Casonas y palacios de Cantabria

Entre valles y montañas. Los caminos de Cantabria son infinitos. Los hay que bordean el mar y los hay que se pierden por el interior, entre valles, prados y montañas. Disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor es lo que persiguen siempre los viajeros, que tienen a su disposición antiguas mansiones nobiliarias para poder alojarse. Casas que un día albergaron a familias de la nobleza y que hoy forman parte del patrimonio cultural de cada comarca. Sus muros de piedra guardan muchos secretos. 

El jardín de Carrejo

El jardín de Carrejo

/ El jardín de Carrejo
La Casona de San Pantaleón de Aras

La Casona de San Pantaleón de Aras

/ La Casona de San Pantaleón de Aras

En poco más de 5.000 kilómetros cuadrados Cantabria despliega un formidable abanico de paisajes y ambientes. Sus villas marineras poco tienen que ver con sus caminos de interior, que pasan por valles siempre verdes y culminan en las altas cumbres de los Picos de Europa. No importa cuál sea el itinerario escogido: a cada paso aparecen palacios y casonas ubicados en inmuebles cuyo valor arquitectónico tradicional les ha hecho merecedores de pertenecer al patrimonio cultural cántabro. Un buen ejemplo es La Casona de San Pantaleón de Aras, en la zona oriental, en el valle de Aras.

La Casona de San Pantaleón de Aras

La Casona de San Pantaleón de Aras

/ La Casona de San Pantaleón de Aras

Un puente medieval sobre el río Clarín da acceso a la vivienda, construida en el siglo XVI y hoy reconvertida en hotel, con solo siete habitaciones. La superior, con terraza, una gran cama con dosel de forja y espectaculares vistas al jardín, es la más romántica... Aunque aquí resulta fácil enamorarse.

La Casona de San Pantaleón de Aras

La Casona de San Pantaleón de Aras

/ La Casona de San Pantaleón de Aras

Sobre todo de los detalles. Relajarse en las tumbonas bajo de los manzanos o charlar por la noche en el porche de madera, iluminado por la luz de las velas, son dos de las actividades preferidas por los huéspedes.

La Casona de San Pantaleón de Aras

La Casona de San Pantaleón de Aras

/ La Casona de San Pantaleón de Aras

A la zona oriental de Cantabria también pertenece el valle de Soba, configurado por más de una veintena de localidades surgidas durante la Edad Media. Situado en el límite del Parque Natural de los Collados del Asón, la Casona de Quintana es un buen centro de operaciones para descubrirlo. Construida en el siglo XVII, quizás formó parte de un castillo, como así nos hace imaginar la existencia de unas antiguas defensas con troneras en el muro que rodea la finca. Aquí podemos pasar la noche en estancias de estilo rústico, cada una con su propio nombre: El Nogal, El Sauce, El Cerezo... La más especial es la Suite de la Torre, con acceso al jardín y terraza privada.

Palacio de Toñanes

Palacio de Toñanes

/ Palacio de Toñanes

La comarca de Trasmiera, entre las bahías de Santander y Santoña, es una de las merindades históricas de Cantabria. Su capital es Ribamontán al Monte, a la que pertenece Hoz de Anero, un municipio con apenas 600 habitantes. Es ahí, en pleno campo, donde abre sus puertas la Casona Camino de Hoz. En ella la piedra es la gran protagonista, presente en los muros de salones y habitaciones, once en total, cada una con el nombre de un color. La Blanca es ideal para familias numerosas; la Gris, con cama king size y bañera de hidromasaje, para parejas, y la Verde, para contemplar las estrellas desde la cama. De Ribamontán al Monte forma parte Galizano, uno de esos lugares donde el verde se funde con el azul que pinta el horizonte.

Palacio de Toñanes

Palacio de Toñanes

/ Palacio de Toñanes

Estamos a solo cinco minutos de las playas de Somo, Langre y Ajo, todo un aliciente para quienes se alojen en la casona Las Cinco Calderas, vivienda del siglo XVII. En ella, las vigas de roble y la sillería centenaria conviven con las comodidades actuales. Algunas habitaciones cuentan con balconada acristalada y otras con jacuzzi. En su restaurante sirven especialidades locales: anchoas de Santoña, ventresca de bonito del norte con tomates de la tierra y postres pasiegos. A escasos kilómetros encontramos otra casa típica montañesa, La Casona de Suesa. Casi tres siglos después de su construcción, hoy es un hotel de diez habitaciones que conserva la elegancia de una mansión señorial. Rodeada de 3.000 metros cuadrados de jardín, es el lugar perfecto para descansar.

Palacio de Toñanes

Palacio de Toñanes

/ Palacio de Toñanes

A sur de la bahía de Santander, en Liérganes, se alza la Casona El Arral, construida en el siglo XVIII. Cuenta con diez habitaciones y un agradable jardín, en el que se ubica La Casita, con maravillosas vistas al borde del río Miera, donde solo se escucha escucha el rumor del agua. Ese mismo sonido impregna cada estancia del Palacio de Trasvilla, junto a un arroyuelo en el valle del Pas desde el siglo XVIII.

El jardín de Carrejo

El jardín de Carrejo

/ La Casona de San Pantaleón de Aras

Ricamente decorado, con piezas de más de 300 años, ofrece solo seis habitaciones, guardianes de auténticas joyas: una lámpara templaria traída de París, armarios de madera de nogal de estilo normando, un sillón Luis XVI... Otro palacio, el de Toñanes, llamado El Palación, también del XVIII, hará las delicias de quienes quieran descubrir la Cantabria monumental, a escasa distancia como está de Comillas y Santillana del Mar. Es posible dormir en la casa principal, en una confortable cabaña o en otra pequeña edificación en el jardín.

El jardín de Carrejo

El jardín de Carrejo

/ El jardín de Carrejo

Próximo a Cabezón de la Sal, El Jardín de Carrejo permite a los huéspedes acceder tanto a las playas como a los valles de montaña. En la enorme finca en la que se ubica se encuentra el edificio principal, de 1881, y una construcción más moderna con dos de las suites.

El jardín de Carrejo

El jardín de Carrejo

/ El jardín de Carrejo

Abedules, magnolios, arces y castaños invitan al paseo tranquilo. Una calma que también se consigue en el Camino Real de Selores, que ocupa una casona del XVII en un pueblecito del valle de Cabuérniga. No es difícil averiguar la profesión del propietario, decorador, cuyo estilo llena los espacios comunes y las habitaciones, cada una de un color (fucsia, marengo, ocre, caldera...). Lo antiguo y lo moderno se mezclan para conseguir un resultado fascinante, algo que también ocurre en el restaurante, donde prima el mejor producto local.

El jardín de Carrejo

El jardín de Carrejo

/ La Casona de San Pantaleón de Aras

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