Travesías míticas alrededor del mundo

Texto: Elena del AmoLa curiosidad, la codicia, la necesidad o la sed por descubrir qué se escondía detrás del horizonte. Desde que el mundo es mundo los más intrépidos entre los hombres han abandonado las certezas de lo conocido para aventurarse por cada confín, propiciando entre las culturas más dispares intercambios materiales y de valores que trastocarían para siempre el devenir de las civilizaciones. Desde las vías comerciales de la Ruta de la Seda o la de las Especias hasta las grandes exploraciones científicas o los viajes al espacio, la obsesión por ir más allá avala que el hombre, en esencia, no ha cambiado tanto a lo largo de los siglos.

Travesías míticas alrededor del mundo
Travesías míticas alrededor del mundo / Digytal

Ruta de la seda

Antes que Marco Polo la transitaron otros, aunque ningún europeo alcanzó a describir este primer puente entre Oriente y Occidente con la minuciosidad del veneciano, que dejó constancia de mucho de lo que fue descubriendo en sus viajes en su Libro de las maravillas. Inaugurada al menos oficialmente cuando en el siglo II a.C. un emperador chino envió a sus primeros emisarios hacia el interior de Asia, la Ruta de la Seda fue la arteria comercial más fabulosa que conoció la Antigüedad hasta que, ya en el siglo XV, le llegó la decadencia con el auge de la navegación y las nuevas rutas marítimas. Este corredor terrestre de unos 9.000 kilómetros no se vadeaba a través de un único camino sino que a lo largo de los siglos se fue convirtiendo en una compleja red de vías y ramales, que se bifurcaban una y otra vez hilvanando distintos imperios y sorteando los desfiladeros, estepas, desiertos y mil y un peligros que acechaban entre la ciudad china de Xian y Damasco, Trebisonda, Antioquía o la vieja Constantinopla, hoy Estambul, desde donde los tesoros que acarreaban sus dromedarios se distribuían a Roma y el resto del el Mediterráneo. A pesar del nombre -acuñado en el siglo XIX por el geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen-, por ella no solo viajaba la seda, ese codiciado tejido que durante mucho tiempo solo supieron confeccionar los chinos y al que se aficionaron desde las élites romanas hasta las persas. Tanto en una como en otra dirección, sus caravanas transportaban también inventos chinos decisivos para la Humanidad como la tinta, el papel o la pólvora, amén de oro, marfil, especias, porcelanas, lacas, piedras preciosas, cristal, perfumes, esclavos y, más decisivo si cabe, descubrimientos científicos, religiones, conocimientos y formas de pensamiento, como la medicina o la filosofía griega, que cambiarían el rumbo de la historia en ambas partes del mundo.

Al calor de semejante vaivén de mercaderías y saberes, por las descarnadas tierras nómadas del Asia Central fueron floreciendo ciudades que todavía hoy conservan el mito y parte de la monumentalidad de aquellos días. Recorrer la ruta entera nunca fue fácil, ni siquiera hoy. De hecho, los mercaderes de antaño rara vez lo hacían. En lugar de ello solían viajar de bazar en bazar, comprando y vendiendo en ellos mercancías que, como en una carrera de relevos, pasaban de mano en mano hasta su destino final. Igualmente ahora lo más habitual es ceñirse a algunos de sus tramos como el inicial por China, recalando desde Xian hasta los oasis de Dunhuang y Turpan; su trayecto final por la hoy turca Antioquía y la espléndida Estambul o, a mitad de camino, adentrándose por las ciudades históricas del actual Uzbekistán: Khiva, Bukhara y Samarcanda, donde se conservan algunos de los mejores legados de tantos siglos de intercambio.

