Los 9 pueblos más bellos del Cantábrico

Al amor del Mar Cantábrico, en una costa que se dibuja abrupta y cortada en farallones y acantilados, muchas poblaciones marineras exhiben un carácter orgulloso, indómito y semejante, una inmensa riqueza monumental y un urbanismo hermoso. Cada viajero tendrá su capricho o inclinación, pero esta selección de villas norteñas puede presumir siempre de encandilar por su gracia y su belleza.

Los pueblos más bellos del Cantábrico
Los pueblos más bellos del Cantábrico

Los más bellos

Sería discusión torpe e inútil pretender imponer la belleza de los pueblos ibéricos costeros a los del interior, los del llano a los montañeses, los del páramo a los de vegas y valles. O viceversa. Cada cual tiene su encanto y su particular belleza. Además, es enorme la diferencia en las costumbres, hablas e idiosincrasia de sus pobladores, como todo el mundo sabe. Esa diferencia es justamente uno de los mayores atractivos de España. Al amor del Cantábrico, la costa es por lo general abrupta, cortada en farallones y acantilados, con rasas o espacios llanos más o menos anchos, siempre húmedos y verdes. En consecuencia, las playas resultan casi siempre breves y estrechas. Casi todas fueron establecidas en torno a ríos pequeños y de breve recorrido que al entregarse al mar se ensanchan para formar preciosos fiordos o rías. Allí, en sus orillas, o en las alturas del entorno comenzaron a crecer los pueblos que por necesidad habían de dedicarse a la pesca. Esas poblaciones suelen tener un carácter semejante. Varía su riqueza monumental, su prosperidad mantenida o caducada. Mas casi todos son de urbanismo hermoso. ¿Cuáles son los que predominan entre La Coruña y San Sebastián? ¿Nueve, diez o veintisiete? Cada viajero tendrá su capricho y su inclinación. De lo que no cabe duda alguna es de que los que se retratan a continuación con escasas palabras merecerían siempre el galardón a su gracia, a su belleza, a su calidad.

Betanzos, leyendas celtas y gusto por el sosiego

Betanzos
Betanzos / ISTOCK

A esta pequeña y vieja ciudad gallega y celta (casi 13.000 habitantes en la actualidad) ni le asusta el mar Cantábrico ni depende en demasía de sus furias y sus dones. La gran ría en cuyo fondo se esconde y el río Mandeo que sosegado la sortea le han permitido siempre entretenerse en las devociones monásticas, los provechos feudales y la elaboración de sus leyendas, siempre con la espada de los Andrade por delante. Y a interesarse por el vino tanto al menos como por los peces.

Sí le quedan restos de vieja muralla, puertas abiertas en la misma y ecos de trovadores como Pero de Ambroa, o varias casas de aristócratas e iglesias elegantes, como las del Azogue o la de Santiago, y sus famosas viviendas de galerías acristaladas que son observatorio y defensa contra los elementos pregonan el esmero y el buen gusto de lo popular. Tanto las estrechas rúas como las húmedas plazas aparecen enriquecidas de elementos arquitectónicos muy variados, desde forjas de hierro a maderas bien trabajadas. Así, desde el viejo castro de Unta hasta las aguas del Mandeo se derraman las huellas de una existencia sosegada y elegante que prosperó durante varios siglos. Las marcas más visibles reposan en el convento de San Francisco, donde descansan el sueño de los justos y de los injustos, es decir, de toda la nobleza señorial de Las Mariñas, desde Pérez Andrade el Bueno, el Bóo, en adelante.

Dónde comer

La Casilla

Carretera de Castilla, 90

Tel: 981 770 161

El de toda la vida, con su famosa tortilla poco cuajada.

Dónde dormir

Pazo Macenda

Abegondo, a 15 kilómetros de Betanzos.

Tel. 981 669 370 / 981 669 371

Antiguo palacio del siglo XVIII aderezado como albergue de turismo rural.

