5 lugares para ver cómo cambian los colores en otoño

La llegada de la estación del otoño, los primeros fríos y las primeras lluvias, cambian el color de alguno de los parajes naturales más bellos de España. He aquí cinco de estos lugares donde todo parece distinto estos días.

Selva de Irati
Selva de Irati / JavierGil1000

Selva de Irati

Si hay un lugar en España donde el otoño haga cambiar los colores es la Selva de Irati de Navarra. El segundo hayedo-abetal más extenso de Europa después de la Selva Negra de Alemania se extiende a los pies de los Pirineos Orientales en una mancha verde de más de diecisiete mil hectáreas. Rodeada por altas montañas los valles de la Selva de Irati han mudado desde hace semanas sus colores. Del verde violento de la primavera y el verano los colores han pasado al amarillo, el ocre, el cobrizo y los azafranes. Es un espectáculo inenarrable pasear entre hayedos de hojas amarillas que tapizan el suelo de un espacio natural protegido único por su belleza y su cromatismo.

Parque Natural de Cazorla
Parque Natural de Cazorla / Aitormmfoto / ISTOCK

Valle Alto del Guadalquivir

El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas ocupa un quinto de la provincia de Jaén. Eso es un territorio enorme que un caminante tardaría semanas en recorrer. De hecho Cazorla, Segura y Las Villas es el espacio natural protegido más grande de España. En él nacen dos ríos capitales: El Guadalquivir y el Segura. En el valle alto del primero los colores han cambiado estos días. Al sonido de la berrea de los cérvidos machos se une el espectáculo de las hojas de los castaños, los hayedos, los olmos y demás árboles de ribera. El Guadalquivir baja manso a la espera de las primeras lluvias del otoño, pero los colores a principios de otoño presagian que algo empieza a cambiar.

Fragas do Eume
Fragas do Eume / PEDRE / ISTOCK

Fragas do Eume

Es uno de los espacios naturales más valiosos de Galicia. Las Fragas do Eume están en A Coruña y conforman uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa. A una y otra orilla del caudaloso río Eume se extiende un vergel que cambia su paleta cromática con cada nueva estación. Hay que recorrer las Fragas a pie, sin prisas, en cualquiera de sus dos riveras. Solo así se disfruta de la belleza de los robles, chopos, fresnos, alisos, de las más de veinte especies distintas de helechos y los doscientos líquenes que tapizan las piedras y las cortezas de los árboles. La recompensa nos espera en el monasterio de Caaveiro, un antiguo cenobio con mil años de historia desde cuyas piedras se divisa una de las vistas más impagables del interior de Galicia.

Tejera Negra
Tejera Negra / Tuispi / Wikicommons

Hayedo de Tejera Negra

El hayedo más al sur de Europa está en Guadalajara, en el Parque Natural de la Sierra Norte, entre dos valles flanqueados de altas montañas que han creado un milagroso microclima donde germinan las hayas que estos días han mudado el color de sus hojas a un amarillo intenso. Si uno pasea por mitad de ellas verá que el aire muda su color y transparenta unos tonos otoñales que ni el cielo azul es capaz de modificar. Hay arroyos de aguas claras y en torno a ellos crecen robles melojos, pinos silvestres, tejos, acebos y abedules donde con las primeras lluvias los amantes de la micología buscaran sabrosos boletus y trufas. El Hayedo de Tejera Negra hay que recorrerlo a pie o en bicicleta de montaña. Existen dos rutas: La senda de Carretas y la senda del Robledal. Ambas nos conducirán a un mundo que parecen habitar duendes y animales mitológicos.

Laguna Negra
Laguna Negra / ISTOCK

Laguna Negra

Uno de los parajes más fascinantes, misteriosos y literarios de España cambia el color de sus árboles y su paisaje con la llegada del otoño. El verdor de las hojas de los hayedos y robles la llegada de los primeros fríos convierten estos árboles en seres cárdenos y cadmios. Las hojas rojizas de los árboles se reflejan en las aguas oscuras de la Laguna Negra, ubicada en la Sierra de Urbión, en uno de los paisajes más bellos de la provincia de Soria. Envuelta por la leyenda y adscrita a la crónica de La Tierra de Alvargonzález de la que don Antonio Machado dio cuenta en su poemario ‘Campos de Castilla’, la Laguna Negra está encajada a unos dos mil metros de altura, entre paredes de granito y rodeada de millares de árboles.

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