Balnerios de Praga

Son el relax de la capital. También Karlovy Vary, Frantiskovy Lázne y Mariánské Lázne, situadas como vértices de un triángulo de salud y bienestar en la región de bohemia, son otras ciudades balneario cuyas aguas curativas atrajeron a monarcas como el zar pedro el grande o el rey Eduardo VII de Inglaterra, y a personalidades como Chopin y Goethe.

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1 / Eduardo Grund

Hay tres líquidos, mejor dicho cuatro, que han dado merecida fama a la República Checa: la cerveza (en la ciudad de Pilsen se patentó el método de elaboración de la cerveza rubia), los vinos de la región de Moravia y las aguas termales y minero-medicinales de la región de Karlovy Vary. La cuarta bebida nacional es el licor de hierbas Becherovka, inventado en la ciudad de Karlovy Vary y destilado según una receta secreta desde 1807. De las cuatro magníficas bebidas que este país ha aportado al mundo, posiblemente las aguas curativas del triángulo de los balnearios de Bohemia sean las menos conocidas, pero esto no era así siglos atrás, sobre todo durante los siglos XIX y XX hasta la Primera Guerra Mundial, cuando el insigne poeta, novelista y filósofo alemán Johann Wolfgang Goethe -diplomático él mismo del Ducado de Weimar- llegó a calificar a Karlovy Vary como "el tablero de ajedrez de Europa" por la concentración de cabezas coronadas (emperadores, zares y reyes) y cancilleres, amén de literatos y compositores de renombre mundial, que se daban cita en esta "isla del olvido" y del relax. A veces los tesoros más grandes permanecen ocultos bajo tierra. Esto es exactamente lo que ocurre con el territorio no demasiado extenso de la región de Karlovy Vary, de hecho la más pequeña de la República Checa, situada a su vez en la región histórica de Bohemia. Y es que se encuentra literalmente bajo un volcán, dándose la circunstancia de que en el subsuelo se haya una bolsa de agua ingente, pero en un espacio relativamente reducido. El bosque de Slavkov, situado en el interior del triángulo de los balnearios, es el corazón de esta fuente de energía. El agua de la lluvia se absorbe a través de las grietas de la tierra a una profundidad de entre dos mil y tres mil metros bajo la superficie, donde se queda durante muchos años, se calienta por el magma terrestre y se enriquece por el óxido carbónico en el estado gaseoso y por las sustancias minerales, brotando luego en los manantiales en su forma curativa con los consiguientes efectos beneficiosos para la salud. La máxima expresión de la salus per aqua que ya predicaban los romanos en las termas y que ha derivado en el término moderno de Spa.

Karlovy Vary: "Beber y pasear".Cuenta la leyenda que el rey Carlos IV de Bohemia descubrió casualmente una de las fuentes termales de la actual Karlovy Vary en el transcurso de un día de caza, persiguiendo a un ciervo en el enorme coto conocido entonces como el bosque del Emperador, cuando uno de sus perros cayó en un manantial de agua caliente junto al río Teplá. Corría el año 1358. Como el también emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico se había educado en Francia y conocía las propiedades de las aguas minero-medicinales de Vichy, fue él mismo quien aleccionó a sus médicos sobre las propiedades curativas de la recién descubierta agua termal. Lo primero que mandó construir aquí fue un pabellón de caza, y después ordenó poblar la localidad dando origen en el año 1370 a la villa de Karlsbad -"Balneario de Carlos", en alemán-, posteriormente llamada Karlovy Vary, con similar significado en checo.

El Salto del Ciervo (Jelení Skok, en checo) es el mirador que recuerda esta leyenda en el lugar donde supuestamente el perro de caza de Carlos IV se cayó persiguiendo al venado. Curiosamente, el monumento de bronce sobre un peñasco que preside la mejor vista panorámica sobre Karlovy Vary no es de un ciervo, como su nombre da a entender, sino de un corzo, que es un rumiante de menor tamaño. La que sigue perdurando en el tiempo es la Fuente de Carlos IV, en concreto en la Columnata del Mercado, en la que el propio fundador del balneario probó sus bondades bañando una pierna maltrecha en el manantial, y sintiendo alivio y mejoría. Las aguas termales de la que puede considerarse como una de las ciudades balneario por excelencia del mundo están recomendadas para las enfermedades del aparato digestivo y los trastornos del metabolismo, incluso en los niños y adolescentes. El tratamiento principal está basado en la bebida del agua termal. La toma siempre ha de hacerse antes de desayunar, almorzar o cenar.

