Costa Daurada: paisajes con historia

A lo largo de los siglos por esta tierra de acogida y encuentros se han ido sumando desde las huellas de íberos, romanos y árabes hasta el legado de los monjes del Císter y los primeros espadas del Modernismo. Familias y viajeros disfrutan en la catalana Costa Daurada de magníficos paisajes llenos de historia que complementan la oferta de sus célebres playas y parques temáticos.

Enclave natural en Siurana

Enclave natural en Siurana. 

/ Luis Davilla

La atalaya mora de Siurana

Calleja empedrada de Siurana.

Calleja empedrada de Siurana.

/ Luis Davilla

Sobre un roquerío a más de 700 metros de altura, atrincherados en esta aldea que creían inexpugnable, los últimos sarracenos de Cataluña resistieron seis meses al asedio cristiano. Por la carreterita hasta Siurana, con la Serra de Montsant a un lado y las Muntanyes de Prades al otro, los escaladores se descuelgan por el vértigo de sus paredes a la vertical. Serpenteando entre ellas, siempre hacia arriba, el espectáculo una vez en el pueblo deja igualmente boquiabierto. El coche se quedará a las puertas, pues esta villa de apenas cuarenta almas es peatonal. Ello acentúa su atmósfera de cuento mientras se paladean sus callejas empedradas desde el castillo árabe hasta la iglesia románica, o, al filo de uno de tantos precipicios como cercan esta atalaya serrana, el llamado Salto de la Reina Mora. Cuentan que la esposa del entonces señor de Siurana prefirió despeñarse desde este risco antes que caer en manos enemigas, y hasta que las huellas impresas en la roca son las del caballo con el que se lanzó al abismo. Los fines de semana se organizan visitas guiadas, en ocasiones teatralizadas por actores en traje de época, y los veranos, a la hora bruja de la puesta de Sol, al recorrido por las leyendas de Siurana se suma una cata de vinos en la fortaleza. turismesiurana.org

Ciudadela ibérica de Calafell

Ciudadela ibérica de Calafell.

Ciudadela ibérica de Calafell.

/ Luis Davilla

Hace, arriba o abajo, unos 2.500 años, los íberos –en concreto, la tribu de los cosetanos– erigieron esta ciudadela hoy recuperada con técnicas de la arqueología experimental, que consiste básicamente en reconstruir las partes que fulminó el tiempo, así como recrear la vida de sus habitantes. Una visita de lo más didáctica sobre todo para que los niños, pertrechados de un casco íbero, recorran sus casas y sus silos, trepen por sus murallas y su gran torre de asalto, aprendan en los talleres que organizan de cuando en cuando desde cómo se cocía el pan hasta los ladrillos de adobe, y se familiaricen con el día a día en este poblado de la segunda Edad del Hierro. Como puede apreciarse a través de las imágenes en realidad aumentada de la aplicación Ciutadella Ibèrica Calafell, el mar quedaba a la vera de este recinto fortificado en el que se cree que debían vivir los jefes del clan. Hoy, el inmenso arenal de esta turística villa de la Costa Daurada queda algo más retirado, aunque siempre a mano para combinar la excursión con un paseo por la playa. turisme.calafell.cat y calafellhistoric.or

Monasterio cisterciense de Santes Creus

Claustro del monasterio de Santes Creus.

Claustro del monasterio de Santes Creus.

/ Luis Davilla

La Iglesia jugó un papel crucial durante la Reconquista, favoreciendo asentamientos alrededor de los monasterios que, con el beneplácito de los nobles y la corona de Aragón, fueron creándose por estas despobladas tierras de frontera recién arrebatadas a los musulmanes. En este contexto histórico nació la tríada de monasterios que hoy integran la Ruta del Císter en Cataluña: el leridano Vallbona de les Monges y, en el interior de la Costa Daurada, el archiconocido Poblet y el Real Monasterio de Santa María de Santes Creus, fundado en 1160 y también todo un espectáculo. Nada más acceder al recinto, un audiovisual que literalmente se sale de la pantalla lo adentra a uno en los orígenes del Císter a este lado de los Pirineos. En su época de mayor esplendor, Santes Creus llegó a albergar a cerca de un centenar de monjes más otra buena legión de legos, los plebeyos que ayudaban sobre todo en los sembrados y las granjas que volvieron autosuficientes –¡y muy ricas!– a las abadías. Dado que se trata del único monasterio de la Ruta del Císter donde ya no hay vida monástica, es posible acceder a espacios que no siempre pueden visitarse en los otros. Así, el recorrido, además de sus maravillosos claustros góticos, el palacio abacial o la iglesia que alberga los sepulcros reales de Pedro el Grande, Jaume II y Blanca de Anjou, permite pasearse por desde la sala capitular hasta el refectorio y la enfermería, los talleres donde antaño trabajaban los monjes, la cárcel que recluía a los más disolutos o el antiguo dormitorio, en cuya gran sala abovedada se celebran en ocasiones recitales de música clásica. También se proponen visitas guiadas y actividades especiales; algunas pensadas para niños. larutadelcister.info y patrimoni.gencat.cat/es/coleccion/real-monasterio-de-santes-creus