Viaje

La mayorista ICU (www.icuviajes.com) propone también una forma poco frecuente de seguir los últimos tramos de la Ruta de la Seda a bordo del tren Otoman Express, con un viaje de 12 días entre Estambul y Damasco a partir de 3.588?€, así como un igualmente insólito recorrido de dos semanas atravesando las históricas ciudades-oasis de Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajstán en el tren Registán, desde 4.287 €. También Banoa (www.banoa.com) propone su Ruta de las Caravanas, un viaje de 29 días de duración por Uzbekistán, Turkmenistán, Irán y el este de Turquía desde 3.480 €.

Viajes Tuareg (www.tuareg.com) dispone de tres itinerarios para abordar algunos de los tramos esenciales de la Ruta de la Seda: su viaje de 26 días por China a través de Pekín, Xian, el corredor de Hexi, Lanzhou, Dunhuang, Turfan y el tradicional mercado de Kashgar, desde 2.850 €; 12 días por las ciudades uzbekas de Khiva, Bukhara y Samarcanda, a partir de 1.600?€; y la ampliación de esta última ruta con el lago Issyk Kul y la cordillera del Tien Shan, en Kyrgyzstan, desde 2.135 €.

Libros

Libro de las maravillas del mundo (Cátedra, 2008), de Marco Polo.

La Ruta de la Seda (Alianza, 2008), de Thomas O. Höllmann.

¡Te odio, Marco Polo! (Niberta, 2010), de Pablo Strubell,

La Ruta de la Seda (Quinteto, 2002), de Colin Falconer,

La sombra de la Ruta de la Seda (Península, 2007), de Colin Thubron.

Más información

Transiberiano

El descubrimiento de los recursos minerales de Siberia y la urgencia por conectar el imperio zarista con su recién creado puerto de Vladivostok decidió a Alejandro III a impulsar esta obra faraónica en la que participaron más de 100.000 trabajadores, en su mayoría soldados y presos. En 1891 comenzaba a tenderse, partiendo simultáneamente de sus dos extremos, la vía férrea más larga del mundo. De Moscú a Vladivostok. Desde el corazón de la Madre Rusia hasta su ansiada salida al Pacífico a través de 9.288 kilómetros de inhóspitas estepas, que atesoran no pocos superlativos: un clima que puede tranquilamente oscilar entre los 25º del verano y los 45º bajo cero en lo más crudo de la época invernal, un recorrido que atraviesa a su paso el lago más profundo del planeta y ríos legendarios como el Volga, el Obi, el Yenisey o el Lena, amén de siete husos horarios, lo que supone que mientras en su estación de partida amanece en la última ya se ha puesto el sol.

A diferencia de lo que suele creerse, no existe un tren que lleve el nombre del Transiberiano. En realidad se trata de una línea férrea transitada a lo largo de todo el año tanto en uno como en otro sentido por varios expresos de muy diversos servicios y precios: desde el lujosísimo Golden Eagle o el turístico Grand Express hasta el nostálgico Rossiya, y otros aún más modestos en los que el mayor lujo será conseguir una litera blanda en la que reposar los huesos mientras los monótonos paisajes de la taiga van desfilando por la ventanilla y se mata el tiempo con un libro o compartiendo experiencias con los variopintos compañeros de viaje que ocupan los vagones.

Aunque incluso la duración del trayecto varía en función del tren elegido, el promedio a bordo es de siete días. Y eso sin hacer hacer altos en la ruta, lo cual es poco frecuente entre los extranjeros, que rara vez se resisten a recalar unos días por alicientes de la talla del lago Baikal o las ciudades de Novosibirsk, Yekaterinburgo, la capital de los Urales en la que fue masacrada la saga de los Romanov, o Irkutsk, el denominado "París de la Siberia". De ahí que para muchos sea más recomendable adquirir los billetes por tramos en función de lo que se quiera ver, ya que, salvo en los trenes turísticos donde las salidas y llegadas están programadas en función de las visitas, en los expresos convencionales, que son utilizados principalmente por los viajeros rusos, las paradas apenas darán para estirar las piernas a lo largo de la estación.