Un chorro de doce metros. El ritual obliga a comprar una típica jarrita de cerámica o porcelana (kalísek) con un diseño especial característico (su asa es a la vez la pipeta por la que se bebe), estrenándola en la Columnata de la fuente termal (Vrídelní kolonáda), donde se halla el géiser que proyecta un chorro de 12 metros hacia el techo de la galería más reciente de Karlovy Vary, construida en 1975. Aquí el agua para la cura está conducida... a cinco grifos, en uno de los cuales se ha respetado su temperatura original de 73,4ºC (grifo A) como muestra, pero en otros enfriada a 50ºC (grifo B) o a 30ºC (grifo C) para poder ser bebida. De este surtidor natural, auténtico buque insignia de la ciudad, brotan nada menos que dos mil litros por minuto (¡¡hasta tres millones de litros diarios!!). Quizá por su elevado componente de hierro (además de magnesio y sodio), el sabor de las aguas termales de Karlovy Vary puede recordar al de la sangre cuando, por ejemplo, nos sangra una encía.

Además de las doce fuentes que brotan todo el año con suficiente presión en las cinco columnatas de la ciudad, que sirven para el cobijo de la lluvia y del frío a la par que están ideadas para el paseo y la vida social como coadyuvantes de un estilo de vida sano, en Karlovy Vary existen un total de ochenta manantiales termales. Lo llamativo de la estación termal propiamente dicha es que se extiende a lo largo de tres kilómetros a orillas del río Teplá, pues su finalidad completa era dedicar la estancia a "beber y pasear". Las fuentes están numeradas, de forma que los termalistas puedan beber el agua en las específicamente indicadas por recomendación de su médico. Como curiosidad, el famoso licor de hierbas Becherovka, inventado aquí, está considerado como "la decimotercera fuente", estando elaborado con nada menos que 19 plantas...

Loket y Cheb, pura magia checa. Desde Karlovy Vary, la recomendación es tomar la carretera Nacional 6 para dirigirnos a Frantiskovy Lázne, el segundo vértice del que hemos denominado como triángulo de los balnearios, haciendo una parada en Loket, otra "ciudad de reyes", pues ya desde su fundación su fortaleza, encajada en un promontorio rocoso como anillo al dedo, fue castillo real. No en vano, los reyes siempre consideraron a Loket como "la llave del reino de Bohemia". Y esto es así por su magnífico emplazamiento en el meandro del río Ohre, justo en el recodo (loket en checo) del curso fluvial. Este pintoresco paraje fue admirado en 1823 por el poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe, que en una carta a un amigo describió el lugar como una "obra maestra del paisaje".

En su anfiteatro al aire libre se representan en verano óperas como Rusalka, de Dvorák, que logran un insuperable realismo gracias al escenario natural del río y a la magnífica estampa de su castillo medieval. Pura magia checa. Como la que nos sorprende en su plaza mayor al coincidir con un mercadillo de niños, vendiendo sus juguetes usados alrededor de la Columna de la Sagrada Trinidad. O como la que sentimos en la siguiente escala en Cheb, en su plaza Jorge de Podebrady, bordeada de coloristas casas medievales, cuando un niño nos recuerda cómo flotan los barquitos de papel en la fuente con la estatua del caballero Rolando.

Si en Karlovy Vary el monumento del corzo en el mirador de El Salto del Ciervo es uno de los símbolos de la ciudad, en Frantiskovy Lázne (Franzensbad en su anterior denominación en alemán) lo es la estatua del Niño con el Pez. Bautizado con el cariñoso apelativo de Frantisek (Francisquito), se trata del icono de la tercera ciudad balneario de la región, si nos atenemos a su menor tamaño y celebridad, aunque casi habría que considerarla la primera por el gran espectro de las indicaciones de sus aguas minerales, que no termales, por no superar los 25ºC (la temperatura del agua de sus diferentes fuentes está entre 9 y 14ºC). Estas aguas minerales están recomendadas principalmente para ayudar en el tratamiento de enfermedades cardiacas y circulatorias y las del aparato locomotor, así como las oncológicas tras el tratamiento de quimioterapia o radioterapia, sin síntomas de recidiva.

