Hemos encontrado la aldea portuguesa del auténtico "menda lerenda"

Castelo Mendo tiene detrás una misteriosa leyenda de amor

Castelo Mendo, Portugal
Castelo Mendo, Portugal / vector99

Es una de las expresiones más arraigadas de la capital de España y hasta tiene constituida una república, la República Errante Menda Lerenda, que está más en auge que nunca desde que varios ciudadanos hayan alegado pertenecer a ella durante la pandemia para evitar la multa por una infracción. Pero, más allá de las anécdotas, Portugal cuenta con una aldea histórica que, no solo lo lleva impregnado en su nombre, sino que ha generado una misteriosa leyenda de amor en torno a esta realidad.

Castelo Mendo, un pueblo medieval situado en la Raya, nos habla de una época pasada, de una zona de castillos, del valor de lo antiguo y de la legendaria historia entre Don Mendo y Doña Menda.

Castelo Mendo, Portugal
Castelo Mendo, Portugal / Tiago_Fernandez / ISTOCK

En el selecto grupo de las Aldeas históricas de Portugal

Castelo Mendo pertenece a la red de Aldeas históricas de Portugal, un pequeño grupo de doce localidades situadas en la región Centro del país que forman parte esencial de la creación de la frontera con España, en esa franja compartida denominada la Raya. Poblaciones que tienen un pasado común de luchas fronterizas, que en la mayoría de los casos cuentan con un castillo como signo distintivo de esa realidad histórica.

Situada a muy poca distancia de la provincia de Salamanca, Castelo Mendo es un pueblo de esencia medieval que ha sido fruto de una profunda labor de restauración y conservación. Se emplaza en una elevación sobre la que ocupaba una marcada posición estratégica. No obstante, este punto fue ocupado desde antiguo, como dejan constancia los dos verracos que flanquean la Porta dos Berroes, testigos de la presencia en estos parajes del pueblo vetón.

Castelo Mendo, Portugal
Castelo Mendo, Portugal / DoloresGiraldez / ISTOCK

Rodeada de murallas que datan del siglo XII, momento en el que el castillo existente toma mayor relevancia en la zona, el núcleo de casas de piedra – algunas de varios siglos de antigüedad - y estrechas callejuelas es un absoluto remanso de paz debido a la vida tranquila que se respira en esta población que apenas llega a los cien habitantes.

Al traspasar una de sus puertas y penetrar más allá de sus murallas tenemos la sensación de que aquí los acontecimientos transcurren a otro ritmo diferente. Al pasear por las calles e ir ascendiendo hasta la parte alta, donde se sitúan los restos del castillo, pasamos por algunas plazoletas donde nos topamos con algunos detalles del patrimonio de la villa como la fuente nueva, el pelourinho o la iglesia Matriz de Castelo Mendo.

Castelo Mendo, Portugal
Castelo Mendo, Portugal / Nuno Almeida / ISTOCK

Ya arriba, desde donde se puede disfrutar de unas vistas excepcionales de todo el entorno, las piedras parecen hablarnos de las historias allí acontecidas. La Iglesia de Nuestra Señora del Castillo y su capilla nos permiten adivinar la vida en otros tiempos mientras detalles como la tumba del hidalgo de Castelo Mendo nos sume en un estado nostálgico solo superado por las vistas del valle del río Côa.

Castelo Mendo, Portugal
Castelo Mendo, Portugal / vector99 / ISTOCK

La leyenda de Don Mendo y Doña Menda

Castelo Mendo es una freguesía del distrito de Guarda que mira a la tradición desde su privilegiada posición en lo alto del promontorio. El nombre de la localidad responde a esa tradición histórica que nos habla del primer gobernador que ostentó este cargo en la villa, Don Mendo Mendes.

En una de las casas de la localidad, que cuenta casi con medio milenio a sus espaldas, y que antaño fue el lugar donde se ubicaba el ayuntamiento, el tribunal y la prisión, aparece una figura de piedra que sobresale de uno de los muros. Mientras, enfrente de ella, otra figura de análogas proporciones destaca de los muros de otra casa.

Castelo Mendo, Portugal
Castelo Mendo, Portugal / Tiago_Fernandez / ISTOCK

Según cuenta la leyenda más extendida en la población, la primera representa a Don Mendo y la segunda a Doña Menda, quienes no pudieron dar rienda suelta a su amor en vida por pertenecer a estratos sociales diferentes. La manera en la que se sitúan en los muros de piedra hace alusión a esos amantes condenados a contemplarse por la eternidad sin poder alcanzarse.

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