La ciudad mediterránea con uno de los templos más importantes de la antigua Grecia: fue hogar de personajes mitológicos y está protegida por una diosa
Ubicada en la península del Peloponeso, posee dos de los yacimientos arqueológicos más interesantes del mundo griego.

Antes del Imperio Romano, incluso antes de la época de la República, las tierras de alrededor del mar Mediterráneo estaban habitadas, en su gran mayoría, por la civilización griega. Cuna de la democracia, la antigua Grecia se basaba principalmente en la comercialización entre pueblos, además de ser el período que vio nacer la filosofía occidental, la literatura y el teatro, y las matemáticas.

Una de sus ciudades más importantes, situada en el istmo que une la península del Peloponeso con la Grecia continental, es Corinto. Conocida por dar nombre al canal que une los mares Jónico y Egeo, fue una de las colonias más importantes de la época clásica.
Según la mitología clásica, fue el rey Sísifo quien fundó la antigua ciudad con el nombre de Éfira; y quién hizo de ella, junto con sus descendientes, una ciudad próspera. Uno de estos descendientes era Belerofonte, el héroe que consiguió domar a Pegaso, por lo que el caballo alado se convirtió en símbolo de la ciudad, apareciendo tanto en cerámica corintia del siglo VII a.C., como en monedas corintias del siglo VI a.C.
La ciudad es escenario de muchos otros mitos clásicos, siendo aquí donde Teseo cazó el jabalí de Caledonia, el lugar donde Medea y Jasón se escondieron tras conseguir el vellocino de oro, o la ciudad donde creció Edipo.

Un viaje al pasado
Como es de imaginar, Corinto está repleto de ruinas históricas. Tal es que se encuentran divididas en dos yacimientos arqueológicos diferenciados: la Acrópolis de la colina de Acrocorinto y el Ágora de Corinto.
Tal como sugiere su nombre, Acrocorinto era la acrópolis de Corinto, que se utilizaba como centro religioso y defensivo, y estaba coronada por un imponente templo dedicado a Afrodita -diosa del amor, la belleza y el deseo, y protectora de la ciudad-, donde, de acuerdo con algunos historiadores, en su momento había más de mil doncellas sirviendo. Junto al santuario se halla una fuente que, según los mitos, fue un regalo del dios Asopo al rey Sísifo.

El recinto, que estuvo habitado también durante la Edad Media, estaba rodeado por un enclave de murallas. Con cada conquista, primero por los bizantinos, seguidos de los francos, los venecianos y los otomanos, las murallas fueron creciendo; pero es poco lo que ha sobrevivido de ellas con el paso del tiempo.
El corazón de la antigua Corinto se encuentra en su ágora, cuyo elemento más destacado es el Templo de Apolo, construido en la época de máximo apogeo de la ciudad, alrededor del 560 a.C., y del que todavía se conservan en pie 7 de sus 38 columnas de orden dórico originales.

Aparte del templo, en el recinto se pueden ver los restos de otros 30 edificios o puntos de interés, como numerosas fuentes (destacan la de Pirene y la de Glauce, donde murió la hija del rey Creonte tras ser envenenada por Medea), termas repartidas por todo el centro, un teatro y un odeón, un gimnasio, y varios santuarios. El ágora también poseía una amplia colección de estatuas que veneraban a diferentes deidades, como Zeus, Artemisa, Poseidón o Atenea.
La entrada al ágora de la antigua Corinto incluye la visita al Museo Arqueológico de la Antigua Corinto, que alberga numerosas estatuas, restos cerámicos, e incluso algunos mosaicos encontrados durante las excavaciones. De visita obligada para los más aficionados a la Grecia Clásica, la visita al museo permite acercarse aún más a la historia de la ciudad.

Un día en Corinto
Otro de los mayores puntos de interés de la ciudad es el Canal de Corinto, construido a finales del siglo XIX para unir el mar Egeo con el mar Jónico, por lo que la península del Peloponeso queda separada del continente. Si bien fue, en su día, una gran obra de ingeniería, hoy en día es simplemente algo más que ver en Corinto, no necesitando más de diez minutos para ser visitado.
Perfecta para visitar en un solo día, Corinto está muy bien comunicada con Atenas: desde la capital, el trayecto en coche es de poco más de una hora; también se puede llegar a Corinto tanto en tren (la opción más cómoda) como en autobús (aunque quizás tarda más rato, es la opción más barata).

Además, en Corinto hay cantidad de restaurantes donde poder degustar la excelente gastronomía griega, con platos como el tzaziki (una salsa hecha a base de yogur y pepino), la domladakia (saquitos de hoja de parra rellenos), o los gyros (el sándwich típico griego hecho con pan de pita).
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