Hohe Tauern, los Alpes salvajes de Austria

El Parque Nacional de Hohe Tauern encarna la cara más salvaje de Austria por su espectacular naturaleza. Desde su creación en 1981, este Parque está considerado como ejemplo de conservación de la flora y la fauna autóctonas de Centroeuropa. En este hábitat casi intacto viven marmotas, íbices, quebrantahuesos y rebecos. Contados visitantes desafían los senderos y cumbres de uno de los entornos más fascinantes de los Alpes.

Hohe Tauern
Hohe Tauern / Eduardo Grund

No hay grandes ciudades ni pueblos llamativos en el Parque Nacional de Hohe Tauern, un área perteneciente a las regiones de Salzburgo, Tirol y Carintia, un espacio olvidado en gran parte de sus 1.836 kilómetros cuadrados, donde reza una proclama que invita a la reflexión: “Encontrarse a sí mismo en la pura naturaleza”. Bajo este lema, los visitantes reponen fuerzas en este romántico paisaje de montañas vírgenes, 342 glaciares, 551 lagos y casi mil paseos señalizados para senderistas, pescadores, golfistas, parapentistas y amantes de la bici de montaña.

Aquí la altitud geográfica oscila entre 800 y 3.798 metros sobre el nivel de mar, o lo que es lo mismo, desde los verdes pastos que ocupan miles de vacas satisfechas hasta el techo del Parque, el pico Grossglockner, la montaña más elevada de Austria (3.798 metros). El Parque Nacional de Hohe Tauern tiene la carretera alpina más fascinante de Europa. La entrada a esta sinuosa carretera, una obra maestra de la ingeniería, cuesta 35 euros por vehículo. Solo se puede circular por ella entre los meses de mayo a octubre. El resto del año el Parque está aislado por la nieve y solo existe la posibilidad de practicar algunos deportes de invierno.

Torrente en la zona de Rauris
Torrente en la zona de Rauris / Eduardo Grund

Esta carretera discurre por 48 kilómetros con 36 curvas impresionantes que conducen, con la ayuda del mapa que entregan en la caseta del peaje, hasta un gran mirador de 360 grados conocido como la torre mirador del Edelweisspitze. Desde este punto se divisa un grandioso panorama que cierra el valle del Fuschertal por el oeste, desde el Brennkogel hasta el Gosses Wiesbachhorn, asomando la cima del Grossglockner por detrás del Sonnenwelleck; al este, el macizo de Goldberg, y al norte, la brecha del Fuscertal, desde el que se distinguen el lago de Zell, siempre brillante con sus aguas cristalinas, los macizos de los Loferer y, más en el horizonte, el de Steinerness Meer. Nombres poco conocidos pero de gran impacto para el viajero que los visita por primerta vez.

El solitario mirador de Sissi

La visita a Hohe Tauern no se considera completa sin acercarse al Observatorio del Glaciar Pasterze, el más grande de los glaciares que surgen en los Alpes Orientales, con 10 kilómetros de longitud, tras rebasar dos túneles de 300 y 117 metros. Solo bastarán unos minutos más de coche para alcanzar el gran hotel de montaña Kaiser Franz Josef, que acoge la escuela de alpinismo de Heiligenblut, y el final del camino en un aparcamiento elevado que sorprende con una gran terraza panorámica parcialmente excavada en las rocas desde su última plataforma, situada a 1.369 metros.

En los días poco nublados se alza aquí de manera espectacular el Grossglockner, rodeado de hielo y aristas rocosas, y la asombrosa lengua glaciar del Pasterze, que lo embellece todavía más. A los turistas les gusta disfrutar de la panorámica desde la gran estatua del kaiser Francisco José I, que flanquean dos bancos idóneos para vivir un momento romántico en pareja o de pura reflexión. Tal como lo hacía el marido de la emperatriz Isabel, la popular Sissi en el cine, cuando frecuentaba en soledad este paraje próximo a su alojamiento en uno de los más hermosos pueblos del valle, Heiliglenbut, en Karten, punto clave de la ruta, con los pueblos de Bruck y Fusch por el lado de Salzburgo.

La carretera fue inaugurada en 1935 después de cinco años de duros trabajos a cargo de 3.000 obreros que solo podían operar entre junio y octubre, superando las frecuentas tormentas de la zona, aludes y desprendimientos de piedra. Estos derrumbes siguen produciéndose en la actualidad y obligan a que los gastos de mantenimiento de la carretera sean muy elevados. De ahí que los visitantes deban abonar un peaje para acceder a este prodigioso escenario natural.

Mirador al glaciar Parterze
Mirador al glaciar Parterze / Eduardo Grund

A lo largo de esta carretera alpina, y con el pase de un día que cualquier visitante puede adquirir, las emociones están garantizadas. Se puede asistir, por ejemplo, a la exposición dedicada a la ecología alpina y al espectáculo de las marmotas en la Casa de la Naturaleza Alpina. Los partidarios de las vistas panorámicas tienen una cita en el Fuscher Törl (Puerto de Fusch), desde el que se divisa el Grossglockner por primera vez, o pueden acudir a alguna de las ocho exposiciones gratuitas, algunas con marcado acento infantil, como el parque temático de Pifkar o las focalizadas en el lago de Fusch y en el Schöneck.

