Buscando la huella de Bach en el corazón de Alemania: del puente con edificios más largo de Europa al 'skyline' barroco más hermoso del mundo

A Juan Sebastián Bach, uno de los genios de la música más prolíficos de la historia, no le gustaba viajar fuera de su entorno alemán en las regiones de Turingia y Sajonia, pero ahora que se han cumplido 275 años de su muerte es el momento ideal para descubrir su huella en una ruta repleta de iglesias, castillos y museos.

Así es la ruta de Bach por el centro de Alemania.
Así es la ruta de Bach por el centro de Alemania. / Félix Lorenzo

En Érfurt, la capital del estado de Turingia, podemos situar el arranque de la ruta de Juan Sebastián Bach, recordado este año por cumplirse el 275 aniversario de su muerte. De esta magnífica ciudad medieval, que fue poco castigada durante la Segunda Guerra Mundial, procedían todos los miembros de la familia Bach durante siete generaciones. Todos ellos muy vinculados a la música hasta el punto de que fueron conocidos como “los Bachs” hasta finales del siglo XVIII y casi todos —se tiene constancia de 61— pasaron por la pila bautismal de la Iglesia de los Comerciantes, la Kaufmannskirche, parada obligatoria.

Es este hoy uno de los templos evangélicos que siguen activos en Érfurt, dedicado a San Gregorio Bonifacio, y estaba rodeado por unas magníficas casas patricias habitadas por familias ricas e influyentes. Aquí se casaron los padres del compositor, Johann Ambrosius y Elisabeth Lämmerhirt, y cuando se penetra en su nave central el visitante se percata de su belleza, sobre todo al admirar el púlpito y el altar con una sobrecogedora imagen de La Última Cena, un lugar que eligió Lutero para predicar en su lucha por la Reforma en 1522.

En calesa por la plaza Fischmarkt de Érfurt con la Haus zum Breiten Herd al fondo.

En calesa por la plaza Fischmarkt de Érfurt con la Haus zum Breiten Herd al fondo.

/ Félix Lorenzo

Juan Sebastián Bach visitó sobre todo de niño Érfurt para reencontrarse con su familia más cercana y cuando rebasó la mayoría de edad, comenzó a inspeccionar los órganos de las iglesias, sobre todo la de los Agustinos, pues pronto alcanzó fama como reparador y afinador de este instrumento musical. Bach atravesaba como se puede hacer hoy el Puente de los Mercaderes (Krämerbrücke), el más largo de Europa superando al Puente Viejo de Florencia con sus 120 metros.

En su origen era de madera y formaba parte de la Via Regia, una ruta comercial oeste-este, pero en 1472 sufrió un incendio y sus gobernantes mandaron construir 62 viviendas sobre el puente que pertenecían a los comerciantes. Estos construyeron unas bodegas en los pilares del puente para almacenar sus mercancías. Hoy solo quedan 32 casas-tiendas en las que encontrar galerías, dispensarios de vino, talleres de madera, anticuarios con piezas de la primera mitad del siglo XX e incluso un show de marionetas del artista Martin Gobsch con un escaparate que cobra vida cuando se introduce una moneda y puedes ver actuar a Blancanieves y los Siete Enanitos.

Palacio barroco Zwinger, Dresde.

Palacio barroco Zwinger, Dresde.

/ Félix Lorenzo

En 2025 el Krämerbrücke ha cumplido 700 años y sigue atrayendo a todo tipo de gente, a veces con su comida y sus bebidas que pueden ser disfrutadas en este lugar sin que la ley lo prohíba o para mojarse los pies en las aguas del Gera cuando el calor aprieta en verano. El ambiente es siempre especial en este casco histórico repleto de edificios con más de 500 años de antigüedad o incluso de más tiempo como la Vieja Sinagoga, testimonio de vida de los judíos de Érfurt durante 900 años, o la iglesia Prediger, escenario del Festival de Bach de Turingia, que se celebra en marzo y abril con un recital centrado en su órgano. Muy cerca te sorprenderá la ciudadela de Petersberg, una de las fortalezas urbanas barrocas más grandes y la única que se conserva en gran medida en Europa Central, con la mejor vista de Érfurt y su plaza de la Catedral. Gracias a su forma de estrella, fue considerada la instalación más moderna de la época y un espolón inexpugnable.

Músicos interpretando a Bach ante la iglesia de San Jorge en Eisenach.

Músicos interpretando a Bach ante la iglesia de San Jorge en Eisenach.

