Reliquias de la Comarca de Liébana

El Monasterio de Santo Toribio, como Jerusalén, Roma y Santiago, tiene el privilegio de celebrar el Jubileo cuando la fiesta del santo (16 de abril) cae en domingo y se abre la Puerta del Perdón. Este año se abre el 23 para no coincidir con Semana Santa.

Vista del valle de Camaleño.
Vista del valle de Camaleño.

Una reliquia de la Santa Cruz, un monasterio medieval y el origen del mito de Santiago suficiente para que el Papa Julio II concediera, en el año 1572, un Jubileo parejo al que se ganaba en las ciudades santas de Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela. Pablo VI extendió los beneficios penitenciarios a todos los días del año jubilar Éste lo es, y los valles de la Liébana reservan al visitante, además del perdón divino, un cúmulo de sorpresas y de auténticos placeres.

Los códices Beatos

Para situarnos correctamente en la historia, hay que retroceder al siglo V, cuando un clérigo llamado Toribio se trajo de Tierra Santa, entre otros objetos de piedad, un pedazo de la Cruz de Cristo. Le hicieron obispo de la villa leonesa de Astorga y después santo. Un siglo más tarde, un monje de Palencia, que también se llamaba Toribio, se retiró al monte Viorna, en la Liébana, junto a otros cinco compañeros de ascetismo. Se alojaron en cuevas y eremitorios, y fundaron el monasterio de San Martín de Tours (corrompido luego en "Turieno"). Quedan esparcidas por el monte la Cueva Santa y seis ermitas más, de las muchas que hubo.

Dos siglos más tarde se produjo un shock para la feligresía cristiana: los árabes invadían la Península por el sur, el año 711. Conforme los musulmanes avanzaban, los cristianos (sobre todo clérigos y monjes) se retiraban hacia el norte y ponían a buen recaudo sus ornamentos sagrados y preciadas reliquias. Fue así como la Santa Cruz y el propio cuerpo de Toribio de Astorga, ya canonizado, fueron traídos al cenobio lebaniego, que pronto sería conocido como Monasterio de Santo Toribio.

Gracias allignum crucis (el trozo mayor en la cristiandad), el monasterio adquirió prestigio, y limosnas, y donaciones de tierras. En el año 776, cuando ya los musulmanes habían mordido el polvo en Covadonga, y también en el desfiladero de Cosgaya, a un paso del monasterio de Santo Toribio, era abad de éste un monje llamado Beato; un tipo erudi to y áspero, que escribió unos Comentarios al Apocalipsis de San Juan que fueron todo un bestseller: tuvieron tanta o más difusión que los propios Evangelios, siendo copiados durante casi cuatro siglos en los scriptoria monacales.

Algunos de estos códices (conocidos como Beatos) estaban ilustrados con deliciosas imágenes de arte mozárabe y románico. Se han conservado 32 beatos, 24 casi completos e ilustrados. En el claustro herreriano del actual monasterio de Santo Toribio puede verse una exposición de los más vistosos (más información: Tel: 942 730 550).

Bazar de escultura románica

Gracias a Beato de Liébana, el monasterio de Santo Toribio se convirtió en faro de la Reconquista (ver recuadro), jalón del Camino de Santiago (por la costa) y aglutinante de toda la Liébana. Una comarca tajada por cuatro valles que vienen a confluir en el monasterio y en la vecina Potes, cabeza comarcal.

Potes es, más que nada, un milagro. Su Barrio Viejo, con calles empedradas, casonas y torreones recortándose sobre el telón de picachos nevados, es para cortar el aliento. Quienes quieran saber de su fecunda historia, tienen cuerda en la iglesia gótica de San Vicente, convertida en Centro de Estudios Lebaniegos, que, además, conserva notables retablos procedentes del antiguo convento de San Raimundo, de la orden de Santo Domingo, que existió en la villa. El músico Jesús de Monasterio (de la generación perdida por la guerra civil última) vigila a sus paisanos que toman plácidamente el sol en los jardines, y a los que fluyen por los pórticos de la plaza, en busca de víveres o utensilios, y también a los muchos intrépidos que tienen convertida a la Liébana en un terreno de aventura.