Ermita de la Mare de Déu de la Roca

Ermita de la Mare de Déu de la Roca.

Ermita de la Mare de Déu de la Roca. 

/ Luis Davilla

En aparente equilibrio sobre peñascos rojizos, gravitando sobre el mar de olivos que cerca Mont-roig del Camp, la ermita de la Mare de Déu de la Roca y la de San Ramón sirvieron de inspiración a Joan Miró, quien, casi sin excepción desde 1911 hasta 1976, veraneó en este histórico pueblo de la Costa Daurada. “Toda mi obra está concebida en Mont-roig”, llegó a afirmar el artista, cuya masía familiar se abría al público el año pasado como parte de la ruta “El paisaje emocional de Miró”. Esta, perfectamente señalizada, hilvana los escenarios que el genio transformó en arte, incluido el Espacio Natural de la Mare de Déu de la Roca. Varias sendas para recorrer en bici o a pie se aúpan hasta esta atalaya de vistas increíbles donde se levanta la primera ermita, del siglo XIII, y más arriba aún, entre un laberinto pétreo y cuasi cubista, la de San Ramón, tal cual la inmortalizara Miró en el cuadro homónimo de 1916. mont-roigmiami.cat/es y masmiro.com/es

Castillo monasterio de Sant Miquel d'Escornalbou

Interior del castillo monasterio de Sant Miquel d'Escornalbou.

Dormitorio de la familia Toda en el castillo monasterio de Sant Miquel d'Escornalbou.

/ Luis Davilla

Cuando el diplomático y egiptólogo Eduard Toda adquirió en el año 1911 el monasterio de Sant Miquel d'Escornalbou, de su edificio medieval, abandonado tras la desamortización de Mendizábal, quedaban poco más que las ruinas. Este también exitoso hombre de negocios, sorprendentemente desconocido a pesar de que su vida daría para una película de aventuras, decidió recuperarlo para convertir en su residencia el castillo que, sobre una probable fortaleza romana, atesoraba también la propiedad. Eso sí, lo restauró todo con mucha fantasía, obviando las recomendaciones del arquitecto modernista Puig i Cadafalch. Solo en su iglesia románica y en el claustro, transformado desde entonces en un mirador hacia una de las mejores vistas de la comarca del Baix Camp, se reconoce el conjunto original. Porque lo que propone la mansión es un viaje a los tiempos en los que la burguesía catalana más acomodada de la época gustaba de rehabilitar edificios históricos para instalarse en ellos. Este escondite, aislado entre los bosques pero con las playas de la Costa Daurada al fondo, fue un punto de encuentro de infinidad de ilustres miembros de la Renaixença, el movimiento dedicado a recuperar el catalán como lengua literaria y de cultura. La biblioteca del polifacético Eduard Toda es, de hecho, uno de los platos fuertes de las visitas guiadas por este palacete, adornado a su vez con grabados, cerámicas y otros recuerdos de sus días como cónsul de España por China y Egipto. Tampoco desmerecen en absoluto las rutas senderistas que se pueden emprender por sus inmediaciones. riudecanyes.cat/es

Derroche modernista en la Casa Navàs

Casa Navàs en la Plaza del Mercadal de Reus.

Casa Navàs en la Plaza del Mercadal de Reus.