/ Félix Lorenzo

Eisenach rinde culto a Bach

Setenta kilómetros separan Érfurt de Eisenach por la autopista A-4 y el viaje es obligado porque en esta ciudad nació Juan Sebastián Bach el 21 de marzo de 1685. Él era el pequeño de los ocho hijos de una familia humilde pero de gran tradición musical, pues durante 132 años un Bach había sido organista de la Iglesia de San Jorge, que sigue exhibiendo hoy la pila donde fue bautizado, pero la desgracia se cebó en su entorno familiar y perdió a su madre a los nueve años y a su padre a los diez. Fue entonces cuando el pequeño Bach tuvo que marcharse a la casa de su hermano mayor Johann Christoph en Ohrdruf. Este había sido alumno de Johann Pachelbel y fue él quien le dio las primeras lecciones de instrumentos de teclado. Antes en su residencia natal había aprendido con su padre a tocar el violín y la viola al tiempo que estudiaba la Biblia.

Casa Museo de Bach en Eisenach.

Casa Museo de Bach en Eisenach.

/ Félix Lorenzo

Esa casa es hoy el Museo Bach, el más grande de los dedicados al ilustre cantor y compositor que, según Spotify, es el compositor clásico más escuchado en la actualidad. El museo abrió sus puertas en 1907 y en su interior, unos 600 m2, se expone el original universo de Bach, como un autógrafo, la enigmática Copa de Bach, notas, escrituras, instrumentos de música como un violín-trompeta o un acordeón de vidrio y la reconstrucción forense de su rostro auténtico tras analizar al detalle su cráneo después de unas excavaciones.

Lo más popular en estas salas, que incluyen la restauración del estudio de Bach, su dormitorio y su cuarto de estar, es asistir a los conciertos en vivo de la Sala de los Instrumentos, donde el visitante puede sumergirse en el mundo de la música del siglo XVII gracias a las espinetas y los clavicordios de la época. Este último era uno de los preferidos de Bach porque al pesar solo 15 kilos podía llevárselo de viaje. La colección musical rebasa las 900 piezas, de las que 29 fueron utilizadas por Bach, pero la más antigua es un órgano barroco de 1650 adquirido en una casa de subastas de Baviera. Las veladas musicales se suceden cada hora y también se puede sentir la música en algunas “sillas de burbujas” flotantes con cascos para la audición.

Iglesia Frauenkirche en Dresde.

Iglesia Frauenkirche en Dresde.

/ Félix Lorenzo

En Weimar, prolífico y encarcelado

El siguiente destino en la Ruta Bach es Weimar, la ciudad donde Bach logró su primer trabajo en 1703 como violinista en la corte de Juan Ernesto III de Sajonia con un buen salario, comida y alojamiento, aunque su fama comenzó a crecer como afinador de órganos. Solo permaneció seis meses en el puesto, y cinco años después regresó a esta ciudad real con su esposa María Bárbara embarazada como organista de la corte y músico de cámara, lo que le permitió tocar el órgano en los servicios religiosos y entretener a los ciudadanos con música de cámara y orquesta ya como un músico bien pagado en la corte ducal.

Fuente de Neptuno en la plaza del mercado de Weimar.

Fuente de Neptuno en la plaza del mercado de Weimar.

/ Félix Lorenzo

En Weimar fue feliz durante nueve años pues aquí nacieron seis de sus 20 hijos, entre ellos, Carl Philipp Emanuel y Friedemann (que fue incluso más famoso que su padre en su tiempo) y su huella se puede descubrir hoy en la iglesia de San Pedro y San Pablo. En ella fueron bautizados sus hijos, y enfrente de la Academia de Música Franz Liszt se levanta un busto de bronce de Bach, obra del escultor Bruno Eyermann, cerca de su antigua casa, hoy convertida en un aparcamiento tras el derrumbe del edificio. También se puede conocer la segunda sala de la Bastilla dedicada al compositor, quien pasó cuatro semanas preso por recibir el pago de un trabajo de forma ilegal y ser acusado de tener doble empleo. En esa estancia, que pertenece al castillo hoy cerrado por restauración, se puede asistir a una exposición de libre acceso sobre los años de la vida de Bach en Weimar y su turbulenta vida privada en una familia numerosa.

Biblioteca de la duquesa Ana Amalia en Weimar.

Biblioteca de la duquesa Ana Amalia en Weimar.

