real Fuerza, el primer baluarte defensivo de los españoles, con su giraldilla en la torre oeste, y el hotel Santa Isabel, que ha recibido a huéspedes como Jimmy Carter, Sting y Jack Nicholson.

LAS PLAZAS EMBLEMÁTICAS Armas, Vieja, Catedral y San Francisco

La Plaza de Armas es en la actualidad en La Habana Vieja la plaza de los libreros y de los coleccionistas de sellos y billetes. San Francisco, en cambio, destaca por sus caleseros, las mulatas vendedoras de flores y las palomas que abarrotan este recinto presidido por la Fuente de los Leones, ya frente a la aduana del puerto. La Plaza Vieja, la más ecléctica desde el punto de vista arquitectónico, representa la simbiosis del barroco cubano con el art nouveau de inspiración gaudiana, con un puñado de restaurantes, tiendas y cafés que hasta 2014 pertenecían al Estado y hoy han pasado a manos privadas, símbolo del impulso de los nuevos negocios particulares que poco a poco van aumentando en la capital. La Plaza de la Catedral completa el póquer de plazas habaneras, como si se tratara de un auténtico museo barroco, con su catedral de la Virgen María de la Concepción Inmaculada a la cabeza. Del templo, que guardó lo restos de Colón durante un siglo antes de ser trasladados a Sevilla, dijo Alejo Carpentier que era como “la música grabada en la piedra”. Una catedral vistosa desde cualquier ángulo, de la que parten varias calles encantadoras repletas de establecimientos. En una de ellas, el pequeño callejón del Chorro, abre Doña Eutimia, que pasa por ser uno de los restaurantes más apreciados en la capital por sus frijoles, sus langostas y la ropa vieja, el clásico de carne en La Habana.

HABANA CENTRO El Capitolio, la Ópera y el Museo de Bellas Artes

En un paseo por el casco viejo tampoco puede faltar la visita a Habana Centro, pues proporciona una mirada reveladora de la vida local más auténtica. El Capitolio aparece en este barrio como el faro más majestuoso e imponente de la isla. Se inauguró en 1929, a imitación del Capitolio de Washington, costó 17 millones de dólares y en él trabajaron más de cinco mil obreros durante casi 39 meses. En la actualidad se encuentra en periodo de restauración para ponerlo a punto en el 500 aniversario de la ciudad, en 2019. Muy próximos a este gran edificio neoclásico brillan otros dos por su belleza arquitectónica: el Gran Teatro de la Ópera, que lleva ahora el nombre de la bailarina y coreógrafa Alicia Alonso, tras haber sido para los más viejos del lugar el Centro Gallego de la isla, y el Museo Nacional de Bellas Artes, que muestra una interesante colección de arte, desde la cerámica griega hasta el pop art cubano. Solo hay que dar unos pasos más para adentrarse en el Barrio Chino, quizás uno de los más surrealistas del mundo por la falta de chinos, tras haberse convertido en el barrio asiático más grande de América Latina en la década de 1920. Lo prueba que ahora solo hay un chef de esta nacionalidad en el barrio, Luo Shu Gui, en el restaurante Tien Tan, que abre en Cuchillo, 17.

REGLA Y MIRAMAR La santería, el Tropicana y el Edificio Bacardí

A medida que el visitante profundiza en el descubrimiento de la ciudad se percata de que no hay una sola Habana. Existe La Habana marinera de Regla, muy querida por los seguidores de la santería; La Habana de Miramar, que mantiene los balnearios y las residencias de la alta sociedad cubana junto a la playa antes de 1959, de aquellos que acabaron emigrando a Estados Unidos, y que conocieron el famoso Tropicana, todavía abierto, con su espectáculo de cabaret al aire libre inaugurado en 1939; o La Habana art decó, con un magnífico exponente, el Edificio Bacardí, de doce plantas, en la Avenida de Bélgica, una joya arquitectónica de los años 30 que en su momento fue la construcción más elevada de la isla.

