Las piedras que desafían la gravedad en Siberia

El lago Baikal, ubicado en el sur de Siberia, Rusia, es el lago de agua dulce más grande y profundo del mundo. También le llaman, más poéticamente, el "ojo azul de Siberia" o la "perla de Asia". Este lago es realmente inmenso: una superficie similar a la de Cataluña y su cuenca cubre un área comparable al territorio de España. Es en este entorno donde sucede un extraño fenómeno: llamado “Baikal Zen”.

Características del lago

Tiene 1.680 metros de profundidad, y, curioso, no se logró llegar al fondo hasta 2008. El lago Baikal almacena un 20% del agua dulce del planeta, y tiene más de 1.500 especies de animales, el 80% de ellas endémicas. Más de 31.000 kilómetros cuadrados de superficie o convierten en un atractivo para turistas y aventureros: el ecoturismo, el avistamiento de aves y el senderismo se practican en esta zona.

Un fenómeno sorprendente

Uno de los fenómenos más sorprendentes del lago Baikal es el llamado "Baikal Zen", donde las piedras parecen flotar en el aire, sostenidas por finos pilares de hielo. Este fenómeno ocurre cuando el sol calienta las piedras, que emiten radiación infrarroja derritiendo el hielo debajo de ellas. Sin embargo, el centro de la piedra emite menos calor, creando un pedestal de hielo que sostiene la piedra. Durante la noche, el agua derretida se congela de nuevo, reforzando la estructura. En el caso del agua congelada, el sol y el viento juegan un papel crucial, con el viento erosionando la columna de hielo hasta que el agua se congela nuevamente, creando una ilusión de suspensión.

Además de Baikal Zen, el lago también presenta otras curiosidades naturales, como las burbujas de gas metano atrapadas en el hielo. El gas emerge del fondo del lago, pero se congela antes de alcanzar la superficie, formando patrones muy característicos.

El lago Baikal no solo destaca por sus maravillas naturales, sino también por su rica historia y significancia cultural. Con una antigüedad de 25 millones de años, es el lago más antiguo del mundo. Durante siglos, fue considerado un lugar sagrado por los pueblos asiáticos, quienes peregrinaban para obtener su energía. Hoy en día, las aguas del Baikal, ricas en oxígeno y con bajas concentraciones de sales minerales, se utilizan en tratamientos médicos.