Los deportistas han desplazado a las ovejas, y las casas rurales se multiplican en progresión evangélica. El valle de Camaleño (también llamado Valdebaró) ve frenada la invasión de ladrillos gracias a que está ahora dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa. La carretera que lleva a Fuente De, el Parador y el teleférico va hilvanando pueblos y queserías llenos de encanto. Mogrovejo, situado en lo alto del monte, tal vez sea el más convincente, por sus vistas impresionantes y sus casas solariegas recuperadas. De aquí era otro Santo Toribio (uno más) que fue prelado en Lima, en el siglo XVI, y escribió el primer catecismo en castellano de América.

Hacia el sur de la localidad de Potes salen otros dos valles: el de Cereceda, que sube a San Glorio, y el de Valdeprado, por donde asciende la carretera que lleva al puerto de Piedrasluengas y a Palencia. En este último valle, varios pueblos tientan al caminante; sobre todo Cabezón, porque tiene una destilería de orujo, y porque constituye el desvío para subir a Piasca: allí se encuentra la iglesia de un antiguo monasterio contemporáneo de Santo Toribio (en una situación lamentable, todo hay que decirlo, lo que son las dependencias anexas), un bazar de escultura con iconografía y temas simbólicos del románico. Quie nes vayan sobre aviso buscarán, en la puerta meridional, el beso que parecen propinarse dos cabezas, para colmo, masculinas.

En el desfiladero de la Hermida

De Potes hacia el norte, el Valle de Honor de Bedoya se interna hacia el desfiladero de la Hermida. Antes, en Tama, está el nuevo Centro de Interpretación de los Picos de Europa, abierto hace escasos meses, un genial rectángulo de madera del estudio navarro Capilla Valle Arquitectos, cuyo interior es el no va más en cuestión de técnica (Tel: 942 738 109). Arriba, pueblos colgantes donde se prensan y ahuman los deliciosos quesucos locales. Antes de entrar en el desfiladero, la iglesia de Santa María de Lebeña pone un broche de lujo. Fue levantada, según la leyenda, en el año 925 por el conde Alfonso para llevar allí el cuerpo de Santo Toribio y enterrarse junto a él, pero ni sus restos ni los del santo están allí. Lo que sí hay es un muestrario misceláneo de arte prerrománico (visigodo y mozárabe), que hacen de esta iglesia una de las joyas históricas de nuestra arquitectura. Y el paraje no puede ser más deslumbrante. Pero eso es algo a lo que uno se acostumbra trotando por la Liébana.

Quesos, orujos y otras fruslerías

Los dos productos que dan fama gastronómica a la Liébana son los quesos y el orujo. De entre los quesos, el picón de la zona de Tresviso y los quesucos de Liébana tienen denominación de origen; en algunas queserías de Pendes y otros pueblos los preparan ahumados. Antes había alquitara en muchas casas, para destilar orujo; ahora se hace en varias destilerías, algunas de las cuales se pueden visitar. También es muy solicitado el tostadillo, un moscatel ideal para hacer la digestión del cocido lebaniego, el plato estrella de la comarca, donde se funden las finas legumbres y verduras del valle con las carnes y embutidos de la montaña.

Dormir y comer

La Casona de Cosgaya es un hotel familiar (Cosgaya. Tel: 942 733 077 y en www.casonadecosgaya.com) rehecho sobre una mansión del XVI, que funde la arquitectura tradicional con lo último en técnica y confort. Tiene 12 habitaciones, algunas con chimenea e hidromasaje. Los precios oscilan entre 36 y 180 €, según la habitación y la temporada.

Si se quiere una comida de autor (algo barroca), El Urogallo (en la citada Casona de Cosgaya) es una buena opción, gracias a la inventiva de Casimiro Calleja. Si se opta por la cocina más tradicional, un buen sitio es El Bodegón, en la calle principal de Potes (San Roque. Tel: 942 730 247).

Cómo ir

Desde el centro peninsular, por la A-6 hasta Astorga para, a continuación, desviarse por la N-120 a León y tomar la N-601, la N-625 y, por último, la N-621 que nos conduce directamente a la villa de Potes, donde, a dos kilómetros del núcleo urbano, se halla Santo Toribio de Liébana.

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