Cuajado de espesos bosques, lagos y marismas, y mayoritariamente plano, Estonia es el más septentrional y el más pequeño de los tres países bálticos, con poco más de 45.000 kilómetros cuadrados de superficie y unos 600 kilómetros de costa que prácticamente dibujan un ángulo recto, con una cara mirando al oeste y otra encarando el norte con abruptos acantilados. Ahora, el protagonismo que caracterizó a Estonia durante la Edad Media viene resurgiendo desde hace un par de décadas, como potente imán turístico. El cálculo anual de visitantes duplica ya al de la población local, siendo Tallin, de entre las tres capitales bálticas, la que mayor número de turistas extranjeros atrae.
El corazón de Tallin
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El palacio barroco de Kadriorg
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Tienda de recuerdos medievales
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Museo Marítimo.
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Taberna tradicional El Molino.
El corazón de Tallin
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Vendedora de artesanias en Tallin
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El castillo de Kuressaare
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Uno de los parques que bordean el centro histórico de Tallin.
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La Catedral de San Alejandro Nevski destaca por sus cúpulas de cebolla, sus iconos ortodoxos y los frescos de su interior.