La Avenida Nevski, el alma de San Petersburgo

Un paseo por esta arteria retratada por la literatura que es la que mejor define la esencia de la ciudad más europea de Rusia.

Avenida Nevski
Avenida Nevski / ISTOCK

La pompa del legado zarista y el brillo metálico del siglo XXI; el estilo imperial de la nobleza y el carácter mundano de la bohemia reflejado en sus cafés, sus restaurantes y sus librerías. Todo esto, en un perfecto ensamblaje, convive en la principal avenida de San Petersburgo, la arteria que brinda, como su nombre sugiere, “la perspectiva del río Neva”.

Como la Quinta Avenida de Nueva York, como los Campos Elíseos de París, como la Gran Vía de Madrid, por citar también algo nuestro, hay calles que son el alma de la ciudad, sin las que no se las puede comprender. Calles que definen los rasgos del paisaje humano y en las que tomar el pulso al paso del tiempo.

Ninguna como la Avenida Nevski condensa tanto la esencia de San Petersburgo, la ciudad más europea de Rusia. Una ciudad que fue el sueño de aquel zar llamado Pedro el Grande, empeñado en comprimir grandiosos edificios y empaquetarlos como un regalo frente al mar, para alentar con ello un aire de modernidad, para imprimir el soplo de occidente a un país todavía anclado en el Medievo.

Concebida como un boulevard al más puro estilo parisino en lo que, en el siglo XVIII, había sido un bosque pantanoso, la Nevski Prospekt, que divide la metrópoli desde el éste hasta el oeste del río, está enmarcada por puentes, palacios y canales a lo largo de cuatro kilómetros. Desde su inicio en el soberbio rincón donde confluyen el Almirantazgo y el Hermitage, hasta su fin en el monasterio de Alexander Nevski, discurren por esta calle algunas de las construcciones más hermosas: el Palacio Stroganov, la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, la Biblioteca Nacional, el Puente Anichkov, el Edificio Singer…

Sus concurridas aceras, una siempre soleada y la otra sombría, son el espejo más fiel de la Rusia de hoy, el principal escenario donde hacerse eco de la vida cultural que late en sus museos y en sus teatros, en sus cines y en sus salas de concierto. Entre su multitud, como también sucede en las distintas calles que mencionábamos antes, desfila el contraste de las clases sociales, de las razas, de las tendencias de moda. Y a su imagen tan suntuosa y elegante, tan pulcra y palaciega, los artistas callejeros le añaden un barniz pintoresco. Algunos no faltan a su cita frente a la iglesia de Santa Catalina, día tras día, desde hace más de veinte años.

La literatura también se ha rendido ante la magia de esta famosa avenida. Porque la Nevski ha sido retratada en las páginas de Dostoievski y Tolstói, e incluso erigida en personaje -sufre transformaciones, tiene capacidad de atracción, no puede evitar sucumbir a la caos…- en un relato de Nikolái Gogol, quien con ella, de la que dijo que era “la única distracción del humilde en su paseo por San Petersburgo”, realiza una compleja radiografía de la sociedad rusa de la época.

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