/ Luis Davilla

“Reus, París, Londres”. Antes de que la filoxera arruinara los viñedos tarraconenses, esta frase, tan célebre en Cataluña hace algo más de un siglo, hacía alusión a los tres mercados del mundo donde se fijaban los precios del aguardiente. No fue sin embargo el alcohol sino los textiles el origen de la inmensa fortuna de Joaquim Navàs, el comerciante que junto a su mujer, Pepa Blasco, le encomendó la construcción de la Casa Navàs a Lluís Domènech i Montaner, más famoso en aquellos días que el mismísimo Antoni Gaudí. El arquitecto ya había firmado algunas de las mejores mansiones de Reus, así como el Instituto Pere Mata, otra de las joyas imprescindibles en la Ruta del Modernismo de la villa. En un esquinazo de su Plaza del Mercadal, este maravilloso palacete presume de haber sido la primera vivienda de Reus en contar con electricidad y hasta con ascensor. Pero lo mejor es que, dentro de su bellísimo armazón, todo en su interior se ha conservado prácticamente tal cual se concibió recién estrenado el siglo XX: desde el mobiliario hasta las tapicerías; desde los mosaicos y esgrafiados hasta los coloridos vitrales de motivos florales que iluminan sus estancias. Si durante décadas asomarse al esplendor de la Casa Navàs ha sido poco menos que una lucha contra los elementos, con visitas que habían de solicitarse con hasta varios meses de antelación y nada de fotos, desde el verano del año 2018 se abre al público por fin a diario, con visitas guiadas que en ocasiones pueden culminarse con una cata de vinos y el disfrute del vermut señero de Reus en su terraza. casanavas.cat/es y reusturisme.cat

La ruta del paisaje de los genios

Pueblo de la Costa Daurada

Pueblo de la Costa Daurada.

/ Luis Davilla

Amén del talento, Gaudí, Miró, Picasso y Pau Casals tienen en común haber nacido o vivido etapas cruciales en el sur de Cataluña, donde, incluso a pie o en bici, pueden hilvanarse algunos de los paisajes que inspiraron su arquitectura, su pintura o su música. Si el Gaudí Centre de Reus oficia como punto de partida al itinerario que sigue sus pasos por su ciudad, alrededor de Mas Miró –la masía de Mont-roig del Camp donde veraneó durante décadas– gravita la ruta senderista por los escenarios que alentaron sus primeros cuadros. Poco antes que él, Pau Casals venía al mundo en el seno de una familia humilde de El Vendrell, donde al triunfar como violonchelista se hizo construir el refugio veraniego hoy conocido como la Vil·la-Museu Pau Casals. Por Reus, la capital modernista de la Costa Daurada, puede buscarse el rastro de autores cumbre de este movimiento como Gaudí y Lluís Domènech i Montaner, autor de tesoros como la Casa Navàs o el Instituto Pere Mata. Cerca de otros ochenta edificios modernistas resisten por el casco viejo de esta villa de la Costa Daurada, en la que nació y vivió Gaudí, pero en la que sin embargo no dejó ningún edificio con su firma. Todas las rutas en elpaisatgedelsgenis.cat

VIAJAR recomienda

La libertad que da moverse en coche por los mejores alicientes que ofrece la Costa Daurada. De no llevar el propio, se puede recoger uno de alquiler en la estación de Camp de Tarragona, conectada con la Alta Velocidad de Renfe (renfe.es).

Comer y dormir. Hostal Grau (tel.: 977 63 83 11 y hostal-grau.com), un buen alojamiento casi a las puertas del monasterio de Santes Creus con, en su restaurante, cocina tradicional catalana presidida, ahora que está a punto de empezar la temporada, por los memorables calçots que llevan sirviendo desde la pasada década de los 60. Carnes a la brasa y especialidades locales, como el xató, la escudella o, cómo no, los citados calçots, en el único restaurante de la Ermita de la Roca (tel.: 977 837 760 y ermitadelaroca.com), cuyo edificio también alberga una hospedería con cinco habitaciones para quienes, una vez cerrado el recinto a los visitantes, quieran disfrutar a solas de este asombroso entorno natural a tiro de piedra de Mont-roig del Camp. Al hotel La Siuranella (tel.: 977 82 11 44 y siuranella.com), en una casona del corazón del pueblo y con también buen restaurante, se suman por sus alrededores pequeños alojamientos rurales del encanto de El Palauet del Priorat, en Cornudella de Montsant (elpalauetdelpriorat.com), y, más en contacto directo con la naturaleza, Camping Siurana (campingsiurana.com). En Calafell, cuyo hotel tres estrellas 4R Ramblas Miramar (tel.: 902 909 264 y 4rhotels.com) queda inmejorablemente situado frente al mar, destacan los pescados y mariscos de La Masía de la Platja (tel.: 977 69 13 41 y masiadelaplatja.com), con un segundo local consagrado a las tapas.

Más información: costadaurada.info

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