Las Encartaciones, la ruta del misterio verde

La comarca de Las Encartaciones, en la parte más occidental de Vizcaya, y limítrofe con Cantabria y Burgos, es una tierra montuosa de valles encajados. Las Encartaciones son recónditas, sorprendentes y desconocidas. Pero, sobre todo, son verdes.

Balmaseda,  encartaciones, pais vasco
Balmaseda, encartaciones, pais vasco / Sima_ha

El verdor de las inexploradas Encartaciones discurre desde los fragores del Ibaizabal industrial, a la calma bucólica del valle de Carranza. Un color esmeralda que se despliega por la Vía Verde de los Montes de Hierro. Entre valles y montañas, aquí se expanden espectaculares e increíbles pueblos. Esta maravillosa comarca vasca, que limita con Cantabria, Burgos y Álava, posee una tierra fértil propicia para frutales, cosechas de patata, alubia, tomate, pimiento y verduras. Su terreno montañoso es rico en excelentes pastos para el ganado y posee interesantes canteras, minas de hierro y otros metales, algunas explotadas ya en tiempo de los romanos. Y entre considerable riqueza natural, destaca el Parque Natural de Armañon. Al parecer, el nombre de Encartaciones proviene de las cartas forales entre el señor de Vizcaya y los moradores de esta tierra.

Pero su historia viene de más antiguo como señala los restos arqueológicos de Carranza y Galdames. En origen, las Encartaciones estaban habitadas por la tribu prerromana de los autrigones. Más tarde, se asentaron los romanos por el valor estratégico como ruta comercial, y construyeron una importante calzada, de la que aún se conserva parte y algún miliario. Las Encartaciones son un mundo para descubrir, un paraíso hermoso que, como sucede muchas veces, se localiza en un lugar de difícil llegada. De acceso algo complicado es la catedral subterránea de Pozalagua en las peñas de Ranero, en Carranza. Esta maravilla geológica, la segunda del mundo tras unas grutas australianas por su número de estalactitas excéntricas en forma de flor. Estas formaciones minerales no caen al suelo, sino que remontan vuelo hasta el techo, y forman un tupido tejido calcáreo, cuyos hilos no se rozan. Aquí también está la llamada Torca del Carlista, la cueva subterránea más grande de Europa, a la que se accede descendiendo más de 150 metros haciendo rappel.

Las Encartaciones también es tierra de torres a las que más tarde se adosaron palacios, y lares de casonas y caseríos, envueltos en bellos parajes naturales. Sus ferrerías fueron de gran importancia, ya que de ellas vivían los habitantes del valle, y hasta mediados del XX han estado en funcionamiento. Tan solo en los 9 kilómetros que recorre el río Herrerías, se llegaron a ubicar 2 molinos y 9 ferrerías. Los habitantes del Valle han sabido aprovechar como nadie las pendientes naturales del río, fabricando presas para la retención del agua y su encauzamiento. Esta tierra de bosques y valles ofrece una gastronomía sensacional, donde, sus quesos de oveja carranzana, miel, licores, hortalizas y carnes, van acompañados del pan de Gordexola, célebre desde finales del XVIII por su especial calidad y sabor.

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