Sin embargo, si por algo es famoso este balneario pequeño, pero encantador, es por su dedicación al tratamiento de las afecciones y trastornos ginecológicos, incluida la esterilidad y la infertilidad. Es por ello que la estatua del niño pequeño desnudo, que está sentado sobre una bola agarrando fuertemente un gran pez (símbolo de fertilidad), pese a que está hecha de bronce reluce especialmente en su mitad inferior merced a las caricias que le profesan miles de manos femeninas, en la creencia de que tocando sus pies o incluso su pequeño pene por fin se quedarán embarazadas y podrán tener la descendencia deseada. La estatua se halla cerca del Pabellón de la Fuente de Francisco, donde empezó la historia de la ciudad con la fundación del balneario en el año 1793.

Conciertos de música clásica. El nombre de la ciudad y el sobrenombre de la estatua (Francisquito) derivan de Francisco I, el monarca de Bohemia que reinaba en ese momento. Llegar aquí y sumergirse en su meollo urbano a través del frondoso parque circular que lo rodea resulta una sensación parecida a la de adentrarse en un oasis de agua, verdor y tranquilidad. Un lugar donde se percibe una paz cuasi celestial, sobre todo si el momento de la visita coincide con uno de los habituales conciertos de música clásica que se dan en el quiosco del parque. El templete, flanqueado por sendos bustos de Mozart y Beethoven, se halla precisamente frente a la gran estatua ecuestre de Franciscus I. El relax aquí es algo tan connatural que hasta una perra de raza collie, como la famosa Lassie, totalmente solazada echaba la siesta dentro del propio quiosco mientras los músicos interpretaban una obra del genio de Salzburgo.

En el monumental vestíbulo de las Fuentes de Glauber se hallan las denominadas Glauber III y Glauber IV. En concreto, el agua mineral de la Glauber IV contiene la proporción de sulfato de sodio más elevada del mundo y, cómo no, sabe a pura sal líquida. Por eso no extraña que esté considerada la fuente curativa más fuerte de su género. Sin duda, resulta el mejor escenario para cumplir con otra de las tradiciones balnearias checas: la de tomarse una gran oblea de barquillo, llamada oplatky, mientras se beben las aguas. De esta forma, con el dulce sabor de las oplatkys (las hay rellenas de chocolate o avellana) se contrarresta el "mal trago" del agua salada o azufrada...

Cautivador. Ése es el primer calificativo que viene a la mente paseando por el tercer vértice del triángulo de los balnearios de la Bohemia occidental: Mariánské Lázne. La ciudad balneario más joven (su fundación data del año 1808) es posiblemente la más hermosa de las tres, escalonada alrededor de un verde valle. No podía ser de otra manera llevando el nombre de Termas de María en honor de la primera fuente descubierta en esta antaño zona pantanosa, bautizada con el nombre de la Virgen habida cuenta de la devoción religiosa del cercano monasterio de Teplice. Y, sobre todo, siendo el empeño de su fundador principal, precisamente el abad Reitenberger de Teplice, que deseaba construir para su monasterio el balneario más hermoso del mundo.

Y a fe que lo consiguió, pues el Balneario Nuevo es la joya de la corona de Mariánské Lázne no sólo por su impresionante construcción de 1895 en el estilo neorrenacentista italiano y por todos los tratamientos que ofrece para distintas enfermedades (pueden tratar incluso los trastornos de erección) sino también porque tiene el glamour de haber sido el alojamiento elegido por célebres personalidades, empezando por el rey Eduardo VII de Inglaterra. El monarca británico padecía algún trastorno del metabolismo por el que engordaba más de la cuenta, hasta el punto de que fue el hombre que puso de moda abrocharse sólo el primer botón de la chaqueta...