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Vivero/Viveiro, el casco histórico más notable

Viveiro

Viveiro

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Unos cuantos pueblos de la costa cantábrica gallega podrían colgarse la medalla virtual de lo grato, de lo esmerado, de lo hermoso. Tanto en la provincia de La Coruña como en la lucense. Los paisajes son verdes, brumosos, humedecidos por la lluvia, sosegados y de clima bien soportable. Sobre todo durante la Baja Edad Media, Vivero (dicho en lengua castellana) o Viveiro (en la gallega) compitió con la levítica Mondoñedo, en el interior, y con Ribadeo, en la costa, por la supremacía económica e institucional. A ellas se uniría luego Foz gracias a su joven poderío turístico.

La hidalga ciudad de Vivero, que tal es su título, posee el casco histórico más notable de todas esas comarcas cantábricas, y ello pese al incendio que en 1381 destruyó la población. O gracias a él. La aldea de pescadores en el estuario del modesto Landro que ya habían amurallado los romanos (muy activos en lo que hoy es provincia de Lugo) creció mucho y supo defenderse de muchas codicias, como la de los franceses de hace dos siglos. Por entonces empezó a levantarse esa única muralla de madera y cristal, dentro de lo que quedaba de las murallas verdaderas. "Velo marinero de luminosas cristaleras", allí se refugia el sol escaso para destacar la donosura del urbanismo, que desde su soberbia estética controla lonjas y muelles del puerto de Celeiro. La Plaza Mayor es como el núcleo de todas esas calles de engalanados miradores. Pasada la puerta de Carlos I, que mandó hacerla y pagarla, aunque no conservarla (cosa que mucho necesita), tropieza uno con algunos palacetes urbanos ya modernos, buenas iglesias y el curioso tapiz de las galerías.

Dónde comer

Nito

Playa de Área, 1.

Tel: 982 560 987.

Frente a la ría, en magnífica situación, tanto como sus guisos de pescado.

Dónde dormir

Pazo de Trave

A tres kilómetros y medio, situado en pleno campo.

Tel: 982 598 163

Estupendos ambiente e instalaciones.

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Ribadeo, paisajes suntuosos que fueron trágicos

Ribadeo

Ribadeo

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Se advierte en muchos rasgos que Ribadeo, o sea, lo que está en la orilla del Eo, ha sufrido algunos quebrantos e infidelidades. No sólo desaparecieron muchas potentes industrias como la ballenera y se dejaron de organizar otras tan lucrativas como el cultivo de la ostra, que tanto destaca enfrente, en el pueblo asturiano de Castropol, sino que una cierta aristocracia industriosa y mercantil parece haber detenido su marcha o simplemente escapado de allí. Se perdió bastante, sí, desde las factorías fenicias, mas el insoslayable empaque de la pequeña ciudad brilla aún ante la vista del viajero. La situación geográfica es envidiable. El núcleo urbano se asienta en un promontorio que domina la preciosa ría del Eo, arropada por un entorno paisajístico suntuoso. Y trágico. Pues esos campos fueron también turbulento escenario de las guerras irmandiñas, de nobles y obispos. Ahora pueden verse huellas muy llamativas, desde la fábrica de Sargadelos a legendarios monasterios como Lorenzana y San Martín. Desde el moderno puente de los Santos, que marca la frontera con Asturias, puede abarcarse un panorama sobresaliente.

Dónde comer

Casa Foguete

Villaframil, 27

Tlf. 982 131 026

En las afueras, antigua y clásica casa de comidas, con un menú de abundante elección.

Dónde dormir El Parador

Amador Fernández, 7

Tlf. 982 128 825

Enormes habitaciones bien equipadas con vistas a la ría.