Para complicar más todavía la elección del trayecto hay que contar con los ramales principales de la famosa línea de tren, que a menudo ofrecen un itinerario más atractivo si cabe, como la ruta transmongoliana, que desde las proximidades del lago Baikal enfila hacia Pekín a través de Ulan Bator; y la transmanchuriana, que culmina igualmente en la capital china pero sin tocar las inmensas estepas de Mongolia.

Viaje

Vía Nómada (www.via-nomada.com) organiza a la medida viajes a bordo de cualquiera de los trenes que trazan la ruta transiberiana y sus ramales a partir de 991€ (más el vuelo) para los tramos Moscú-Irkutsk-Ulan Ude-Vladivostok. También la especialista en el país, Iberrusia (www.iberrusia.com), propone desde nueve días a bordo del Grand Express, con todas las comidas, hoteles, visitas y actividades culturales por 4.690€ (sin el vuelo), hasta opciones a bordo del todavía más lujoso Golden Eagle o en el más modesto tren que circule por estas vías, ajustándose a lo que busque cada viajero.

Libros

En Siberia (RBA, 2008), de Colin Thubron.

El tren más largo: de Moscú a Vladivostok en el Transiberiano (Témpora, 2004), de Fernando Martínez Laínez.

La Ruta de los Huesos (Manakel, 2010), de Jorge Sánchez.

Más información

Trans-Siberian Railway: www.transsib.ru/Eng.

Ferrocarriles de Rusia, http://eng.rzd.ru

Ruta 66

Camiones fantasma en mitad del desierto, kilómetros y kilómetros de asfalto, moteles de dudoso pelaje, encrucijadas sin salida... la Ruta 66 es el sueño de todo motero que se precie. Aunque hace décadas que desapareció oficialmente de los mapas, la llamada "madre de todas las carreteras" sigue encarnando ese camino hacia la libertad de la mitología americana. Por este tajo proyectado en los años veinte entre el este y el oeste de los Estados Unidos se abrían paso los desheredados de la gran depresión en esa desesperada búsqueda de la tierra prometida en California, que tan descarnadamente narraron John Steinbeck y John Ford en Las uvas de la ira. Nat King Cole, Chuck Berry o los Rolling Stones le cantaron a la sensación única de viajar por sus horizontes desprovistos y a las ciudades anómimas que en mitad de la nada fueron creciendo a su calor entre las megalópolis de Chicago y Los Ángeles. Esos son los dos puntos a unir. Ni más ni menos que 4.000 kilómetros en canal que, a pesar de la reorganización del sistema de autopistas interestatales que le dio la puntilla a la carretera histórica, pueden seguirse en más de un 80 por ciento por su trazado original. Tres husos horarios de punta a punta y un total de ocho estados entre medias ­-Illinois, Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California- por los que atreverse, eso sí, pertrechado de un buen mapa e información al detalle. Porque la señalización, cuando la hay, llega a resultar bastante confusa.

Por este territorio vaquero aflora la polvorienta y ruda América profunda, que tan en las antípodas se encuentra de las modas de Nueva York y las decisiones de la Casa Blanca. Siguiendo la huella de otras Harley -o por supuesto también en coche-, a lo largo de aproximadamente un par de semanas se cruzará el Misisipi, que muestra en sus orillas el monumental Gateway Arch de San Luis, que simboliza la puerta hacia el oeste. En el Cadillac Ranch de Amarillo aflorarán los artísticos coches semienterrados en la arena, que son también el santo y seña de la Ruta 66. Se podrá repostar en gasolineras sacadas de una película, reponer fuerzas en el Bagdad Café de Newberry Springs, probar suerte en Las Vegas o hacer noche en moteles tan retro como Blue Swallow de Tucumcari, Nuevo México. Se atravesarán tierras comanche y cherokee, el desierto de Mojave o la falla de San Andrés, y hasta merecerá la pena aventurarse fuera de la senda histórica para recorrer algunas carreteras particularmente despampanantes o tomar un desvío para plantarse ante uno de los atardeceres rojos que se gasta su majestad, el Gran Cañón del Colorado.