EL VEDADO La Revolución, el Che y el hotel Habana Libre

Capítulo aparte merece el barrio señorial de El Vedado, distrito residencial con una simbólica explanada para todos los cubanos durante la etapa castrista. La Plaza de la Revolución, rodeada de edificios grises construidos a finales de los años 50, sigue siendo la sede del gobierno de la isla, con el rostro del Che Guevara en la fachada del edificio del Ministerio del Interior, frente al mausoleo de José Martí, el lugar elegido por el gobierno cubano para homenajear a Fidel Castro tras su muerte. El Vedado es un barrio con otro buque-insignia, el hotel Habana Libre, antiguo Habana Hilton, tomado por los seguidores de Castro en 1959 para gobernar desde él durante los primeros meses de la Revolución.

A pocos metros está la Universidad, levantada por los españoles en 1779, con su célebre escalinata que preside la estatua Alma Mater, donde los estudiantes celebran cada año su graduación. Y unos metros detrás, junto a la Universidad de Matemáticas, se exhibe un tanque capturado por los rebeldes castristas en 1958. Y a un lado, “el árbol de la libertad”, escenario de las primeras proclamas contra el racismo que culminaron en el callejón de Hamel, cerca del Malecón, en defensa de los estudiantes de raza negra. Hoy en este callejón lleno de grafitis y bares sicodélicos los locales beben el negrón, una versión del mojito más barata, sin apenas alcohol y con miel. El callejón de Hamel, en Centro Habana, constituye el principal templo de la cultura afrocubana en La Habana.

Paladar de San Cristóbal
Paladar de San Cristóbal / Eduardo Grund

San Cristóbal, el restaurante de la familia Obama

A Carlos Cristóbal Márquez, dueño del paladar (restaurante privado) San Cristóbal, en La Habana, le tocó la lotería el día que Obama y su familia decidieron cenaren su restaurante durante la visita del presidente norteamericano a Cuba en marzo de 2016. Desde ese día, el local de este cubano nacido en 1959 (año de la Revolución) tiene todas sus mesas reservadas. La mayoría quiere comer en el saloncito reservado, lleno de antigüedades, donde la familia Obama degustó la cena. El presidente probó un solomillo especial de la casa triple A con puré de patatas (16 CUC); su esposa, Michelle, se decantó por unas tentaciones habaneras (fajitas de filete); todo regado con una botella de vino (80 CUC) y completado con un pudin casero de frutas. “Me enteré que venía Obama y su familia –comenta el propietario y chef del local– media hora antes de su llegada. Reservaron mi local completo a nombre de la Cámara de Comercio de Cuba y me puse con los nervios de punta, casi mudo. Imagínese, el presidente más poderoso del mundo en mi casa... Al final, toda la familia disfrutó mucho. Obama pagó la comida y quiso conocer a mi familia. Visitó el salón de mi casa y su hija mayor nos ayudó en la traducción. Todos estuvieron encantadores...”. Instalado en un antiguo caserón de la primera mitad del siglo XX de la zona de Centro Habana, el paladar San Cristóbal es en su parte baja un local de cocina caribeña con un toque español. Su especialidad es el pescado y el solomillo, aunque Carlos Cristóbal asegura que toda su carta es excelente porque está preparada “con amor y cariño”. En la planta segunda se encuentra su casa, con detalles gaudianos en la decoración interior.

Viñales
Viñales / Eduardo Grund

Excursión a Viñales en Pinar del Río

El Valle de Viñales, Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1999, es una de las clásicas excursiones desde La Habana. Se encuentra a 180 kilómetros de la capital y el viaje permite admirar las formaciones rocosas de este lugar único, unas llamativas elevaciones cársticas conocidas como mogotes. Entre ellas destaca la réplica de una pintura prehistórica en un muro rocoso, realizada bajo la dirección del director de la Academia Cubana de Ciencias, Leovigildo González Morillo. En el mogote se observan dibujos de moluscos, antiguos organismos marinos, dinosaurios y figuras humanas. El objetivo visual no es otro que realizar un recorrido por la historia de la Tierra y sus seres vivos o por la historia de la Vida en la Tierra. En Viñales hay excelentes playas, buen marisco y un alojamiento especial ya que el 80 por ciento de sus casas ofrece hospedaje para compartir unas vacaciones con los vecinos del pueblo. Todo el valle es famoso por su excelente tabaco. La planta del tabaco se cultiva entre noviembre y febrero; una vez que se recoge, la fértil tierra de este valle se aprovecha para sembrar malanga, yuca y maíz hasta octubre.

Síguele la pista

  • Lo último