El decimonoveno país más grande del mundo, con un millón y medio de kilómetros cuadrados, vive casi en silencio. Apenas 2,8 millones de habitantes se reparten por sus estepas y montañas al norte y oeste, y al sur, por el segundo desierto en aridez y extensión -4.830 kilómetros- del planeta: el Gobi. Más de un 30 por ciento de su población practica un sistema de vida nómada o seminómada. Esta característica, sumada al alto porcentaje de miembros de la etnia mongol -casi el 90 ciento-, hace que la imaginación asocie sus llanuras de belleza pura y solitaria al recuerdo de Genghis Khan y al tronar de los caballos salvajes por sus estepas. De mayo a octubre, el turismo descubre la fascinante realidad de este país atemporal, poblado de espacios como el recinto arqueológico de Bayanzag -uno de los mayores yacimientos de huevos y esqueletos fosilizados de dinosaurios-; el Parque Nacional Tavanbogd, atravesado por el río Dayan Nuur -que resulta ideal para la práctica del rafting-, y el monasterio de Amarbayasgalant Khiid, del siglo XVIII. Los deportes activos, como las rutas a caballo, en camello o en todoterreno a través de la inmensidad del desierto del Gobi (consultar www.visitmongolia.com), o la escalada y el senderismo encabezan la demanda del turismo joven.
www.mongoliatourism.gov.mn
Gobi, el silencio nómada
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