El origen está en Jaca

Jaca es el origen de muchas cosas. Del Reino de Aragón, del fomento del turismo de montaña, del románico más antiguo, de la recuperación del folclore o del Camino de Santiago. El peso de su historia ha sabido acomodarse para hacer de esta ciudad una moderna capital pirenaica con todos los servicios y disfrutes para el viajero.

La Fortaleza de San Pedro de Jaca, en la Ciudadela.
La Fortaleza de San Pedro de Jaca, en la Ciudadela.

Desde los llanos de Sabiñánigo se observan los mágicos perfiles de Peña Oroel, la silueta con la que es indispensable relacionar a Jaca. Un trazado característico que protege a esta ciudad, a los pies del río Aragón y al amparo por el norte del Somport. Detrás, Francia. Lo primero que sorprende en Jaca es su dinamismo de pequeña ciudad burguesa entre altas montañas. Su tráfico, sus comercios, sus avenidas arboladas, nos recordarían a otras ciudades si no fuera por el inmenso número de apartamentos y urbanizaciones para turistas y amantes del deporte.

La ciudad está hecha para pasear, así que conviene aparcar en las inmediaciones de la Ciudadela, una peculiar fortaleza militar muy querida por los jacetanos. La Ciudadela es un pentágono amurallado, rodeado por un inmenso foso, que se construyó en los siglos XVI y XVII para defender la localidad de las incursiones francesas. Durante años fue destino de militares de mala reputación y, a pesar de que es un edificio militar, muy pocas veces ha cumplido su misión defensiva. Hoy es el monumento emblemático de Jaca. La Ciudadela recuerda a otras fortificaciones similares, como la de Pamplona o la del peruano fuerte de San Felipe, en El Callao. La presencia militar en Jaca ha sido abundante a lo largo de los siglos.

Capital de servicios

Tras visitarla, nos adentramos en el casco histórico, por la calle Mayor, punto neurálgico de la ciudad y desde la que se accede a los edificios históricos más destacados. También es la calle que nos demuestra la importancia comercial de Jaca. Sus tiendas recuerdan a un pasado esplendoroso en el que la ciudad fue una capital de servicios (y aún lo sigue siendo) para un amplio número de montañeses que bajaban de sus pueblos para abastecerse durante largas temporadas. En la calle Mayor y sus adyacentes encontramos carnicerías de primera calidad, refinadas confiterías, tiendas de ropa, ferreterías y negocios multiservicio. El paseo es agradable y entretenido. Es imprescindible.

Al desviarnos por Echegaray topamos con la catedral. Y no es una catedral cualquiera. En Jaca, decir catedral es sinónimo de hablar del origen del románico español y de uno de los más importantes monumentos de este estilo. Esta ciudad fue origen del primitivo Reino de Aragón, en 1077, año en el que se inició la construcción del templo. El rey Sancho Ramírez le dio en esa fecha sus fueros y su condición de capitalidad. De ahí que se construyera una catedral cuyo pórtico es único. Sus tres naves son una lección de arte románico, así como su ábside. En él se aprecia el ajedrezado jaqués, un caprichoso ornamento único en el estilo románico y que rodea todo el edificio. La catedral esconde importantes tesoros artísticos, que están custodiados en el museo diocesano. Actualmente el museo está cerrado por reformas (se prevé su apertura para el 2010), pero el templo se puede visitar por las mañanas y por las tardes de cinco a ocho. El recogimiento y la discreción del románico se puede contemplar en todo su esplendor desde cualquiera de las cuatro recoletas plazas que albergan la catedral (la de San Pedro, la de la Catedral, la de Biscós o la de Ripa). Es el momento de tomar un refrigerio en cualquier rincón de estas cuatro plazas.

Retrocedemos de nuevo hasta la calle Mayor para observar la fachada del Ayuntamiento, construcción del siglo XVI que es una mezcla de estilos vascos y aragoneses. La casa consistorial, renacentista y con portada plateresca, ofrece una galería de arcos que son una buena muestra de la construcción civil aragonesa. Bajando hasta el final de la calle Mayor, un templo digno de ver para amantes de la historia: el monasterio de las benedictinas, donde están las iglesias de San Salvador y San Ginés y se custodia el sarcófago de Doña Sancha, hija del rey aragonés Ramiro I. Este sarcófago es otro de los más importantes monumentos románicos del mundo por sus intrincados relieves en piedra con escenas talladas. ¡Y es del siglo XII! Proviene de un templo situado a varios kilómetros de Jaca y de visita muy recomendable, Santa Cruz de la Serós.