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Cudillero, el perfecto puerto pesquero

Cudillero

Cudillero

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Desde hace décadas, la parte mollar de este pueblecito marinero figura en todas las relaciones y apuestas como uno de los más bellos no sólo de Asturias, que ya es mucho, sino de España toda. Su estampa es como el emblema y el símbolo de lo que debe ser, o debía ser, un puerto pesquero perfecto, abrazado por las casitas superpuestas y escalonadas en agria pendiente, separadas por enrevesados y sombríos tránsitos o pasadizos. Aquella placita abierta como un anfiteatro hasta la que antaño se izaban las barcas, frente a las puertas del Ayuntamiento y de la rula o lonja, ha sido, pese a su tamaño, testigo de mucha historia y puchero de muchas tradiciones venerables. Ahora, claro, los antiguos chigres o tabernas son comedores de turistas, incluso el solar de la misma legendaria plaza lo es en verano, los barcos quedan apartados, al amparo del nuevo puerto que apenas ha servido a la economía local (falta de peces), y la inverosímil topografía vecinal suele estar invadida por los buscadores de lo exótico. Lo que no impide que Cudillero siga siendo un lugar espléndido. Entrañable, que dirían los cursis.

Allí abajo, los pescadores o pixuetos han mantenido sus distancias y reticencias respecto a la gente que vivía arriba, en la rasa, los caízos. Los cuales nunca miraron con buenos ojos a los pastores de vacas de la montaña vecina. Peleas y disputas, leyendas, marineros rubios descendientes tal vez de vikingos perdidos, pastores solitarios... Mas en los terrenos verdes de esa estrecha llanura e incluso más en las montañas que también son Cudillero sirve la convicción de que se trata de uno de los municipios peninsulares más atractivos. Palacio de los Selgas, faro de Vindio, brañas de los vaqueiros, fiestas de la Amuravela. Es mucho Cudillero.

Dónde comer

Mariño

Tel: 985 590 186

En la rasa, frente a la preciosa playa de la Concha de Artedo y junto a la carretera nacional. Buenos y deliciosos platos asturianos.

Dónde dormir La Casona de Pío

Riofrío, 3

Tel: 985 591 512

Antigua fábrica de salazones, frente al viejo puerto. Un grato ambiente.

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Llanes, el ombligo del mundo

Llanes

Llanes

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Aunque ahora Llanes parece un descubrimiento, una novedad de "tendencia de ocio" entre los hallazgos turísticos, su empaque y su hermosura le vienen de muy lejos. Es decir, de antes de la idolatría por las playas (el Sablón, Cué, Toró, hasta treinta y ocho en sus casi cincuenta kilómetros de litoral), antes del hallazgo que suponen los fantásticos cubos del espigón central pintados por Ibarrola, antes de las peregrinaciones gastronómicas. Desde el promontorio por donde circula el ameno paseo de San Pedro, construido no hace mucho más de cien años, se puede contemplar un resumen de larga y de corta mirada que explica por qué esta villa asturiana es lo que es: en primer término, el casco histórico y un verde alfoz rural, prados y colinas enriquecidas de árboles; por el norte, el Cantábrico en persona y su furia o su sosiego; a la derecha, la arrugada costa, incluso hasta el cabo Machichaco de Vizcaya; al sur, una especie de muralla gris de unos seiscientos metros, que es a su vez mirador formidable, la sierra de Cuera. "Una de las más originales topografías de la región", escribió un experto.

Llanes, su núcleo, ha crecido muchísimo y en verano es casi un hervidero. Pero dentro del anillo de construcciones modernas se mantiene viva la gloriosa ciudadela histórica y marinera, con muchos de sus tesoros del pasado bien vivos, casonas viejas y palacios nobles -en uno de ellos dicen que pernoctó Carlos I en su primer y sufrido primer viaje a Castilla-, e iglesias de renombre, como la parroquial del siglo XV o las de la Magdalena, San Roque y la Guía, más el cauce del pequeño Carrocedo que divide en dos a la villa y crea una modesta ría mágica. Pérez de Ayala escribió una novela titulada El ombligo del mundo. Era Llanes.

Dónde comer

Casa Poli

Tel: 985 411 142

En un hermoso y antiguo caserón en Puertas de Vidiago, a unos 8 kilómetros de Llanes. Rica comida asturiana.

Dónde dormir La Posada de Babel

Tel: 985 402 525

En La Pereda, a 4 kilómetros, diseño y decoración modernos, en un ameno prado.

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San Vicente de la Barquera, villa marinera de pasado guerrero

Sin Vicente de la Barquera

Sin Vicente de la Barquera.