Viaje

Rumbo 66 (www.rumbo66.es) es una agencia especializada en viajes en moto -¿por qué no una Harley?- a numerosos destinos entre los que se encuentra esta ruta mítica, que recorre en dos semanas con grupos guiados de un máximo de 15 participantes por unos 4.945 € el conductor y 3.445 € el acompañante, incluyendo los vuelos, la moto y el alojamiento. Si se prefiere realizar en coche, Catai (www.catai.es) propone un fly drive con también los hoteles a partir de 1.739 €.

Libros

Las uvas de la ira (Alianza, 2008), de John Steinbeck

Eterna Ruta 66 (Timeo, 2009), de Marie-Sophie Chabres y Jean-Paul Naddeo.

Más información

Panamericana

Aa lo largo de casi 30.000 kilómetros, desde Patagonia hasta Alaska, apenas interrumpidos por el llamado "tapón de Darién", la carretera más larga del planeta hilvana cerca de una quincena de países por el flanco occidental del continente. A su vera tienen hueco los climas más extremos, amén de desiertos, montañas, selvas, hielos, villorrios y ciudades de toda condición. Más que una carretera en el sentido estricto, este sistema colectivo de vías y ramales lo mismo se disfraza de autopista a su paso por Buenos Aires o Vancouver que de una bucólica tira de asfalto que avanza en solitario entre los monótonos horizontes de las pampas. En otras ocasiones, sin embargo, sus hechuras vienen a ser poco más que un baile de baches atragantado de camiones o un puro barrizal que vuelve intransitables muchos de sus tramos en las épocas de lluvia.

La Panamericana, que comenzó a pergeñarse en 1923 para unir todas las Américas, se asoma a mundos no siempre exentos de riesgos. La mera conducción por algunos de sus países, donde a la hora de ponerse al volante se diría que impera la ley de la selva, es ya uno de ellos, por no hablar de las zonas inseguras que también atraviesa tan descomunal trazado.Vadearla entera resulta una tarea de titanes. Aventurando una media de 500 kilómetros al día y sin entretenerse por el camino -algo difícil de cumplir, con todo lo que aguarda en sus inmediaciones-, hacérsela de cabo a rabo llevaría tranquilamente un par de meses. En estos tiempos de urgencias y 30 días escasos de vacaciones, lo más habitual es conformarse, que no es poco, con ceñirse a algunos de sus sectores más despampanantes en coche, en moto, en autobús, y hasta algunos valientes se atreven por ella a caballo, en bicicleta o a pie. La elección de qué porciones recorrer tampoco constituye una misión fácil. Entre mil y una opción más aguardan los desiertos de Utah, Nevada o Atacama, unas buenas tajadas de selva amazónica, los cinturones de volcanes de Costa Rica o Ecuador y las cordilleras nevadas de los Andes, ciudades coloniales como Quito y Cuenca o las del precioso estado mexicano de Oaxaca; desde las misteriosas líneas de Nazca por las desprovistas llanuras del Perú atlántico hasta escondites en los que olvidarse del mundo, como la isla chilena de Chiloé.

Sus últimos extremos despachan también dos escenarios de auténtica impresión: la autopista a Alaska, que fue construida durante la Segunda Guerra Mundial por unos escenarios vírgenes como pocos; o el sector patagónico de la mítica Ruta 40 que atraviesa toda la Argentina, que sin ser parte oficial de la Panamericana queda tan a mano y atesora tramos tan gloriosos, como el que hilvana el glaciar Perito Moreno con el Chaltén, que sobran motivos para hacer la vista gorda.

Viaje

Tanto las agencias especializadas en aventura, como Tuareg (www.tuaregviatges.es), Agama (www.agama.net) o Ambar/Kananga (www.pasaporte3.com), como aquellas otras que están consagradas a los viajes más exclusivos, como Plenia (www.plenia.es), pueden organizar rutas a la medida o viajes fly drive, incluyendo los vuelos y los coches de alquiler, a los tramos del continente americano que se quieran recorrer.

