5 pueblos para enamorarse perdidamente de Alicante
Es la provincia con más sol de Europa y una de las más codiciadas de toda España. Recorremos su encanto a través de cinco coquetos pueblos que son perfectos para regalar una declaración de amor.

Al encanto de sus grandes ciudades se une el embrujo de sus coquetos pueblos. Lugares en los que la calidad de vida está asegurada y que son el refugio perfecto para volver a conectar con nosotros mismo. Alicante es el olor a sal de sus calles, el sol perpetuo inundando sus terrazas, las vistas al mar y el amor de sus habitantes por su querida y siempre añorada ‘Terreta’.

Pero también es el encanto de sus pequeños pueblos, que encarnan perfectamente la esencia Mediterránea con sus deliciosos arroces, únicos en España, y la calidez de sus habitantes que siempre dejan las puertas abiertas a todo aquel que ame tanto su tierra como ellos.
Recorremos la provincia en busca de cinco preciosos pueblo conocidos, y no tan conocidos, para volver a recordarnos a donde tenemos que volver cuándo nuestra rápida y ajetreada vida nos lo permita.
Altea
No es un desconocido, pero si un imprescindible. Este precioso pueblo, acuñado como ‘la cúpula del Mediterráneo’ tiene todo lo que se sueña al hacer un viaje: restaurantes punteros, callejuelas blancas que conforman la postal perfecta y rincones que son la excusa perfecta para regalar una declaración de amor.

Altea es un sueño veraniego, pero es en invierno cuando muestra sus verdaderos encantos. Una estación en el que se puede pasear sin prisas por sus calles poco abarrotadas, o en el que se puede parar tranquilamente en uno de sus tantos miradores a contemplar la panorámica única de este pueblo: la inconfundible postal que deja de fondo el mar.
Callosa d’en Sarrià
Esta localidad se encuentra uno de los lugares más privilegiados de la zona, a la sombra de la mágica Sierra de Bernia. Un maravilloso enclave situado a apenas unos minutos en coche desde Benidorm que es perfecto para encontrar la calma.

La población destaca por los restos de muralla, construido por Bernat de Sarrià, que aún pueden verse integrados en el casco urbano de la ciudad. Aunque la foto perfecta se encuentra en la puerta de El Portal, la única que se conserva de este perímetro amurallado.
Pero lo cierto es que Callosa d’en Sarrià destaca, sobre todo, por sus ya conocidas Fuentes del Algar. Una serie de ríos que bajan de la montaña que son el baño perfecto en los meses de verano y el lugar para el senderismo perfecto para el invierno, con unos paisajes esculpidos en roca caliza. Imprescindible pararse en el Toll de la Caldera, donde sentir el rugir de una cascada que cae sobre unas aguas increíblemente azules.
Villena
Es una de las localidades más conocidas de la provincia, aclamada por tener uno de los castillos más impresionantes de la provincia de Alicante. El Castillo de la Atalaya de Villena es una fortaleza de origen árabe que preside el casco urbano. Uno de los pocos castillos que quedan en pie con doble muralla y en el que poder embelesarse con grafitos de época musulmana.

Pero Villena, más allá de su fortaleza, es un lugar que merece ser paseado. Te recomendamos que lo hagas por su casco históricos para terminar deteniéndote en su Plaza Mayor. Si tras un paseo las fuerzas te flojean tenemos una buena noticia: ¡Comer aquí es un auténtico escándalo!

Uno de nuestros lugares favoritos es ‘La Chulapa’, una hamburguesería que es un auténtico escándalo y que es perfecta para nostálgicos madrileños. Imprescindible probar alguna de sus tapas, servidas con cada cerveza, y ponerse las botas con su ‘Hamburguesa Blue’, sus deliciosas quesadillas o su Hamburguesa Kentaky con mayonesa de kimchi.
El Castell de Guadalest
Uno de los grandes conocidos que puede presumir de tener una de las panorámicas más alucinantes de toda España. No es para menos, porque se encuentra en lo alto de un peñasco con casas perfectamente encajadas en la roca. A esto se suma unas magníficas vistas de las sierras de Xortà, Serrella y Aitana a las que se suma su icónico Embalse de Guadalest.

Debes saber que El Castell de Guadalest está dividido en dos zonas: por un lado el barrio del Castillo, situado en lo alto de la peña y rodeado por sus murallas, y por otro el del Arrabal, que se creó más tarde y que se extiende por la falda de la montaña. El de mayor interés es el del castillo, donde encontrar murallas con mucha historia y donde se conservan perfectamente algunos de los lienzos de la época musulmana.

Villajoyosa
Si hay algo que caracteriza a Villajoyosa es, sin duda, el del olor de sus calles. Cuando la fábrica de chocolates empieza a funcionar sus calles se impregnan de un envolvente olor a chocolate que es amado y odiado a partes iguales. Pero la Vila es más que eso: son sus pintorescas calles de colores que miran al mar, es escenario de cine y es la magia de pasear por su casco antiguo, considerado conjunto histórico artístico.

Imprescindible es pararse en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, construida a mediados del siglo XVI y perteneciente al estilo gótico catalán o la Antigua Ermita de San Antonio, del siglo XVIII.
Eso sí... piérdete por sus casas colgantes policromadas sobre el río Amadorio, el gran icono de la localidad.
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