La curiosa historia tras el templo neón de Londres que lleva décadas siendo un secreto a voces

Los carteles y letreros de neón más impactantes de todo Londres no se encuentran en Piccadilly Circus sino en un templo secreto ubicado en el barrio de Walthsmastow.

God's Own Junkyard ambiente local

Este templo del neón no tiene nada que envidiar a Piccadilly Circus y resulta mucho más auténtico.

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El viajero que disfruta con las luces de Piccadilly o la tienda con música trance, luces negras y ropa cibernética de Camden Market, tiene una cita imprescindible en unos almacenes ubicados en el barrio residencial de Walthsmastow. Allí, desde hace años, se erige el templo del neón, un espacio a medio camino entre discoteca y galería de arte en el que se pueden apreciar más de un millar de piezas luminiscentes.

Cuando uno cruza el umbral y entra en God's Own Junkyard descubre un universo lleno de luces tubulares en el que no hay lugar para el horror vacui. En las paredes pueden verse luminosos traídos de todas las partes del mundo. Algunos provenientes de grandes estudios de Hollywood, otros de los sex shops que inundaban el Soho londinense y, se encuentran hasta piezas recogidas de la basura que han sido cuidadosamente restauradas. Y todo gracias a Chris Bracey.

God's Own Junkyard interior

En God's Own Junkyard puedes tomar algo mientras disfrutas de sus más de mil piezas expuestas.

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Bracey comenzó en el mundo de la iluminación gracias a su padre. Lo que suponía un pequeño negocio familiar fue tomando dimensiones considerables gracias al auge del neón. Los fluorescentes ocupaban fachadas, restaurantes y negocios. La empresa iba sobre ruedas y los encargos venían de ambos lados del Atlántico. Hasta que llegó un periodo de declive.

Cuando parecía que el negocio estaba al borde de la quiebra y ya las luces de neón habían empezado a perder interés, Chris decidió montar su propio templo. Se dedicó a recopilar piezas que quedaron relegadas en trasteros, en almacenes de grandes productoras cinematográficas o, incluso, abandonadas en la calle. Tras una puesta a punto y una concienzuda restauración, los neones volvían a cobrar vida, pero, ¿dónde colocarlos?

Así pues, lo que comenzó siendo un almacén en el que guardar estas peculiares obras de arte, se acabó convirtiendo en una especie de museo que hoy es parada imprescindibles para todo aquel explorador que disfrute de estas luces de colores que resultan de lo más instagrameables.

Auge del neón

God's Own Junkyard es un lugar peculiar. Bar, museo, o galería de arte en la que podrás tomarte algo mientras contemplas este espectáculo de luz. Eso sí, este templo tiene unas normas muy estrictas y no se permite la entrada con cámaras fotográficas. Solo los móviles podrán capturar la esencia de este espacio. Quizá, por eso, sea un lugar muy conocido por los usuarios de redes sociales, pero no tanto para el viajero más tradicional.  

God's Own Junkyard neón iluminado

En God's Own Junkyard podrás comprar algún neón pequeñito como recuerdo.

/ NurPhoto / Getty

Tras unas décadas de crisis, el neón ha vuelto con auge y los talleres de estas obras de arte lumínicas empiezan a estar desbordados con pedidos para locales que quieren tener una estética cool. Desde God's Own Junkyard siguen fabricando piezas por encargo y también alquilan neones (e infinidad de objetos de decoración) para producciones y eventos puntuales.

Piezas míticas con forma de Harley Davidson, composiciones lumínicas con el lema "God save the Queen", calaveras o mucha iconografía religiosa iluminada conviven con animales fantásticos y pin ups por doquier.

Entre las obras maestras de este templo, el viajero podrá contemplar el dragón que aparece en la película de Ridley Scott, Blade Runner o algunos neones que aparecen en el filme Charlie y la fábrica de chocolate, interpretado por Johnny Depp. Solo por disfrutar de estas piezas in situ, ya habrá merecido la pena la visita. 

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