Libros

Long Road South: The Pan American Highway (National Geographic Society, 1999), de Joseph R. Yogerst.

Panamericana: Abenteuer zwischen Alaska und Feuerland (Frederking Thaler, 2005), obra de Peter Gebhard y Wolf Alexander Hanisch.

Más información

Las otras grandes rutas

En la Edad Media las peregrinaciones para honrar las reliquias del decapitado apóstol Santiago, que llegaron a Galicia en un barco tripulado ni más ni menos que por ángeles, se convirtieron en un hito religioso y cultural que movilizó a los fieles de media Europa. Algunos emprendían el camino ávidos de aventura. Otros, de conseguir la indulgencia plenaria que sigue librando de los pecados en los Años Jubilares -todos aquellos en los que el día 25 de julio cae en domingo; el último, 2010; y el próximo, en 2021-. Calzadas, puentes, monasterios y hospitales para atender las necesidades de los romeros fueron edificándose sobre todo a través del camino principal, el Francés, que sigue siendo hoy el más transitado según la Oficina de Peregrinaciones del Arzobispado de Santiago de Compostela, seguido del Portugués, el del Norte, la Vía de la Plata, el Primitivo y el Inglés. A pie o en bicicleta, ambas opciones resultan válidas para conseguir la Compostela siempre que se cubran así al menos los últimos 100 kilómetros; de ahí que una cuarta parte de las más de 270.000 personas que lo hicieron el año pasado iniciaran su andadura en Sarria, una localidad a unos cuatro o cinco días de caminata de Santiago. La importancia de la Ruta Xacobea fue más allá de lo meramente espiritual, permitiendo a los aislados reinos del norte de España abrirse a Europa. En el año 1993 la Unesco declaraba el Camino de Santiago Patrimonio de la Humanidad y, más recientemente, el Parlamento Europeo lo reconocía como el Primer Itinerario Cultural del Viejo Continente.

Viaje

Muchas agencias organizan rutas a pie, en bici, a caballo e incluso en tren por los diversos tramos del Camino. Existe una extensa red de albergues de peregrinos, amén de otros alojamientos, para organizarse el viaje por libre.

Libros

El peregrino (Ediciones B, 2008), de Jesús Torbado.

El libro del Jacobeo (Encuentro, 2004), de Aimeric Picaud.

Más información

Los europeos no fueron los únicos en transitar por el Índico para comerciar con especias y otros productos que surtían las costas de África e India. Antes que ellos, los árabes ya habían establecido colonias en lugares en los que todavía sigue aspirándose el mestizaje de aquellos días como Stone Town, la capital de Zanzíbar, o la deliciosa islita de Lamu, en el litoral keniano. Ambos son los epicentros más apetitosos de la llamada Costa Swahili, en la que la población africana fusionó su cultura con la de los marinos que traían y llevaban a bordo de sus dhows los vientos cíclicos del kusi y el kaskazi. Incluso cuando en 1498 Vasco de Gama arribó a la Costa Malabar se topó en la actual Kozhikode con una comunidad musulmana que monopolizaba el comercio de las especias, por lo que los portugueses acabaron instalándose en otros puntos del subcontinente. Aquí el viajero no debería perderse el regusto decadente de Panjim, la capital de Goa, donde conviven las iglesias con los templos en honor a Shiva. Irresistible también, el barrio viejo de Cochin, en Kerala, con sus caserones coloniales y almacenes de especias, el legado medieval de sus redes chinas y hasta sus sinagogas. En Sri Lanka hay que visitar la parte antigua de Galle, donde algunas de las mansiones de los comerciantes holandeses se han transformado en hotelitos con encanto.

