Castilla-La Mancha: el discreto encanto de lo rural

Hay en esta tierra rincones que aseguran el sosiego y que permiten disfrutar de la naturaleza, la luz y el sabor único de la tradición

Alcalá de Júcar (Castilla-La Mancha)

Alcalá del Júcar (Albacete).

/ Turismo Castilla-La Mancha/David Blázquez

Castilla-La Mancha, la tierra que puso el mapa a la aventura del Quijote, y al dulce tormento de sus sueños de amor por Dulcinea, atesora para el viajero todos los valores y encantos del turismo rural, a los que hay que añadir la cercanía, la hospitalidad de sus gentes y una riqueza natural, histórica y cultural que sorprenderán al visitante.

Molinos de Campo de Criptana

Los Molinos son la imagen más característica de Campo de Criptana.

/ Turismo Castilla-La Mancha/David Blázquez

La región ofrece esa nueva forma de ver las cosas que, en ocasiones, supone una vuelta al pasado, a los orígenes y a las nuevas perspectivas que hoy necesitamos. Descubriremos rincones para paseos relajados, visitas con calma, comidas reposadas, estancias serenas, charlas amenas bajo las estrellas... Imposible no sucumbir a las tentaciones ancladas al terruño que el turismo rural ofrece en la región castellano manchega.

Desde las comarcas del sur de Albacete y el Valle de Alcudia en Ciudad Real, hasta las sierras del norte de Guadalajara, pasando por las planicies manchegas de Toledo y Albacete, o la Serranía de Cuenca, se hace evidente la sencillez y tranquilidad del paisaje; la riqueza de pequeños pueblos con una historia milenaria; o la armonía de un entorno de espectacular belleza natural. Todo a la vez, en Castilla-La Mancha, ese destino que ya es de los más apreciados en España.

Plaza Mayor de Sigüenza  (Guadalajara).

Plaza Mayor de Sigüenza  (Guadalajara).

/ Turismo Castilla-La Mancha/David Blázquez

La oferta es amplia y variada y en ella podemos encontrar una extraordinaria riqueza paisajística y natural. Son parajes que invitan por igual a la contemplación, al paseo en calma o al turismo más activo. La lista sería interminable, pero aquí van algunas propuestas singulares. Los entornos de los parques nacionales de Cabañeros y las Tablas de Daimiel presentan características únicas. Tampoco dejan indiferentes las Lagunas de Ruidera y sus pueblos aledaños: un espectáculo de aguas turquesas, inmortalizadas por Miguel de Cervantes en Don Quijote de la Mancha.

Cascadas del río Cifuentes (Trillo).

Cascadas del río Cifuentes (Trillo).

/ Turismo Castilla-La Mancha/David Blázquez

Hacia el sur en el Valle de Alcudia, las encinas salpican un paisaje de gran belleza. No muy lejos aparece la silueta de Sierra Madrona, y sus balnearios. Destino muy apreciado son las Hoces del Cabriel, mientras las inigualables tierras de Hellín y Tobarra, dan paso a las sierras de Alcaraz y Segura, donde el nacimiento del río Mundo es lugar de visita obligada.

Destacar también lugares de ensueño como el Ventano del Diablo, la Ciudad Encantada, las hoces de Beteta y Solán de Cabras, los Callejones de las Majadas y las lagunas de Uña, todos ellos en Cuenca. Inolvidables.

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