/ Félix Lorenzo

A partir de la segunda mitad del XVIII, tras la muerte de Bach, Weimar se transformó en el centro neurálgico de la cultura alemana gracias al impulso de la duquesa Ana Amalia de Brunswick-Wolfenbüttel, viuda de Ernesto Augusto II y sobrina del rey de Prusia, quien concentró artistas, pensadores y escritores afamados legando la biblioteca que lleva su nombre en un palacio renacentista que sufrió un terrible incendio en 2004. Se perdieron 118.000 volúmenes, pero su visita sigue siendo imprescindible desde su apertura el 23 de octubre de 2007, como la de la casa residencial de Goethe durante 50 años, convertida hoy en museo con once salas, o el Museo de la Bauhaus, con más de 300 objetos expuestos. También resulta muy recomendable visitar la Plaza del Mercado, presidida por una bella fuente de Neptuno y por algunos edificios peculiares como la Casa de Cranach el Viejo o el Hotel Elephant, donde Hitler se alojó en más de 60 ocasiones. Más de 350.000 visitantes abarrotan este mercado tradicional y se acercan también al campo de concentración de Buchenwald, liberado el 11 de abril de 1945 por las tropas de Patton.

Kronentor (puerta de la corona) en Zwinger, Dresde.

Kronentor (puerta de la corona) en Zwinger, Dresde.

/ Félix Lorenzo

Rumbo a Dresde

La ruta de Bach puede continuar por Leipzig, donde el compositor fue enterrado tras haber sufrido una aguda ceguera en los últimos meses de su existencia. En el exterior del templo se levanta su estatua más famosa, inaugurada en 1908, con la mano el bolsillo en señal de su descontento con las ganancias que recibía, y enfrente de Santo Tomás se halla el Museo Bach, en el Bosehaus, que alberga una exposición permanente sobre su vida y su obra.

Detalle de una espineta que perteneció al compositor.

Detalle de una espineta que perteneció al compositor.

/ Félix Lorenzo

Bach se desplazó desde Leipzig a Dresde en muchas ocasiones por su deseo de acabar trabajando en la corte de Augusto III con un mejor salario. Bach se convirtió así en el padrino musical de la Frauenkirche, la iglesia más icónica de Dresde, ofreciendo conciertos en el famoso órgano Silbermann y todavía hoy se conservan los escalones que subió en aquella época para tocar el instrumento. Se recuerda incluso el aclamado concierto de órgano que dio Bach el 1 de diciembre de 1736 ante 2.000 visitantes que lo escucharon durante dos horas. Hoy, locales y turistas hacen cola delante de la Iglesia de Nuestra Señora para escuchar el nuevo órgano del templo, sucesor de aquel que tanta fama dio a Bach —él aseguró que era el mejor que había tocado en su vida— en las cantatas, motetes, misas, música de la Pasión, oratorios y obras para órgano de Bach, interpretados por las orquestas de la ciudad y por otros invitados nacionales e internacionales.

Panorámica del centro histórico de Dresde.

Panorámica del centro histórico de Dresde.

/ Félix Lorenzo

La visita a Dresde no quedaría rematada sin recorrer la nueva Bóveda Verde con las grandes joyas robadas en 2019 por un grupo de ladrones que lograron hacerse con 21 piezas únicas de joyería histórica, con un total de 4.300 diamantes y brillantes valorados en más de 113 millones de euros. Los delincuentes fueron capturados y desde el 14 de agosto de 2024 lucen en un nuevo escenario del palacio con el diamante verde más grande del mundo a la cabeza o la famosa Corte de Delhi, con 137 figuras de oro, entre más de 3.000 piezas de un tesoro comparable al de la Torre de Londres, el Louvre en París o el Hermitage en San Petersburgo.

Dentro del Palacio Real asombra también su Armería (Rüstkammer) y la vista que se despliega desde la Torre Hausmannsturm, la mejor de Dresde junto a la que inmortalizó Canaletto en sus pinturas desde la otra orilla del río Elba con el Puente Augusto y el skyline barroco más hermoso del mundo.

El castillo de los alemanes

En la cima de una montaña de 410 metros de altitud, a solo 3,5 kilómetros de Eisenach, se halla el Castillo de Wartburg, el llamado “castillo de los alemanes”, ya que durante el siglo XIX fue un lugar de encuentro para movimientos nacionalistas y reformistas alemanes y de jóvenes estudiantes que promovían la creación de un país unificado. La fortaleza fue declarada en 1999 Patrimonio Mundial de la Unesco y la estancia estrella del recinto es la Cámara de Martín Lutero, pues estuvo escondido en ella entre mayo de 1521 y marzo de 1522 tras haber sido excomulgado por el papa León X. Durante esa etapa, Lutero tradujo el Nuevo Testamento al alemán empleando el seudónimo de Caballero Jorge.

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