Viaje

Ámbar/Kananga (www.pasaporte3.com) propone el circuito Memorias de África, de 15 a 18 días, desde 2.600€. Catai (www.catai.es) ofrece su circuito La Magia de Kerala (9 días), desde 2.165€, con una extensión a Goa y Sri Lanka.

Libros

El último suspiro del moro (Debolsillo, 2005), de Salman Rushdie.

Más información

La invención en el Renacimiento de instrumentos como la brújula o el astrolabio permitió pasar de la navegación de cabotaje a las travesías de altura. Así Vasco de Gama abría la ruta marítima hacia las Indias o Colón se equivocaba al intentar llegar a éstas por el oeste, topándose con América, y Magallanes iniciaba la primera vuelta al mundo. Pero antes que ellos ya hubo grandes pueblos marineros como los fenicios o los vikingos. Más recientemente, el noruego Thor Heyerdahl ha sido el protagonista de un buen puñado de hazañas como la expedición Kon-tiki (1947), en la que navegó en una balsa de troncos desde Perú hasta las Islas Tuamotu para demostrar que los habitantes de América del Sur podrían haber arribado a Polinesia; o la que emprendió en la década de los setenta en el Ra II a través del Atlántico para probar que los egipcios podrían haberse comunicado con las culturas mesoamericanas.

Viaje

Aproache (www.aproache.com) permite rememorar una travesía mítica por el Atlántico a bordo de los veleros Zulú o Fortuna, dejándose arrastrar por los alisios entre las Canarias y el Caribe, al igual que hiciera Colón, en una singladura de tres semanas, desde 3.000 €.

Libros

El primer viaje en torno del globo (Espasa-Calpe, 2004.), Antonio Pigafetta.

Historia de la navegación (Planeta, 2011), D. S. Johnson y J. Nurminen.

La expedición de la Kon-Tiki (Juventud, 1986), Thor Heyerdahl.

Los ríos más largos, las montañas más altas... el imán de los desafíos extremos ha ido rellenando a lo largo de los siglos los huecos en blanco que quedaban en los mapas. Este año se conmemora tanto el centenario de la exploración de los territorios incas de Hiram Bingham, quien pasaría a la historia por descubrirle al mundo la ciudad de Machu Picchu, como los 500 años del nacimiento de Orellana, descubridor oficial del Amazonas. Poco después de la fundación en 1830 de la Royal Geographical Society de Londres, Burton y Speke se embarcaban en una controvertida expedición conjunta en busca de las fuentes del Nilo. Mucho mejor avenida resultó la relación entre Livingstone, el primer europeo en admirar las cataratas Victoria, y Stanley, el reportero del New York Herald que recibió el encargo de adentrarse en el corazón de África para buscar al misionero, del que se había perdido todo rastro. Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay también escribieron un capítulo de la historia al coronar en 1953 los 8.848 metros del Everest; una gesta equiparable a la de otros alpinistas como Maurice Herzog, el primero en pisar un ochomil, o Reinhold Messner, el primero en escalar los 14 que hay sobre la Tierra. Después de que Jacques Piccard y Don Walsh descendieran en los sesenta hasta los 10.916 metros de la Fosa de las Marianas, se diría que en el horizonte de retos imposibles solo quedaría el espacio.

Viaje

Años Luz (www.aluz.com), Viajes Sanga (www.vsanga.com), Trekking y Aventura (www.trekkingyaventura.com) o Mundo Explora (www.mundoexplora.com) proponen rutas a las grandes montañas o al corazón de África. La agencia BruBru Exclusive Travel Designer (www.bru-bru.com) reserva los viajes suborbitales de Virgin Galactic.

Libros

Grandes Exploradores (Planeta, 2006), Andrea de Porti.

Pioneros de lo imposible (Alianza, 2005), Javier Jayme.