Cabinas de excelencia. En el Balneario Nuevo (Nové Lázne) se conserva un retrato de Eduardo VII (vino aquí nueve veces en total entre 1897 y 1909), con la curiosidad de que viste uniforme militar austriaco en vez de británico, el mismo que se puso en su encuentro aquí con el emperador Francisco José, pues no había traído traje oficial para la ocasión. Si por algo es famoso el Balneario Nuevo es por sus dos cabinas de excelencia personal: la Cabina del Emperador y la Cabina Real, ambas con una decoración única y suntuosa. Antaño eran de uso exclusivo, pero hoy se puede reservar la cabina real de Eduardo VII para darse un baño de agua mineral por un precio en consonancia. Un capricho que pueden permitirse muchos de los adinerados clientes rusos del hotel, ricos de nuevo cuño. Pero si Mariánské Lázne es probablemente la ciudad balneario más hermosa del mundo, aparte de por la belleza de su entorno, se debe en gran medida al arquitecto paisajístico Václav Skalník, que levantó una grandiosa ciudad jardín alrededor de unos parques centrales en los que se encontraban las fuentes de aguas minerales, cuya temperatura es de 7 a 10ºC. Si a ello le sumamos sus ostentosos hoteles (hay quien los califica socarronamente de tartas de nata), todos con fachadas en amarillo y blanco por ser los mejores colores para relucir con sol y para combinar con el verde circundante con sombra, nos encontramos con que la antigua Marienbad alcanzó la cumbre de su fama y elegancia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

El más caro de su época. Fue el balneario más caro y lujoso de Europa, sólo superado por el de Saint Moritz en Suiza, y a él acudían, aparte de los monarcas con sus familias, la crème de la crème de la literatura y de la música. Es posible que el genial Goethe se inspirara aquí para vislumbrar la catarsis de Fausto, su inmortal composición poética. Otra célebre personalidad que trató aquí sus problemas de salud fue el genial pianista y compositor polaco Frédéric Chopin. De aquella estancia ha quedado el recuerdo anual del Festival Chopin, que se celebra durante el mes de agosto.

La música siempre está muy presente en Mariánské Lázne, como ya queda constancia en el enclave para la orquesta diseñado dentro de la columnata principal. Pero la última aportación en este sentido fue la Fuente Cantarina, que se inauguró en 1986 justo enfrente de ésta. Se trata de una fuente musical con 330 chorros de agua, que en temporada alta reproduce a cada hora una melodía clásica o incluso la canción Vivo por ella, interpretada a dúo por Andrea Bocelli y Marta Sánchez, seleccionada para cerrar el repertorio en el azul crepuscular de la noche, con los chorros iluminados como si fueran fuegos artificiales del agua. En los alrerdedores de Mariánské Lázne se encuentran algunos campos de golf, herencia también del paso del rey británico Eduardo VII, que fue quien inauguró el primero de ellos.

Ya solo queda el regreso a la vida cotidiana, o retrasarlo un poco con una visita a Praga antes de coger el vuelo de vuelta. Pero con la certeza de haber rejuvenecido y sanado el cuerpo y la mente.

Karlovy Vary: del zar de Rusia a Goethe y Beethoven

En Karlovy Vary se respira la atmósfera nostálgica del Imperio austrohúngaro, pues creció con la actividad balnearia a partir de 1762. Las columnatas más hermosas fueron construidas en la llamada Edad de Oro de la ciudad, de 1870 hasta la Primera Guerra Mundial. Entre 1911 y 1913 Karlovy Vary recibía cada año más de 80.000 visitantes, cifra muy similar a la actual en temporada alta, que supera con creces a la de sus 65.000 moradores. Entre los visitantes ilustres de esta ciudad balneario figuran el zar Pedro El Grande, Goethe, Tolstói, Freud, Beethoven, Chopin, Wagner, Listz, Brahms y Dvorák. Éste último, bohemio él mismo, la eligió para estrenar en Europa su célebre "Sinfonía del Nuevo Mundo", tras haberlo hecho antes en Nueva York en 1893.

Mariánské Lázne: salud entre música y jardines

Los tres productos naturales del balneario de Mariánské Lázne (agua mineral, gas carbónico y lodos), unido a los paseos, el bello entorno paisajístico, la música y sus obleas originales (desde 1856) que tanto gustaban a Eduardo VII de Inglaterra, contribuyen al tratamiento de enfermedades tan comunes como la osteoporosis, la prostatitis, la obesidad e incluso la esterilidad y la infertilidad. Entre las indicaciones de las aguas de este balneario se encuentra asimismo la rehabilitación de los pacientes intervenidos de cáncer de mama o de otras afecciones oncológicas. Igualmente está especializado en trastornos de erección, siendo la envoltura en una bolsa de gas carbónico (CO2), de cintura para abajo, uno de los tratamientos empleados para tal restablecimiento

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