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También las grandes villas marineras de lo que ahora se llama Cantabria y antes Santander comparten muchas semejanzas, aparte de lo que se parecen entre sí todas las grandes poblaciones cantábricas. Laredo, Castro Urdiales, Santoña, San Vicente de la Barquera... En cuanto a estrategia topográfica, San Vicente de la Barquera se distingue porque su núcleo histórico se asienta en un promontorio entre dos brazos de un amplio estuario, "charcos de las marismas que son el más complicado mapa del delirio de la geografía", según Galdós. Ese promontorio estaba antes bien amurallado; sobrevive algún lienzo de esa muralla, parte del castillo y también alguna de sus cinco puertas, que a veces enmarcan soberbios edificios posteriores, como el actual Ayuntamiento, antiguo Palacio de los Corro.

La hoy apacible y hospitalaria villa enseña su vocación guerrera desde que en el siglo XII obtuvo el fuero de las Cinco Villas. Tendría su flota bélica participación en muchas hazañas, como la toma de la Sevilla musulmana. Proclama aún ese carácter la mole imponente de su iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, antigua colegiata, uno de los templos más hermosos de toda la costa. En la actualidad, la plaza fuerte del promontorio aparece un poco desdeñada, en tanto las casas de los pescadores de extramuros han prosperado hacia una ciudad nueva, joven y alegre, con ejemplos de viviendas tradicionales, galerías y balcones, en calles asoportaladas. La explanada y el largo puente de la ría le confieren un carácter ya clásico. Los verdes y jugosos alrededores con como el collar de una gran señora.

Dónde comer

Boga-Boga

Plaza José Antonio, 9

Tel: 942 710 135

Un clásico y popular de siempre, con ambiente y platos marineros.

Dónde dormir Miramar

Paseo de la Barquera, 20

Tel: 942 710 075

Sin lujos, muy bien situado, con bonitas vistas al mar y a la montaña.

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Santillana del Mar, conquistadora de ilustres enamorados

Santillana del Mar

Santillana del Mar.

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El explícito apodo de este pueblo que toma nombre de la santa bitinia Juliana intenta manifestar su afecto marítimo, aunque la población en sí misma diste unos tres kilómetros de las aguas, con interrupción de suaves colinas y fértiles prados. De modo que Santillana del Mar, la vieja capital de la merindad de las Asturias de Santillana, no es pescadora ni posee historias de barcos guerreros ni de naves balleneras. Su encanto le viene de otros extremos. Libro magnífico de piedra que nos revela los graves secretos de la eternidad: así nada menos la tituló el novelista Ricardo León. Claro que los hombres ilustres que se enamoraron de esta pequeña aldea, apenas un par de calles alargadas, o sola una, la del Río, más la lujosa terminal religiosa y aristócrata, fueron muchos. Hasta el francés Jean Paul Sartre la consideró el pueblo más bello de España; y tantísimos como él.

Santillana parece tener vocación de museo perenne, hoy incluso rebozado de aditamentos comerciales un poco desconsiderados. Claro que la presencia de las vacas camino del abrevadero cubierto la redime de ese carácter. El pueblo se ha mantenido como era, bien cuidado, bien rehabilitado cuando hizo falta. Desde luego, una sucesión de edificios populares en su centro y en el alfoz, todos de piedra, más la magnificencia suprema de la colegiata románica y de unos cuantos palacios y torreones le autorizan a mantener vigente esa antología de piropos que desde hace más de un siglo ha acopiado. Parece mágica la villa, incólume, bella durmiente, anclada en la eternidad. Su belleza es sólida. Pétrea.

Dónde comer

Los Blasones

Plaza de la Gándara, 8

Tel: 942 818 070

Cocina regional a la vista del público. También es bueno el restaurante del Parador. (http://www.parador.es/es/paradores/parador-de-santillana-del-mar)

Dónde dormir Parador de Turismo

Plaza Ramón Pelayo, s/n

Tel: 942 818 000

En el cogollo urbano, un precioso edificio reconstruido.

