Cien años de Benedetti: un paseo nostálgico por Montevideo

En cada rincón laten sus versos, en cada esquina flotan sus ideas. Mario Benedetti dejó en la capital uruguaya un legado que trasciende a la memoria. Una obra inspirada en cada pliegue, cada ráfaga, cada nostalgia, que permanece viva y palpable, que se puede respirar. Sus poemas, novelas y ensayos permiten leer esta ciudad mucho antes de conocerla.

Recorrer Montevideo no sólo es descubrir callecitas decrépitas o relucientes, plazas en las que se respira aire europeo, barrios que conservan la pátina de los tiempos pasados. Es, sobre todo, seguir la huella del escritor que convirtió en poética la monotonía de la vida, que retrató a la gente común, que elevó a la categoría de los héroes a aquellos personajes anónimos, discretos y taciturnos, que llegan puntuales a la oficina.

Rutas virtuales

Cien años cumpliría en este incierto 2020 el autor de poemas como No te salves o Táctica y Estrategia. Y con motivo de este centenario la Fundación Benedetti, guardiana de su legado, ha diseñado una guía con seis rutas virtuales vinculadas al escritor, tanto en su discurrir biográfico como en las azarosas vivencias de sus propios personajes. Seis rutas a lo largo de rincones que existen o que dejaron de existir, que pertenecen a la realidad o que forman parte para la eternidad de su universo literario. Como él mismo dejó escrito: “Al sur al sur/ está quieta, esperando/ Montevideo”.

La ciudad que más se filtra por la obra de Benedetti no puede pasar por alto el liceo donde estudió en sus tiempos tempranos, los despachos donde desempeñó sus trabajos rutinarios, los cafés donde dio a luz a sus libros más famosos. Ni tampoco el cementerio donde descansa desde hace once años, cuando aquel 17 de mayo de 2009 nos dejó para siempre con más de 80 obras a sus espaldas, traducidas a más de 25 lenguas.

La Ciudad Vieja

Montevideo es el lugar que inspiró su literatura inolvidable. El de los escenarios de La Tregua, encabezados por la Ciudad Vieja, el distrito que mejor conserva el patrimonio histórico, el aroma a parrilla, el bullicio marinero tan genuinamente descarado y popular. “Pero está la otra ciudad (…) la de los viejos que toman el ómnibus hasta la Aduana y regresan luego sin bajarse, reduciendo su módica farra a la sola mirada reconfortante con que recorren la Ciudad Vieja de sus nostalgias”.

En ella, claro, aparece también el Palacio Salvo, “casi una representación del carácter nacional: guarango, soso, recargado, simpático”. Un edificio que es el símbolo de esta capital y que tiene en el Palacio Barolo de Buenos Aires su construcción hermana. Curiosamente, llegó a ser el edificio más alto de América del Sur cuando aún la palabra rascacielos sonaba como un vocablo extraño.

Rincones literarios

El Montevideo de Benedetti también es el de la mítica avenida 18 de Julio, el eje de la ciudad moderna, cuyo nombre rinde homenaje a la primera constitución. La encontramos, entre otras, en su obra Andamios. “Uno tiene la impresión de que aquí todos nos conocemos. Caminar por 18 de Julio es como moverse por el patio de la casa familiar".

También el de la playa Pocitos de Gracias por el fuego, “con el murallón de grandes edificios que dan sombra a la playa y la cubren de una falsa melancolía”. O el del Prado “en horas de la siesta” de Primavera con una esquina rota. Y sin olvidar el Jardín Botánico que está presente en ese lugar A la izquierda del roble donde alumbró uno de sus más celebrados poema de amor.

Eventos culturales

Uruguay ha bautizado este 2020 como “El año Mario Benedetti”, para lo que ha diseñado todo un paquete de actividades conmemorativas. Entre ellas, el Congreso Internacional Cien años de Mario Benedetti, ideado como un espacio de encuentro y reflexión sobre la obra, la biografía y el contexto literario que definieron a uno de los principales intelectuales latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX.

Confiemos en que las turbulencias de estos tiempos no proyecten su sombra sobre el tributo al escritor que, con sus versos sencillos y directos, con su prosa sincera y limpia, regaló a la ciudad de Montevideo el más hermoso retrato de la melancolía.