Entrevista a Pedro Piqueras, periodista

No programa viajes con antelación pues la actualidad le ha obligado en más de una ocasión a anularlos e incluso a regresar cuando acababa de deshacer la maleta. Pedro Piqueras, director de Informativos de Telecinco, se siente feliz en Budapest, a donde viaja todos los años, y disfruta contemplando las llanuras manchegas. Entre sus paisajes favoritos, el nacimiento del río Mundo y la Sierra de Alcaraz, en Albacete, su tierra natal. También admira la belleza de Morelia, capital de Michoacán (México).

Pedro Piqueras
Pedro Piqueras

Para este manchego, que ha ocupado puestos de responsabilidad en las principales televisiones de nuestro país y en Radio Nacional de España, de la que fue director entre 2004 y 2006, hablar de viajes es casi un alivio. Sobre todo después del intenso trabajo de los últimos días, por la abdicación de Don Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI. Incluso no opone resistencia a que apaguemos la TV del comedor de invitados en el que realizamos la entrevista.

"Las experiencias viajeras te hacen crecer. Aprendes a ser más educado con la gente que te rodea y a ser mejor persona. También te das cuenta de que somos mucho más parecidos de lo que algunos quieren hacernos creer". El periodista hace esta reflexión para invitarte a continuación a pasear por los Países del Este y de Centroeuropa que tanto le cautivan, para intentar convencerte de la belleza de ciudades como Santo Domingo y para volver a asomarse, las veces que haga falta, a los paisajes de su infancia. "Es ilógico -comenta- que España entera no conozca Almagro, el nacimiento del río Mundo, la Plaza Mayor de Alcaraz, Chinchilla de Montearagón o las lagunas de Ruidera". Pedro Piqueras, hijo de un humilde alpargatero de Albacete, se emociona cuando contempla la llanura manchega y echa de menos el anonimato en las fiestas populares que tanto le gustan. "Me gustaría vivirlas -se lamenta- como cuando no me conocían".

¿Es un inconveniente ser famoso?

Digamos que me cuesta un poco más de tiempo ver una catedral o una plaza, pues no puedes desatender a las personas que te saludan o quieren hacerse una foto contigo. Procuro verlo en positivo.

¿Dónde viajaba en su infancia y adolescencia?

Yo de pequeñajo iba a los campamentos del colegio. Así descubrí con 12 años el nacimiento del río Mundo. Es de una belleza extraordinaria y con un paisaje de pinos espectacular. Me gusta volver allí, coger una vereda y disfrutar de la naturaleza.

Ejerce de manchego...

La Mancha es algo increíble. Yo nací en una casa que tenía delante lo que más me gusta: el paisaje manchego. Los manchegos dicen que vamos con una boina y un hacha. La boina para protegernos del sol o del frío, y el hacha para cortar cualquier cosa que crece. Porque a nosotros lo que nos gusta es ver el campo, la llanura.

El trabajo le llevó a Jordania (primera Guerra del Golfo) o Haití (terremoto). ¿Ha vuelto a estos lugares para conocerlos mejor?

Tengo que volver a Jordania, donde estuve un mes haciendo telediarios, para conocer Petra y la Jordania profunda. Solo conocí el hotel Intercontinental y la sede de la TV jordana. Haití no me interesa demasiado.

También estuvo en República Dominicana con la campaña de RNE "Un juguete, una ilusión".

Fue un viaje extraordinario. Me encantó Santo Domingo, una ciudad única en muchos sentidos, muy viva, donde quedan edificios bellísimos de la colonización española, como el Palacio de Don Diego Colón. También me gustó mucho la primera catedral primada de América.

¿En qué otro lugar de Hispanoamérica se ha sentido como en casa?

En México, donde tengo amigos. Si tuviera que vivir en otro sitio, viviría en México. Tiene ciudades como Morelia, la capital de Michoacán, que son una maravilla. Algunas de las mejores ciudades españolas se construyeron en México.

¿Qué otro sitio para retirarse?

Voy a tratar de retirarme en España, aunque, si tuviera que ir a otro país que no fuera México, iría a un país del Este de Europa o a un país nórdico. Son muy bonitos, pero a las seis de la tarde se ha acabado todo. Me gusta mirar al Este y al Norte.

Es aficionado a la navegación.

Era. Ahora no tengo tiempo. Gracias a un amigo mío que vivía en Calpe (Alicante), el doctor Francisco Albertos, descubrí Altea y el amor por la vela. Luego me compré una casa en Altea, uno de los pueblos más bonitos de la costa levantina, donde la gente se arregla para salir a cenar por la noche. Parece un pueblo de la costa italiana. Procuro ir todos los veranos. También, lógicamente, voy a Albacete capital, donde viven mi madre y mi hermana.

En una ocasión me lo encontré en la estación de Chamartín, de vuelta de un partido del Albacete.

Viajaba bastante con el Albacete, sobre todo cuando estaba en Primera. Me llamaba mi paisano Constantino Romero, que vivía en Barcelona, para decirme que si quedábamos en Logroño o en Zaragoza. En la época de Benito Floro el Albacete jugaba de maravilla y llegó a estar en puestos de UEFA.

¿Algún viaje pendiente?

Apenas conozco África. También tengo ganas de ir a Japón y de volver a Filipinas. Este último país me parece una maravilla. No soy nada colonialista, pero me gusta mucho que haya algo mío en el resto del mundo y que todavía se preserve.

Una anécdota viajera.

En el aeropuerto de Moscú me requisaron unas capitas metálicas de popes ortodoxos. Los policías me dijeron que no podía sacar arte del país, pero seguro que se las quedaron ellos.

¿Qué es obligatorio llevar en la maleta?

Un móvil, algún libro... Y una buena compañía. La compañía te hace maravilloso el desierto y te puede hacer horrible Nueva York.

Pasión por Hungría y México

"Budapest me parece una ciudad maravillosa"

Aunque conoce la mayoría de los países europeos, Pedro Piqueras mantiene una relación muy especial con Hungría, y más concretamente con su capital, Budapest: "A Budapest voy todos los años. Comencé a ir hace muchos, cuando las fachadas todavía estaban negras y la gente no veía posibilidad de mejora de ningún tipo. Era un mundo triste, sometido a un régimen comunista. A pesar de todo, ya me parecía una ciudad maravillosa".

Destaca de ella los baños de aguas termales y su cultura: "Zedge, la ciudad que da origen a Budapest, era Aquincum, una ciudad romana con una gran cultura del agua. El gentilicio de los habitantes de Budapest es aquincense por esta razón. Budapest es un sitio muy bonito, con unas calles en las que cada día descubres algo nuevo. Cada edificio es diferente, con una riqueza arquitectónica tremenda. Además, la ciudad está partida o unida, según se mire, por un río maravilloso que es el Danubio. Me encanta enseñar Budapest a los amigos y tomar luego una copa por la noche en un barco, con la ciudad iluminada".

Incondicional de los libros de viaje de Javier Reverte, el periodista ha descubierto a grandes autores húngaros, como Imre Kertész, Lajos Zilahy o Gyula Krúdy. También confiesa su entusiasmo por Copenhague y Estocolmo, "dos grandes ciudades", sin olvidar París. Peor recuerdo le trae Los Ángeles, donde estuvo de joven estudiando inglés con una beca: "No tenía carnet de conducir y vivía solo en una casa sin persianas. En cuanto amanecía no podía dormir, y además tenía que coger cuatro autobuses para llegar a la escuela. Fue mortal aquello y terminé harto de Los Ángeles".

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