Una propuesta que se completa, junto al Glaciar Pasterze, con el centro de visitantes de la montaña Kaiser Franz Josef Hohe, a 2.369 metros de altitud, desde el que resulta factible divisar en días claros Dachstein o simplemente tener la oportunidad de descubrir alpinistas y cabras montesas entre la nieve gracias a los modernos instrumentos ópticos del puesto de observación Wilhelm Swarovski. También este es un lugar muy frecuentado por las marmotas, que se acercan a los turistas en busca de comida.

La cuna del alpinismo

La carretera Grossglockner y el glaciar Pasterze son las dos grandes atracciones del Parque Nacional en el sector sur. Una red de senderos abarca en todo el área unos 1.200 kilómetros. Para recorrer una gran parte de ellos serían necesarios al menos unos diez días. Más de 80 refugios, merenderos y las populares gasthofs, antiguas granjas con sus balcones de madera repletos de flores, permiten disfrutar al máximo de las excursiones y de los platos tradicionales de la región, una mezcla de cocina centroeuropea e italiana, donde destacan las knodel o albóndigas austriacas, las truchas, los salmones y los raviolis de queso.

El Grossglockner es solo uno más de los 300 picos de más de 3.000 metros de altura que forman el skyline del Hohe Tauern. En este entramado de montañas fue donde nació la fiebre por el alpinismo y se impulsó la práctica de este deporte, sobre todo a raíz de una hazaña: la ascensión en 1761 al Ankogel (3.251 metros), el primer pico alpino en ser coronado en Austria, treinta y nueve años antes de que la primera expedición montañera hiciera lo propio en el Grossglockner (año 1800).

Mucho antes, ya desde las épocas celta y romana, el valle de Rauris fue reconocido como el centro neurálgico de las minas de oro de Austria. Algunas piezas de este periodo pueden verse en algunos museos de este rincón austriaco que vivió su máximo esplendor entre los siglos XV y XVI, cuando el diez por ciento de la producción mundial de oro se centraba en los valles de Rauris y Gastein. En esa época existían 450 minas en Rauris. Por ese motivo estas tierras de Salzburgo fueran consideradas “el Perú del viejo mundo”. La extracción oficial de oro desapareció definitivamente durante el pasado siglo, pero aún hoy se pueden ver cazadores de tesoros, grandes y pequeños, que siguen buscando el preciado metal. Incluso los más expertos creen que permanecen ocultas más de 120 toneladas de oro en las entrañas de estas montañas alpinas.

Parque Nacional de Hohe Tauern
Parque Nacional de Hohe Tauern / Eduardo Grund

Sin abandonar Rauris y sus encantadores alrededores podemos descubrir más aspectos sobre la fauna que puebla esta zona del Parque Nacional. Tres especies destacan en este área: el águila dorada, la reina del valle; el quebrantahuesos, reintroducido con éxito en 1986 tras su extinción en la zona, y el buitre leonado, que lo frecuenta en verano cuando abandona los Dolomitas italianos y se instala en estas cumbres austriacas.

Un pequeño museo en el centro de Rauris, con una sala audiovisual e interactiva, explica con detalles curiosos la vida de estas aves a las que se puede observar con teleobjetivos desde algunos enclaves. Este hermoso valle finaliza en un amplio circo, ideal para descubrir a pie la ruta de las cascadas en un paseo de unas tres horas (ida y vuelta) por Kolm Saigurn. Por la ruta se observan más de media docena de saltos de agua y varios puentes elevados que cruzan ríos y arroyuelos sorprendiendo a los visitantes, que cuentan con la opción de ir acompañados de un ranger del Parque Nacional si así lo desean.

Excursión a la mayor cascada de Austria

Para concluir la excursión por el Hohe Tauern hay que desplazarse al norte del Parque, que limita con las tierras del Tirol. Atravesaremos por Bruck, con un puente que muestra una placa conmemorativa de Sissi; por Mittersill y su didáctico museo del Parque Nacional y por el valle del Habach, cuyas minas siguen proporcionando bellas esmeraldas de color verde intenso. El objetivo es terminar en otra de las máximas atraccines del Parque: la cascada de Krimml, a 1.067 metros sobre el nivel del mar, que fue premiada en 1967 con el diploma europeo de protección de la naturaleza. Con su espectacular caída de 380 metros en tres niveles, es una de las más altas de Europa y la más grande de Austria.

Cascada Krimml en Austria
Cascada Krimml en Austria / Eduardo Grund

Beneficios para la salud

Para visitar estos prodigiosos saltos de agua hay que dejar el coche en el aparcamiento y tomar un camino preparado por el Club Alpino de Austria (ÖAV) que lleva a lo alto de las famosas cascadas. El trayecto es empinado, pero los distintos balcones y miradores naturales permiten al senderista descansar y admirar el arco iris que se dibuja sobre la cortina de agua. Es recomendable llevar un chubasquero, pues la imponente fuerza del agua empapa en muchas ocasiones, y conviene saber que el trayecto de subida y de bajada –que se puede realizar por la orilla izquierda a través de la vieja y pedregosa vía romana– puede superar las tres horas de paseo.

