Delhi, esencia india

Delhi, capital de la India, cuenta con una población que ronda los catorce millones de habitantes. Situada en el noroeste del subcontinente, es visita obligada para entender y conocer mejor este impresionante país. No obstante, como primera toma de contacto Delhi puede resultar abrumadora tanto por su extensión como por la algarabía de sus calles. Una vez superado el impacto inicial, Delhi se presenta al visitante llena de magia, de magníficos monumentos arquitectónicos, de ricos parques y avenidas, de interesantes museos y de impactantes imágenes que el viajero nunca olvidará.

Delhi, esencia india

Edificio de la Secretariat, herencia de la Nueva Delhi británica.

/ Lucas Abreu

La llegada a Delhi a veces puede resultar algo estresante. En esta ciudad, como suele ocurrir en las grandes capitales, se mezcla lo mejor y lo peor del país. No se puede entender la India sin conocer su capital y las gentes que en ella viven. El número de habitantes de la ciudad baila de un registro a otro, pero oscila alrededor de los catorce millones de habitantes. Delhi huele a tierra mojada, a humo y a canela. Es un olor característico que el visitante revivirá infinidad de veces cuando haya regresado a su hogar.

Un buen punto de partida para conocer la ciudad es, sin duda, Conaught Place. Es el centro de la ciudad. Pertenece a la parte nueva de Delhi, bautizada por los ingleses como Nueva Delhi. Cuando en 1912 los ingleses trasladaron la capital del país de Calcuta a Delhi, la ciudad sufrió un gran cambio. Fue el arquitecto Edwin Lutyens el responsable de planificar la nueva ciudad que se construyó al sur de la antigua, hoy conocida como Old Delhi. Conaught Place es el vértice superior de un triángulo equilátero perfectamente visible desde el aire. La arteria que une esta gran plaza con la Puerta de la India, en el vértice inferior izquierdo, es Kasturba Ghandi Marg. De aquí nace Rajpath, el "camino de reyes", que une la Puerta de la India con el Parlamento. Este triángulo es Nueva Delhi. Podemos dedicarle un día completo a esta zona. Nos sorprenderá por las amplias y espaciosas avenidas y por los jardines que la adornan. A los jardines de la Puerta de la India suelen acudir los habitantes de la ciudad a tumbarse sobre la hierba, pasear y pasar la tarde comiendo algodón de azúcar. Los jóvenes pasean despreocupados y los turistas sacan sus mejores fotos al anochecer, cuando la puerta está iluminada. La Puerta de la India mide 42 metros y fue construida en honor a los soldados caídos durante la Primera Guerra Mundial.

La limpieza y luminosidad de esta zona contrasta abiertamente con la parte antigua de la ciudad, desbordante de encanto y de magia. Old Delhi esconde muchos secretos que podrán ir descubriendo los más observadores, los más atentos a las maravillas que se suceden. La calle principal del barrio antiguo es Chandni Chowk. Esta amplia calle está cercada por decenas de puestos adornados con llamativos carteles de colores en los que se vende absolutamente de todo. Los comerciantes salen al paso de los turistas ofreciendo su mejores precios, telas, maquinillas de afeitar, llaveros e incluso GPS de dudosa calidad. Los vendedores de la capital son excelentes comerciantes. Son perseverantes y encandiladores, pueden seguir a sus posibles clientes a lo largo de cientos de metros rebajando el precio inicial una y otra vez. Hay que tomárselo con calma.

En esta zona abundan los ciclo-rickshaws que arrastran sus cansados motores por calles decoradas con viejos anuncios de Sony o Nikon y carteles de películas de estética ochentera. Presidiendo Chandni Chowk se encuentra el Fuerte Rojo o Lal Quila, nombrado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 2007. Es una visita obligada, que permite disfrutar del sosiego y la calma que se respiran detrás de sus señoriales murallas rojizas. El Fuerte Rojo fue construido por el emperador mogol Shah Jahan entre 1638 y 1648. Tras las murallas se encuentran los pabellones imperiales. El más bello y mejor conservado es el palacio de mármol Diwan-i-Khas. Todavía conserva en sus altos pilares los adornos que antaño vestían todo el complejo recubiertos de jade, oro y piedras preciosas y semipreciosas. En sus paredes se repite una frase: "Si existe un paraíso en la tierra, está aquí, está aquí". La amplitud de los jardines y los canales que se usaban para refrescar todas las estancias hacen que sea posible vislumbrar lo que fue una vez el Fuerte Rojo, hogar de reyes. Se puede visitar un pequeño museo ubicado el lo que fue seguramente los aposentos de las mujeres. En éste se exponen trajes de la época, armas y mapas de la antigua India.

De vuelta a Chandni Chowk, aún queda mucho por ver y vivir. Tenga cuidado al cruzar la avenida que separa el fuerte de la calle. No existen los semáforos. Un buen consejo es que se junte a un grupo locales y que cruce pegado a ellos. Los vehículos paran de una manera casi intuitiva, pero no se confíe. La primera visita es el templo jainista de Digambara, el más antiguo de Delhi, que para sorpresa de los visitantes esconde en su interior un hospital de aves. Subiendo por la calle descubrirá un templo sij. En el edificio anexo al templo hay una oficina de información para turistas, donde los propios sijs, con sus turbantes y sus espesos bigotes, le explicarán en qué consiste su religión y le acompañarán en su visita sin pedir nada a cambio. Para entrar en este templo hay que descalzarse y cubrirse el cabello. Si no tiene un pañuelo, le dejarán uno. Entrar en este templo es toda una experiencia. Las paredes blancas están decoradas con arcos y detalles en dorado. Del techo cuelgan decenas de pequeñas lámparas, y en el suelo, cubierto de alfombras de colores, los fieles escuchan las palabras del sacerdote que desde un púlpito dorado lee el libro sagrado acompañado de instrumentos musicales de cuerda.

No puede irse de Delhi sin visitar el rosado templo de Akshardham, el modernista templo Birla o el Qutab Minar, una torre islámica de más de 70 metros de altura. Pero tal vez una de las visitas más completas que podemos encontrar en esta gran ciudad sea la de la tumba de Humayun. Se encuentra a tan sólo dos kilómetros al sur de la Puerta de la India. El visitante será recibido por la serenidad y la grandiosidad de las construcciones que forman este conjunto arquitectónico mogol. Es Patrimonio de la Humanidad desde 1993 y tal vez sea gracias a este título que se encuentra en un magnífico estado de conservación. El complejo consta de varias tumbas y mezquitas, pero, sin duda, la de mayor belleza es la tumba-jardín de Humayun. Construida en piedra arenisca roja y decorada con mármoles blancos y negros, es considerada como una precursora del famoso Taj Mahal de Agra.

En Delhi se puede encontrar belleza en cualquier rincón, desde las grandes tumbas de emperadores y reyes hasta los pequeños puestos coloristas de frutas en Old Delhi. Es necesario que el visitante tenga los ojos bien abiertos y, por supuesto, la mente dispuesta a conectar con una forma de vida muy diferente a la occidental. Quizá podamos aprender de la vida cotidiana de esta gran ciudad cómo sobrellevar nuestras cargas occidentales de una manera más saludable y admisible. Quizá Delhi guarde muchas claves de la felicidad.

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