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Bermeo, rincones románticos del puerto viejo

Bermeo

Bermeo

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De nuevo habría que señalar ciertas salvedades, sobre todo para no ofender a los más susceptibles. La villa vizcaína de Bermeo, con unos 18.000 habitantes, es toda una potencia económica y poco tiene de pueblo, según suele entenderse la palabra. Se diferencia mucho de los auténticos pueblos históricos, como Elanchove y Ea o como Tazones y Lastres en Asturias. Bermeo, con su nuevo puerto, que es el más importante del Cantábrico en el amarre de flota de bajura, es hoy eje social y económico de toda una comarca.

Fue marinera siempre y en todos los sentidos, como si formara parte del mismo mar. En casi toda la Edad Media, cuando no existía la invención de Euskadi, ganó honores, gloria y riqueza para Castilla y sus monarcas, reino del que era ciudad importante. En batallas y en industrias. Su poder se manifestaba en las recias murallas y en sus siete puertas de acceso, más lo que ahora consideran el puerto viejo, que es por lo demás uno de los rincones actuales más románticos y melancólicos de toda la costa. Dársena silenciosa y legendaria que se oculta tras el imponente edificio de la lonja, refugio de sueños y hazañas antiguas. Sólo ese lugar mágico y el barrio que lo rodea, todo tan apartado de los lujos nuevos, serviría a Bermeo para sentirse orgullosa. Más habría que añadirle la bulliciosa lonja, la iglesia de Santa Eufemia y unos alrededores con mucho atractivo.

Dónde comer

Jokin

Eupeme Deuna, 13

Tel: 946 884 089

En el puerto viejo, con vistas al mar. Vivero de mariscos propio, platos de pescado.

Dónde dormir

Txaraka-Almike Videa

Tel: 946 885 558

No lejos del puerto, sencillo y en edificio vulgar. Tranquilo, sin restaurante.

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Fuenterrabía / Hondarribia, el paseo tranquilo

Hondarribia

Hondarribia.

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De nuevo los desmanes lingüísticos de la historia obligan a una doble y rara nominación que a nadie satisfará. En este caso, referida al último pueblo español de la costa cantábrica, a tiro de piedra de Francia, frente a Hendaya. Y tan grato y bello como algunos otros de Guipúzcoa y de Vizcaya cercanos al Cantábrico, que no caben en el listado de honor por la estrechura del encargo: Lequeitio, Ondarroa, Deva, Mundaca...

Como es lógico, este pueblo fronterizo nos llega tan cargado de historia que los sucesos heroicos, sangrientos o divertidos podrían por momentos ocultar una realidad popular más cercana y grata. El relato de una vieja enciclopedia, vieja de hace apenas dos décadas y media, comienza así, con mucho acierto: "Fuenterrabía es villa histórica, conjunto monumental, ambiente marinero, playa limpia, paraíso de pintores, saludable rincón para olvidar codiciosas urgencias". Si este último dato no queda claro, dentro de su enigmática poesía, todo el resto es muy rotundo y claro; nada faltaría añadir.

Hondarribia, vado de arena. El pueblo nace oficialmente en el año 1203, al borde de la rica bahía de Asturiaga, y en ocho siglos ha acumulado preciosas casas de pescadores y de potentados, murallas, asedios legendarios, casonas solariegas renacentistas, ramalazos de la historia, un castillo imperial y otro de San Telmo, memoria de fiestas y de trifulcas en razón de sexo... Más el barrio de la Marina, junto al Bidasoa, y la Virgen de Guadalupe, tan racial, y la parte vieja, tan melancólica y señorial.

Fuenterrabía/Hondarribia es pueblo grande, rico, animado, con deliciosas calles para pasear y para meditar, para dejar pasar el tiempo.

Dónde comer

Alameda

Minasoroeta, 1

Tel:943 642 789

Lujoso, caro, nueva cocina muy elaborada. Los menús son a precio fijo.

Dónde dormir Parador de Hondarribia

Plaza de Armas, 14

Tel: 943 64 55 00

Tres estrellas, pero ubicado en un torreón del siglo X. Vistas a la costa y entorno monumental.

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