Lo curioso de estas cascadas es que muchos visitantes se acercan a este bello paraje por sus beneficios para la salud, sobre todo para aquellas personas que sufren ataques alérgicos y asmáticos, pues los millones de iones negativos en el aire estimulan el sistema inmunitario del hombre y lo alivian en este tipo de dolencias. Es la última gran sorpresa que depara el mayor Parque Natural protegido de Europa Central.

Viaje al centro de una avalancha

Sentirse como una marmota en sus túneles alpinos, comprobar la devastación de las avalanchas de nieve o volar, flotar o sumergirse en las entrañas del Parque Nacional son algunas de las curiosas experiencias interactivas que ofrece el Centro de Visitantes del Parque Nacional Hohe Tauern, el más moderno de los Alpes. Está en Mittersill, bajo techo, algo muy útil cuando no hay buen tiempo y arrecia la lluvia en exterior, y permanece abierto durante todo el año desde que fue inaugurado en 2007 (de 9 a 18 h). Cuenta con ocho fascinantes salas, pero la más llamativa es su cine 3-D en una pantalla de 360 grados con un sonido cuadrafónico y envolvente que transporta a los visitantes en mitad de avalanchas y cascadas. El museo muestra también una excelente colección de minerales cristalizados. La entrada cuesta 10 euros.

Siete experiencias que no hay que perderse en Hohe Tauern

1. Encontrar oro. Con la asistencia de Teo, que tiene su pequeño campamento en el valle de Rauris, se puede aprender a lavar oro con la ayuda de una pala y una batea (recipiente con forma de plato hondo o sombrero chino). Podrá extraer las partículas de oro sueltas que se depositan junto a la arena y los guijarros del río, e introducirlas en una pequeña cápsula que acabará siendo un preciado recuerdo. La excursión cuesta 6 euros por persona (incluidas las botas de agua) y el horario es de 9.30 a 17 horas (de junio a septiembre).

Busqueda de oro
Busqueda de oro / Eduardo Grund

2. Ver la lucha de caballos. A finales de junio, la granja Alpengasthof Bodenhaus del valle de Rauris acoge una original competición entre caballos italianos y austriacos. Entre 10 y 18 sementales de la raza Noriker compiten por ser el mejor ante miles de espectadores que asisten a esta representación de la ley del más fuerte. Hay mordeduras, coces e incluso boxeo; todo está permitido en esta demostración de poder. Tras la pelea, los animales son trasladados a la montaña para disfrutar de unas merecidas vacaciones.

3. Seguir al quebrantahuesos. Para los aficionados a la observación de aves, la estrella del valle de Rauris es el quebrantahuesos, que tiene en estas cumbres su hogar perfecto. Después de su reintroducción en el Parque hace treinta años, hay más de un centenar de ejemplares. Este ave es sencilla de identificar por su tamaño, su cabeza oscura, su cuerpo gris y la envergadura de sus alas.

4. Pescar y beber cerveza en Weixen. Otra experiencia original en la finca Landgasthaus Weixen, perteneciente a la familia Brandstätter. Por cinco euros al día, el visitante puede pescar su propia trucha (14 euros el kilo de cada presa) en uno de los dos lagos de la finca y luego consumirla en el restaurante de la finca. Si se queda en este encantador paraje de Rauris, puede también consumir la rica cerveza que preparan en su fábrica artesanal.

5. Contemplar la vida salvaje de Rauris. Lobos, linces, osos, urogallos, ciervos y gamos son el foco de atención del parque de fauna salvaje de Fuchs, ubicado junto al peaje de la carretera alpina de Grossglockner. Alberga a más de 200 animales en un recinto de 15 hectáreas. Adultos: 7 euros; niños (entre 4 y 14 años), 3,50 euros.

6. Excursión con un “ranger” del Parque Nacional. Una de las experiencias más especiales es descubrir los secretos de Hohe Tauern junto a un ranger del Parque Nacional. En verano, de julio a septiembre, se organizan tours guiados con estos vigilantes del Parque que duran desde media jornada a varios días. También se pueden solicitar en la temporada invernal, desde mediados de diciembre a Semana Santa, utilizando bastones y raquetas de nieve.

7. Cetrería en Hochalm. El experto cetrero Peter Krizan presenta un espectáculo didáctico y entretenido sobre las principales aves que viven en Hohe Tauern. Para asistir hay que subir en las góndolas del Rauriser Hochalmbahnen hasta la cumbre de una de las montañas del valle (1.780 m.). Búhos, halcones y águilas están presentes en esta exhibición que dura unos cuarenta minutos. El precio de la visita es de 11 euros, con dos explicaciones diarias en verano (11h y 14.30h).

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