Se buscan hombres para viaje peligroso. Salario reducido. Frío penetrante. Largos meses de oscuridad absoluta. Peligro constante. Dudoso regreso sano y salvo. En caso de éxito, honor y reconocimiento. Con semejante anuncio, publicado al parecer en el Times a principios del siglo XX, la Royal Geographical Society reclutaba valientes para la expedición Discovery. Liderada por Robert Falcon Scott y con tripulantes que más tarde se harían célebres por otras hazañas en los hielos como Ernest Shackleton, ésta fue la precursora de otras expediciones al Antártico, el último continente que quedaba por explorar. Mucho más épico, y trágico, resultó el duelo a muerte, hace justo un siglo, entre el propio Scott y Roald Amundsen, un enamorado de las latitudes extremas que había pretendido alcanzar el Polo Norte, pero que al enterarse de que el estadounidense Robert Peary se le había adelantado trazó un giro de 180º. Los dos hombres ansiaban convertirse en los primeros en alcanzar el Polo Sur. Lo logró antes el noruego, a bordo del mítico buque Fram, que tantas expediciones árticas acarreaba ya a sus espaldas, y continuando después con esquís y trineos de perros. El inglés lo conseguiría casi un mes más tarde, muriendo junto a sus cuatro compañeros en el duro viaje de regreso.

Entre los exploradores polares contemporáneos, España cuenta con un primer espada: Ramón Larramendi, que, entre otros muchos desafíos, fue el alma máter de la expedición Circumpolar (1990), en la que a lo largo de tres años recorrió en kayak y trineo de perros los 14.000 kilómetros que separan Groenlandia y Alaska.

Viaje

La agencia de Ramón Larramendi, Tierras Polares (www.tierraspolares.es), está especializada en ambos extremos del mundo, con rutas por la Antártida o exploraciones en canoa por Alaska, además de otras más accesibles por Patagonia, Islandia o Groenlandia, donde una ruta de ocho días de trekking y kayak puede partir de los 1.495€.

Libros

El peor viaje del mundo: la expedición de Scott al Polo Sur (Zeta Bolsillo, 2009), de Apsley Cherry-Garrard.

Durante casi cinco años navegó el Beagle, llevando a bordo a un joven Darwin, con la misión secreta de cartografiar las costas de Suramérica. Sin embargo, el resultado más trascendental de tan larga singladura acabó siendo la Teoría de la evolución de las especies que el naturalista, a raíz del viaje, iría desarrollando a lo largo de su vida. Las características y el comportamiento de las tortugas gigantes, las iguanas o la barbaridad de aves que pueblan este remoto archipiélago del Pacífico -incluidos los pinzones en los que se apoyó para demostrar sus convicciones- resultaron cruciales en su investigación.

Dentro de las grandes expediciones científicas de los siglos XVIII y XIX también se enmarcan las que emprendió por Europa, Suramérica y Asia Central Alexander von Humboldt, padre de la geografía moderna; las del capitán Cook, contratado por la Royal Society para documentar el tránsito de Venus y cuyos viajes por el Pacífico sirvieron para colocar infinidad de islas en el mapa; o la del francés La Pérouse, concebida para ahondar en los descubrimientos de Cook y en cuya tripulación viajaban desde un astrónomo y un matemático hasta tres naturalistas y otros tantos dibujantes encargados de plasmar todo cuando veían. España, que no se quería quedar atrás frente a Francia e Inglaterra, impulsó con fines tanto científicos como políticos -al igual que todos los periplos en aquellos días- la expedición Malaspina, cuyo viaje alrededor del mundo acaba de emular el buque de investigación Hespérides, que ha consagrado siete meses a estudiar la biodiversidad marina y el impacto en los océanos del cambio climático.

Viaje

Viva Tours (www.vivatours.es) propone el circuito Ecuador al completo, de 11 días y desde 2.661€, que incluye tres jornadas de crucero por las Galápagos.

Libros

Viaje de un naturalista alrededor del mundo, (Miraguano, 2010), Charles Darwin.

Las corbetas del rey, el viaje alrededor del mundo de Alejadro Malaspina (Fund. BBVA, 2009), Andrés Galera Gómez.

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