10 pueblos marineros de Asturias en los que te querrás perder

Atravesamos diez puertos asturianos donde el tiempo se detuvo hace muchos lustros, y donde, en la costa mejor preservada de España, residen lobos de mar de tradiciones arraigadas.

Castropol
Castropol / LuisVilanova

A las dársenas del litoral asturiano llegan a diario los mejores productos del Cantábrico, que se preparan con buen hacer y recetas ancestrales en los restaurantes de la zona. Como hicieron sus antepasados, los marineros mantienen el sabor de tradiciones y la máxima calidad. No son cualquier villa costera, son un lujo para el paladar y los sentidos otoñales. Algunos de estos municipios han sido distinguidos como Pueblos Ejemplares, otros como lugar más Bonito de España, y uno es célebre en el mundo entero por el descenso de su emblemático río, El Sella. En los pueblos marineros del litoral asturiano sus gentes siguen conservando sus costumbres, su forma de vida sosegada y su impresionante gastronomía.

Y es que a lo largo del Principado de Asturias se despliegan innumerables y fascinantes villas, donde es obligatorio perderse en otoño. Recorremos la costa para disfrutar de la magia de cada uno de ellos, de sus puntos en común y de sus peculiaridades. Todos estos pueblos del litoral asturiano tienen un encanto especial y ofrecen hechizantes itinerarios. Invitan a un viaje de puro placer por sus playas de postal, sus casitas de pescadores, sus prados que besan el mar, sus acantilados titánicos o sus minúsculos puertos secretos. Son pueblos con sabor a mar que seducen por su encanto y su cocina. Nos movemos entre casas bajas, tejados y calles empedradas que marcan senderos hacia el océano. Pequeños pueblos emplazados en una costa accidentada que encierra playas, ensenadas, estuarios en los que perderse.

Toda la costa del Principado de Asturias propone miradores y panorámicas en las que quedarse embelesado. Viajamos por municipios con vistas espectaculares desde sus faros y atalayas, por lugares tranquilos con pocos habitantes que se empeñan en conservar su historia y su urbanismo. Es una costa cuajada de sencillas casas marineras, de villas burguesas y palacios. Pero también, de sugerentes casas de indianos, aquellos valientes que emigraron, y que a su vuelta, enriquecieron de alguna manera, la tierra que les vio nacer.

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