Por su posición en el meollo del Mediterráneo, los tunecinos llevan siglos aprendiendo a recibir al extranjero y a asimilar de él lo que les es útil. Aunque los cristianos quedaran al norte y los musulmanes al sur, el alma del Mare Nostrum empapa sus dos orillas a través de una arquitectura, una tradición, una música, una cocina y hasta un sentido del humor muy parecidos, a pesar de lo jugoso de las diferencias. Desde Tabarka, la primera ciudad de su litoral, hasta Zarzis, en el extremo opuesto, se desparraman paisajes y pueblos que encierran el tarro de las esencias del Mediterráneo tanto como las costas de Italia, Grecia o España.
Exótica y generosa Túnez
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Casa típica en Houmt Souk, en la isla de Djerba.
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Con una nueva Constitución (la más avanzada hasta la fecha del mundo musulmán) y un nuevo gobierno, Túnez ha recuperado el interés del turismo.
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Hammamet era apenas una aldea de pescadores cuando recalaron por ella Paul Klee
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Vista del minarete de la Gran Mezquita Zitouna, la principal de Túnez, en la capital.