Siete mercados gourmet donde comer muy bien

Los mercados de abastos de toda la vida se han reinventado como mecas de encuentro para gastrónomos y amantes de la cocina alternativa.

San Miguel
San Miguel / ISTOCK

España está llena de estos lugares, abiertos por lo general a principios del pasado siglo bajo una misma estética modernista y convertidos hoy en lugar de reunión de comedores, marcas y selectos chef empeñados en reinventar la cocina del país.

San Miguel (Madrid)

El clásico entre los clásicos, el mercado pionero en ofrecer puestos de venta junto a cocinas y barras a la vista de los clientes. Su edificio de hierro fundido, declarado Bien de Interés Cultural, fue inaugurado en 1916 como mercado de abastos en la plaza de San Miguel, al lado de la calle Mayor. Su reapertura coincidió con una nueva manera de interpretar la barra de los restaurantes. Sus puestos son auténticas boutiques de la alimentación y en sus bares se degustan ostras, fritos selectos, embutidos y charcutería ibérica, carnes ecológicas, salazones y ahumados como tapas reinventadas.

El Huerto de Lucas (Madrid)

El Huerto de Lucas es un mercado ‘ecogastrocultural’. Así de claro. Es el último grito en Madrid para los amantes de la comida sana y la vida alternativa. Está en la calle San Lucas, en el corazón de Chueca, no muy lejos de San Antón y San Ildefonso, los dos otros mercados más conocidos de la zona. El Huerto de Lucas es un diáfano patio, una suerte de jardín interior, donde adquirir productos ecológicos y biodinámico al lado de puestos de comida a la vista de todos. Tomen nota: carnes, verduras, frutas y hortalizas, charcutería y productos lácteos. Y todo ello cocinado con imaginación y mimo.

La Boquería

La Boquería

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La Boquería (Barcelona)

La Biblia de todos los mercados tiene una cosa mala y una cosa buena. La mala es que se ha convertido en uno de los lugares más turísticos de la turística Barcelona y en lugar de hallar entre sus puestos y sus bares a Pepe Carvalho, el mítico personaje de las novelas negras de Vázquez Montalbán, lo más normal es hallar en él a hordas de turistas que pululan de arriba abajo por las Ramblas. Lo bueno, no obstante, es que tanto en su interior decimonónico como en los soportales que lo rodea siguen abriendo a diario algunos de la mejores casas de comida de la ciudad. Soberbios los restaurantes de pescados y paellas, las butifarras elaborados de mil formas o los siempre suculentos foies, reminiscencia de la cercanía gala.

La Lonja del Barranco (Sevilla)

La Lonja del Barranco, el mercado gourmet de Sevilla, abre sus puertas a orillas del Guadalquivir, en la popular calle Arjona, allí donde a principios del siglo pasado estaba la lonja de pescadores hasta donde llegaban los pescados y mariscos de los puertos de Ayamonte y el resto de localidades costeras de Huelva. Su interior blanco, sujeto a la estética de los grandes edificios de hierro y cristal, acoge restaurantes temáticos donde no faltan la croquetería, la pulpería, la empanadería o la pulpería. Junto a ellas están los puestos de arroces y freidurías, cocinas que forman parte del día a día de la gastronomía hispalense.

El Fontán (Oviedo)

El mercado y la plaza del Fontán es uno de los santuarios urbanos del viejo Oviedo, una página de la Vetusta de Clarín a donde llegan cada mañana los mejores pescados de los puertos asturianos y las verduras más frescas de sus valles siempre verdes. El mercado, encerrado en una caja de hierro y cristal al modo de los mercados de finales del XIX, es un conjunto de puestos que abren por la mañana y cierran al mediodía. En cambio, la plaza del Fontán con sus soportales y sus casas hechas a escala de una casita de muñecas acoge las sidrerías más famosas de la ciudad, los comedores de cocina tradicional donde comer las mejores fabes o y los gastrobares en cuyas barras se acomodan los más modernos pinchos. Y al lado el mercadillo de Daoiz y Velarde.

Colon

Mercado Colón, Valencia.

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Colón (Valencia)

El mercado de Colón de Valencia se inauguró en la Nochebuena de 1916. Su arquitecto fue Francisco Mora, adscrito a las corrientes modernistas. Su peculiar fisonomía sigue llamando hoy la atención de una clientela atraída por los restaurantes de alta cocina temática. Lo que hay en su interior es una reinvención de la gastronomía mediterránea en un puñado de comedores y marcas que han dado un giro a platos típicos como la paella, las cazuelas de pescado o los guisos de carne de caza del interior de Levante. Barras para tapas y pinchos con un indiscutible sabor portuario y hasta horchatería y heladerías donde es un pecado olvidarse de pedir el postre.

Santiago (Santiago de Compostela)

Es el segundo lugar más visitado de Santiago de Compostela después del Obradoiro. El mercado de abastos de la capital gallega es el mayor templo de la gastronomía gallega. El viejo edificio abierto en 1873 acoge los mejores puestos de pescado y mariscos de la región, además de las verdulerías donde llegan las famosas patatas, las queserías o las ínclitas panaderías famosas por sus piezas de pan oscuro. A mediodía abren los puestos donde cuecen el pulpo acompañado con cachelos, una de las tradiciones más arraigadas para los miles de visitantes que llegan a diario hasta aquí. Luego están los bares y tascas que abren alrededor y que se nutren de los productos del mercado para reinventarlos de mil sabores.

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