La escapada perfecta por la Senda del Castañar
Hacia la Senda del Castañar
Al final de la pista casi forestal de 7 kilómetros, se llega al puente de piedra para cruzar el arroyo de la Garganta que da paso al área recreativa El Regajo. A la derecha, tras un ligero descenso, está el pequeño puente de madera por el que se entra en la Senda del Castañar, un vergel de árboles y agua que discurre paralela al arroyo del Castañar. Tras un joven robledal comienza un auténtico desfile de abedules, cerezos silvestres y avellanos. Y un poco más arriba, arranca el majestuoso bosque de esbeltos y longevos castaños que se alzan infinitos hacia el firmamento. Son magníficos ejemplares que disfrutan del increíble sonido del silencio. Cerca, la fuente Los Cazueleros, donde se toma el camino de la derecha.
El refugio de Majalavilla
Más adelante, el bosque se abre y aparece el refugio de Majalavilla. El albergue está ubicado en un enclave privilegiado, en un conveniente cruce de caminos. Al parecer, a mediados del siglo pasado, muchos tembleños pasaban largas temporadas en el monte como ganaderos, agricultores o trabajando en la madera y, para que pudieran guarecerse, se construyeron seis albergues en lugares estratégicos de la montaña. Este es el más grande y el mejor conservado, y en su interior tiene pinturas de colores muy vistosos. Hoy, casi siempre tiene madera en su exterior para calentarse ante posibles inclemencias climáticas. Tras Majalavilla, se desciende hasta encontrar un pino resinero, llamativo por su imponente talla.
Un Abuelo de 500 años
Descendiendo por el camino llegamos a El Abuelo, el coloso de la senda, el señor del bosque, el soberano de savia lenta que reina en esta arboleda. El Abuelo es un castaño monumental de más de 525 años, con más de 25 metros de altura y cerca de 16 de diámetro. A pesar de estar totalmente hueco, como por arte de magia, siempre rebrota en primavera. A su alrededor, a modo de simbólica protección, lo resguarda una valla de madera y un original cartel anima a los visitantes a que lo respeten. Cuentan los mayores del lugar que en su interior se podían resguardar grandes rebaños de cabras. Su tacto, su ubicación y su inmensidad, estremecen. Sin lugar a dudas, este castaño es uno de los más grandes de Europa.
Una zona solitaria del bosque mágico
Después de disfrutar del longevo coloso, entre la arboleda, se divisa la Garganta de la Yedra. A partir de aquí comienza una de las zonas más solitarias del hechicero bosque, donde solo se escuchan las caricias del viento y el canto de las aves. Esta zona es deliciosa por su frondosidad y por el tintineo del arroyo. Su sonido y sus continuos saltos de agua embelesan e invitan a bajar a su margen, de agua tan limpia, que lo convierte en un paraíso para truchas y nutrias. Aquí, los centenarios castaños se mezclan con los robles y forman un increíble contraste de colores y texturas. Guiados por el Yedra, se llega a la pradera de Garrido, donde el bosque se abre de nuevo.
Castañar Resecadal
Más adelante se alza el Castañar del Resecadal. Este rincón está cuajado de robustos troncos, con enormes y redondeadas copas, que acumulan grandes montones de frutos en sus inmensos pies. Son colosos con una edad media de 150 años, aunque hay ejemplares que pueden alcanzar los 1.000 años de edad. A lo largo de la historia, el castaño ha sido muy cotizado, sobre todo en la época romana, por ser rico en calorías y fácil de transportar. Con ellas, los romanos alimentaban a sus legiones de forma asequible, por lo que se cree que promovieron su plantación y distribución. En esta parte del sotobosque conviven con el castaño, saúcos, fresnos, cerezos silvestres, olmos, acebos, avellanos y majuelos.
De Princesa de Asturias a reina de España
En este macizo de Gredos es ineludible visitar los increíbles Toros de Guisando. A tan solo 8 kilómetros de El Tiemblo, por la N 403, se llega hasta estos milenarios becerros. Son cuatro colosales toros de granito de la época los vettones, tribus de origen celta que poblaban las provincias de Ávila y Salamanca. Se cree que se esculpieron entre los siglos II y I a.C., en la Edad del Hierro. Este lugar da nombre al Tratado de los Toros de Guisando, porque en el siglo XV aquí se firmó el compromiso entre el rey Enrique IV y su hermanastra Isabel I de Castilla mediante el cual Isabel se proclamaría Princesa de Asturias y heredera al trono de Castilla tras la muerte de Enrique.t-->