El románico jaqués nos lleva casi toda la mañana. El paseo por el casco antiguo está lleno de sorpresas. De los comercios y edificios novecentistas a los templos y edificaciones medievales. Todo en una mezcla que no incomoda sino que confiere al paseo una agradable sensación. Esta fácil convivencia de estilos se da en muy pocas ciudades. Y menos en una como la capital de la Jacetania, que no llega a los 12.000 habitantes. Conviene ver otra iglesia, la del Carmen, por añadir a la mezcla de estilos otro más, el barroco.

A muy pocos metros se halla otro peculiar edificio histórico de Jaca. Es la conocida como Torre del Reloj, una monumental edificación que se levanta en la plaza del Marqués de la Cadena, guardiana del reloj que dio la hora a los jacetanos durante años antes de convertirse en prisión. Por eso aún conserva popularmente el nombre de Torre de la Cárcel. Es de perfecta planta cuadrada de estilo gótico, que se levantó como vivienda particular en el mismo lugar que sirvió como residencia del rey Ramiro I de Aragón (siglo XI) hasta que un incendio la destruyó. Ahora alberga el Centro de Estudios Pirenaicos, perteneciente al Consejo de Europa.

Cocina rotunda y sencilla

Con tanto paseo y tanta historia viva, al paseante le entra un hambre feroz. No hay ningún problema, pues pocos lugares pueden presumir de tener una tan amplia y variada oferta de restauración de calidad en proporción a sus habitantes. Últimamente en numerosas ciudades aragonesas se está desarrollando una cocina moderna de notables resultados, aunque es pecado estar en Jaca y no probar la rotunda pero sencilla gastronomía montañesa. Los asados de ternasco, los guisos de jabalí, ternera o corzo, las migas, las sopas de ajo, el bacalao con pimientos y una repostería cuidadosa son el menú tradicional de una tierra en la que sus restaurantes pueden satisfacer a cualquier amante de la buena mesa. Es sorprendente la extraordinaria calidad y el buen gusto de los siete restaurantes que se encuentran en esta zona. Todos valen la pena: el mesón Cobarcho, la Cadiera, el Biarritz, el Jaqués, el Lilium, la Cocina Aragonesa (extraordinario, pero para bolsillos generosos) o el Tizón. En todos ellos se combina la carta tradicional con algún otro plato más audaz.

Tras la comida, es el momento de ir a alguna de las punteras instalaciones deportivas que, sin abandonar la ciudad, están en la parte nueva. Destaca el Palacio de Hielo, una divertida instalación en la que todo el que lo desea puede patinar y darse coscorrones. Es una instalación municipal construida en 1972, de madera, con graderío para 2.000 personas y que, además de estar abierta para todos los públicos, ha acogido importantes acontecimientos deportivos de invierno. Además, es la sede del equipo local de hockey sobre hielo, uno de los más laureados de España. Este edificio de madera pronto dará paso a uno nuevo que se está edificando, al igual que el cercano Palacio de Congresos.

La tarde en la montaña es corta, y para acabar la jornada, antes de buscar refugio en algún garito de moda y en el hotel, subimos hasta el fuerte Rapitán, una instalación militar construida en 1884 y que está abierta a todos los públicos en un monte a las afueras de Jaca. Contemplar el atardecer desde aquí, viendo cómo el sol se esconde entre las montañas de Collarada y la Canal de Berdún, es un espectáculo único e inolvidable.

Para terminar, cuatro tapas por los bares del casco viejo y alguno de los bares de marcha que están por la misma zona. Mejor eso que coger el coche para visitar otros que también hay por las afueras. Para dormir, en el mismo centro de Jaca hay dos buenas posibilidades: el Gran Hotel y el Hotel Conde Aznar. Hay que descansar, porque al día siguiente Jaca abre las puertas a los Pirineos y eso merece estar bien despierto.

Síguele la pista

  • Lo último